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Red Internacional
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Fronteras abiertas. Recibir refugiados, reprimir a migrantes: la retórica “humanitaria” de la 4T

Una caravana de cerca de mil migrantes haitianos fue duramente reprimida por elementos de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración (INM). Un día después, con bombo y platillo la SRE anunció la llegada del tercer grupo de refugiados afganos en México. ¿Cuál es la retórica del Gobierno de AMLO respecto a las personas que solicitan asilo en el país?

Martes 31 de agosto de 2021

Los migrantes haitianos varados en Tapachula, Chiapas decidieron abandonar la ciudad este sábado, un día antes de la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador a esa ciudad fronteriza, donde fueron fuertemente reprimidos por la Guardia Nacional y elementos del INM quienes detuvieron a unas 300 personas.

Después de una semana de protestas en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) para solicitar la agilización de sus trámites de refugio sin respuesta de las autoridades –proceso que ahora puede llegar a tardar un año– los migrantes decidieron salir de la ciudad rumbo a la Ciudad de México. Un contingente al que se han sumado migrantes centroamericanos y personas de origen cubano donde viajan hombres de diversas edades, mujeres embarazadas, menores de edad y jóvenes.

Actualmente, se encuentran más de 5 mil migrantes de origen haitiano y unas 3 mil personas de diferentes países de Centroamérica y Cuba a la espera de los dictámenes de la COMAR, donde según medios locales se denuncia también la falta de protocolos de salud ante contagios de Covid 19.

El Gobierno de López Obrador viene dando sobradas muestras de servilismo en materia de política migratoria ante EE.UU., país que tan solo desde octubre de 2020 a la fecha ha realizado más de 1.2 millones de arrestos y deportaciones de migrantes que logran cruzar la frontera estadounidense, según la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras.

La presión que ejerce la gestión de Joe Biden desde la Casa Blanca ha incluido amenazas de retirar “apoyos económicos” particularmente para los gobiernos de Centroamérica, donde prima la violencia, pobreza extrema y una crisis humanitaria agravada por la corrupción y la actual crisis sanitaria a nivel global. La política antimigratoria de EE. UU., se recrudece redoblando su control militar en la frontera con México, mientras el gobierno lacayo de AMLO persiste en la política de militarización que signó a sexenios pasados y, cuyo presupuesto rebasa los 150 mil millones de pesos para la Guardia Nacional.

Dicha estrategia sigue siendo defendida por el mandatario mexicano que en días recientes mencionó que la “contención es necesaria”. “Sí, vamos a seguir conteniendo, pero hay que buscar soluciones de fondo, estructurales y también EE.UU. tiene que dar becas y tiene que permitir visas temporales de trabajo [cuya paga es de $150 pesos al día] para Centroamérica y no les afecta en nada, porque se necesita en Estados Unidos la fuerza de trabajo”, aseguró López Obrador en una de sus conferencias matutinas.

Las dos caras de la “Cuarta Transformación”

Frente al reciente control de los talibanes en Afganistán, el Gobierno mexicano anunció su apertura para recibir asilados en el país, contando hasta el momento con la llegada de tres grupos, el último de ellos de 86 personas refugiados afganos.

Es decir, mientras en redes sociales circulaban las imágenes de los agentes de migración golpeando y deteniendo a migrantes haitianos y centroamericanos en el sur del país, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, celebraba de manera paradójica y cínica la llegada de los refugiados con un comunicado oficial: “La recepción de personas de Afganistán es una decisión política del Estado mexicano y realizada en total apego con la tradición histórica de asistencia humanitaria de nuestro país”.

La acción del Gobierno de la llamada “Cuarta transformación” no solo ha sido recuperada por otros mandatarios en América Latina como Chile y Costa Rica; sin duda ha significado una oportunidad para distintos gobiernos alrededor del mundo que, frente al conflicto pretender lavarse la cara y mostrar una imagen “humanitaria” con la opinión internacional, al tiempo que mantienen blindadas sus fronteras.

México destacó en el terreno diplomático en el siglo XX por medio de la aplicación de las normas emanadas del derecho internacional humanitario y procesos de asilo, constituyéndose históricamente como un lugar de refugio.

La acción del Gobierno de la 4T sin duda hace referencia a la respuesta del Gobierno cardenista en 1937 frente a la guerra civil española y los republicanos refugiados; en 1954, fueron los guatemaltecos que abandonaron el país tras la caída del gobierno de Árbenz. En los años setenta, en plena “guerra sucia”, mientras reprimía la protesta social en el país por completo alineados con las órdenes del imperialismo estadounidense para América Latina, los gobiernos priistas recibieron en México argentinos, chilenos, uruguayos, peruanos, colombianos y brasileños amenazados por las dictaduras en esos países; al inicio de los años ochenta, fueron también los refugiados procedentes de la guerra civil en El Salvador y el refugio masivo de 100 mil guatemaltecos en Chiapas.

A inicios de julio del presente año el asesinato del presidente ultra conservador Jovenel Moïse marcaría un punto de inflexión en la crisis social y política en Haití, un gobierno que sin duda tambaleó frente a las masivas movilizaciones de rechazó a su gestión y al paquete de ajustes económicos que siguen azotando a la mayoría de la población haitiana. Por si esto fuera poco, fueron más de 600 mil afectados, 12 mil heridos y más de 2 mil personas muertas tras el terremoto durante el mes en curso y al que se suman las consecuencias de la tormenta tropical Grace.

Pero esto parece no interceder en la política exterior de López Obrador que muestra contradictoriamente sus dos caras: por un lado, un discurso y una política exterior que se proclama por la no intervención, defensora de la paz, a favor de la soberanía nacional y la lucha contra la opresión; por otra parte, una política interna caracterizada por la exclusión y las medidas represivas a todo nivel incluyendo al Ejército, el INM y la Guardia Nacional.

Cabe señalar que la ayuda otorgada tanto para solicitantes de asilo como para refugiados tiene como base la protección de la vida de las víctimas de la persecución, la defensa de los derechos humanos y la solidaridad internacional, esto actualmente muestra límites claros.

México renueva sus niveles de dependencia consolidándose como uno de los países más restrictivos de la región, cuya tarea es acatar las órdenes del imperialismo estadounidense que, si bien está a favor del libre tránsito de mercancías, suele imponer toda serie de restricciones al libre tránsito de las personas.

Los socialistas denunciamos la política criminal antinmigrante del gobierno de López Obrador en consonancia con el imperialismo estadounidense que orquesta una persecución extrema contra migrantes centroamericanos, cubanos, haitianos, congoleños, etcétera, y sostenemos que una verdadera salida para la comunidad migrante y la actual crisis humanitaria sólo puede venir de la clase trabajadora del continente, junto a campesinos, comunidades y pueblos originarios, indígenas, mujeres y jóvenes que hemos resistido los ataques de estos regímenes en nuestros países, peleando por conquistar el libre tránsito para nuestros hermanos migrantes y trabajadores, con derecho a la atención sanitaria que cobra una necesidad urgente en la actual pandemia y a refugios seguros y gratuitos.

Caravana migrante, represión de la Guardia Nacional y subordinación de AMLO a EE.UU.