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Red Internacional
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Escuela y pandemia. “Quiero que nos den la computadora para que mi hijo pueda realizar la tarea"

Mercedes es mamá de un alumno del Albert Thomas de la ciudad de La Plata. Nos cuenta un poco de su vida atravesada por las crisis, el desempleo y la dificultad para que su hijo finalice sus estudios.

Lunes 24 de mayo de 2021 19:20

Día de entrega de alimentos en la escuela Albert Thomas

Día de entrega de alimentos en la escuela Albert Thomas

A Mercedes la conocí en los repartos de comidas y en las reuniones para reclamar a la escuela y a este gobierno cosas mínimas como más comida y conectividad para lxs alumnxs, para garantizar el derecho a aprender.

Pero ella de mínima no tiene nada. Podríamos decir que es una mujer, como tantas otras, que sale a luchar y a poner su palabra en medio de tanto olvido y abandono del gobierno. Una mujer que se anima a hablar recién ahora, después de tanto sufrir todos los azotes y puñetazos de este sistema que deja a más del 50% de la población bajo la línea de pobreza.

“Somos tres personas adultas que vivimos en esta casa, mi hijo de 20 años- que está en el último año de la secundaria Albert Thomas- mi marido y yo. Estamos cerca de Villa Elvira y ninguno de nosotros tenemos trabajo. Estamos jodidos. A veces, a mi marido, le sale una changa, pero no alcanza para mucho”, me cuenta. “Con eso compramos carne de vez en cuando”.

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El trabajo es un tema que venimos charlando entre encuentro y encuentro. “La última vez que trabajé fue antes de la pandemia. Cuidaba una abuelita y nos hicieron el cuento del tío. Nos llamaron del banco, pero era el sobrino y le sacaron plata. También ya venía mal por mi discapacidad. Soy epiléptica y cada tanto me quedaba “tildada”. Desde ahí no conseguí más trabajo. A mi marido también lo despidieron, él trabajaba en la Uocra y también se quedó sin nada. Si tenemos suerte, consigue alguna changa".

Me quedo pensando en la “suerte” como criterio para pensar el trabajo: el trabajo es un derecho, no un revoleo de la moneda. ¿Por qué Mercedes siente que trabaja aquel que es afortunado?

“Tengo un subsidio de discapacidad, pero cobro $750, que mucho no alcanza. Y sólo recibo la cajita de alimentos de la escuela y ningún otro tipo de ayuda. Internet hasta ahora tenemos, pero en cualquier momento nos van a cortar porque ya no podemos pagar.” La entrevista es telefónica, pero me imagino su mirada triste al contar eso y escucho su voz dulce pero lánguida.

Le propongo que piense una exigencia al gobierno. Y ahí el tono de Mercedes cambia: se llena de bronca y se vuelve firme: "yo quiero que nos den la computadora para que mi hijo pueda realizar la tarea y tener un subsidio que me permita comprar verdura, carne y pollo. Me gustaría volver a trabajar. Necesito el dinero y así puedo salir de mi casa que es un despiole. A mí me encantan los chicos”.

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Le acerco la idea sobre lo importante que es que ella pueda hablar, porque no está sola, porque su historia es la de miles de mujeres trabajadoras que salen a la calle a enfrentar un sistema capitalista que priva a la mayoría de todo. “A mí me gusta hablar de esto. Me hace bien”.

La apuesta está en que todas las Mercedes se organicen y junten sus voces de bronca y enojo en un único puño para exigirle al gobierno garantías de acceso a la educación y alimentación.

Y aún más, sumar las fuerzas con todos los trabajadores que pagamos las crisis en general y la de esta pandemia en particular: docentes precarizados, estudiantes con hambre y sin empleo y auxiliares. Todxs juntxs podremos enfrentar a este sistema, y hacer que nuestras vidas valgan más que sus riquezas.