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Red Internacional
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México. ¿Realmente llegamos todas?

Dentro del discurso en la asunción de Claudia Sheinbaum al cargo de presidenta de México, uno de los fragmentos que destacó fue aquél en el que asegura que llegamos todas ¿realmente esto es así?

Joss Espinosa

Joss Espinosa @Joss_font

Jueves 3 de octubre

El 1 de octubre Sheinbaum tomó protesta como la primera presidenta del país. Durante toda la campaña uno de los ejes que intentó destacar fue su perfil como mujer diciendo que no llega ella sola, sino que “llegamos todas” y que es “tiempo de mujeres”.

Es importante destacar que el hecho de que hoy una mujer encabece el poder ejecutivo genera en millones de mujeres en todo el país un justo sentimiento de simpatía, ya que es visto como una reivindicación de nuestro rol, ante tanto machismo, feminicidios y violencia, así como frente a la postergación de nuestras demandas. A la vez, esto es, efectivamente, una conquista de múltiples movimientos de mujeres, pero esto no porque la nueva presidenta sea la personificación de eso, sino porque se ha demostrado históricamente que esta posibilidad ha sido producto de la lucha en las calles que se han ganado los derechos que tenemos hoy las mujeres, incluso aquellos como el voto femenino; que quede claro, nunca han sido un regalo de los gobiernos.

En su discurso de toma de protesta, Sheinbaum nombró a las mujeres que han sido parte de la historia, pero también a aquellas que no tienen un reconocimiento pero que han “resistido” de forma silenciosa. De cierta forma, busca señalar que ella representaría entonces a todas las mujeres. Este es un discurso largamente ocupado por el feminismo liberal, en el que se asegura que el hecho de que una mujer encabece algún puesto de poder, la convierte en representante del conjunto de las mujeres. Sin embargo, ejemplos varios hemos tenido de como lo que importa no es sólo el género de quien encabece dichos puestos, sino los intereses que defiende y la política que lleva adelante; en este sentido, más allá del discurso progresista y feminista que genera amplias simpatías, ya hemos tenido muestras de lo que puede ser una gestión de Sheinbaum que aplicó la austeridad republicana que afecto a las trabajadoras más precarias o reprimió marchas feministas. Es importante tener esto en claro para no generar falsas expectativas.

Otro de los elementos presentes en los debates en torno a una mujer presidenta es que esto “rompería el techo de cristal”, la idea de que entonces ya no hay barreras para que las mujeres que quieran acceder a puestos de poder lo hagan. Pero esto es una realidad bastante alejada para las miles de mujeres trabajadoras y de sectores, y que lo que se encuentran cotidianamente es la violencia, la precarización y falta de derechos reproductivos. Para que realmente las mujeres puedan desarrollarse de forma libre, no basta con tener representaciones en esos espacios que históricamente han sido ocupados por varones. Si bien esto es una justa reivindicación, para defender nuestros intereses hay que luchar para acabar con las condiciones estructurales que marcan la desigualdad, que genera que mientras algunas lleguen a “romper los techos de cristal” otras limpien los pisos pegajosos. Y esas condiciones no dependen de la formalidad de quien encabece el ejecutivo, sino de levantar una política para la transformación profunda de un sistema que se basa en la opresión y explotación.

Así que no, no llegamos todas, porque el hecho de que en una sociedad profundamente machista hoy tenga una mujer a la cabeza del gobierno no quita de un plumazo esas realidades de las mujeres trabajadoras, jóvenes precarizadas, de los pueblos originarios o comunidades que defienden el territorio; no acaba con la violencia, el feminicidio, las desapariciones.
Si en algo acierta la presidenta es en notar que es “tiempo de mujeres”. Pero no por las razones que enarbola, sino porque desde hace ya varios años, millones hemos tomado las calles, poniendo nuevamente nuestras demandas contra la violencia, la precarización, por derechos sexuales y reproductivo; millones que en todo el mundo hemos plantado cara a gobiernos, señalando que tienen una deuda histórica; millones que sabemos que el camino es y seguirá siendo la lucha independiente y en las calles, para conquistarlo todo.

Por eso, desde el feminismo socialista de Pan y Rosas, estamos convencidas de que, de cara a este nuevo gobierno, será clave la organización en clave anticapitalista, socialista y revolucionaria, independiente tanto del Morena como de la derecha, que logre vincular las luchas contra la opresión y la explotación, para no contentarnos con que una mujer llegue a un puesto de poder, sino hasta que realmente todas, todos y todes podamos vivir en un mundo sin opresión ni explotación.

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