Después de la derrota electoral, muchos voceros del Frente de Todos como Grabois o Yasky expresaron sus críticas al rumbo de la política oficial que ellos, sin embargo, apoyaron y que se expresó en leyes que muchos de ellos votaron.
Octavio Crivaro @OctavioCrivaro
Jueves 16 de septiembre de 2021 16:05
El gobierno tuvo una sonora derrota electoral el domingo. Una vez que el gobierno reconoció el resultado adverso, Alberto dijo que escuchó “el mensaje”. Por izquierda, muchos voceros del Frente de Todos como Grabois o Yasky expresaron sus críticas al rumbo de la política oficial que ellos, sin embargo, apoyaron y que se expresó en leyes que muchos de ellos votaron. Luego, la crisis: la renuncia de los ministros alineados con Cristina Fernández, que reclaman un cambio de gabinete y, dicen, de rumbo. Pero, ¿ninguno de ellos vio antes que había un ajuste en curso?
La renuncia de Wado de Pedro y todos los ministros y funcionarios enrolados con el kirchnerismo es el síntoma evidente de que la sangre llegó al río en el Frente de Todos. Una crisis con sonoros movimientos tácticos, pero con un condicionante estratégico: ninguna de las fracciones en pugna, ni Alberto ni Cristina y sus huestes respectivas, cuestionan la tutela del FMI que, se sabe, implica necesariamente un ajuste permanente, entre otras reformas antipopulares. Ese ajuste es justamente lo que precipitó la derrota electoral y le dio aire a una derecha que venía con la cola entre las patas luego de los cuatro desastrosos años del macrismo.
Desde el mismo lunes, como respuesta a la derrota electoral, hubo diferentes reacciones. Alberto dijo que escuchó el mensaje que llegó en las urnas. Un poco más enojoso, Santiago Cafiero declaró que el voto fue un “no reconocimiento” a la gestión del gobierno durante la pandemia. Una sutil versión de la vieja costumbre gorila de echarle la culpa al pueblo. Otros no se anduvieron con vueltas en responsabilizar a los votantes. Marcelo Puella, Presidente del Frente Nacional de Agrupaciones Peronistas, tuiteó sin filtro: “Nos jugaron por atrás los más humildes, a quienes durante toda la pandemia no le hicimos faltar nada y lo vi con mis propios ojos. Recibían lo nuestro y el día del comicio vendieron su voto al mejor postor”. La teoría del “pobre desagradecido”, tantas veces esgrimida por la derecha.
El ajuste que nadie vio
Por otro lado, con las crisis ministerial pero ya antes, referentes del Frente de Todos, enrolados en organizaciones sociales, sindicatos o corrientes que abrevaban en la llamada “izquierda independiente”, esbozaron un discurso crítico contra el rumbo actual de ajuste. Cuestionaron las políticas económicas aplicadas por un gobierno al que, sin embargo, pertenecen, y expresadas en muchas medidas que ellos apoyaron o directamente votaron, y frente a las cuales mantuvieron una pasividad absoluta.
El más audible de los críticos es Juan Grabois, dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Grabois habló de que: “la Rosada vip es un mundo de pequeñas élites de tipos muy brillantes, que se visten muy bien, pero que no conocen a su pueblo”. Y dijo que “hay un rumbo muy equivocado en muchos aspectos” y que no se está respetando el contrato original del Frente de Todos.
Sin embargo, justo antes de que comience la veda electoral, Grabois había llamado a votar “con las dos manos” al Frente de Todos. En su enfático hasta cierto punto desesperado pedido de que voten al Frente de Todos, Grabois dedicó un largo párrafo contra la izquierda. Dijo “a mí me caen bien los del FIT, tengo algunos amigos/as ahí que quiero y admiro, pero no pueden frenar a nadie; la llamada “izquierda” tiene un problema de matriz: se creen siempre mejores, más puros y más sabios que los demás; tienen el vicio de querer atacar a los que luchamos por miedo a la “competencia” y se olvidan fácil del verdadero peligro. Duermen tranquilos con sus grandes ideales y pocas veces le cambian la vida a alguien”.
En su llamado a votar al gobierno, Grabois dedicó más espacio a atacar a la izquierda que a criticar la subordinación del gobierno al FMI, el ajuste del 53% de las partidas sociales en el presupuesto 2021, el desalojo a familias sin techo en tomas de tierra a lo largo y a lo ancho del país, la jubilación mínima a 23 mil pesos de hambre, o un salario mínimo que rasca la suela del costo de la canasta de indigencia. Grabois dijo que él iba a votar “enojado”, pero ni él ni muchos de los sectores que critican por izquierda al Frente de Todos, son parte o apoyan a las múltiples luchas contra la tercerización laboral, contra el extractivismo en Mendoza, Santa Fe o Chubut, contra la falta de vivienda o contra los despidos. Ahí ya se expresó un “enojo social” creciente. La única fuerza política que estuvo ahí, siempre, es la izquierda, que no solo enfrenta a la derecha sino que se planta frente a un gobierno que sistemáticamente en estos dos años le dio la espalda a los que luchan, abonando un crecimiento de la desigualdad, todo sea para pagar la deuda macrista.
Grabois silencia esto, como así también que la izquierda estuvo al frente de enfrentar en el 2017 los ataques del macrismo, no los que luego conformaron el Frente de Todos del que Grabois forma parte.
Aunque la enorme mayoría de los dirigentes del oficialismo miraron para otro lado en cada una de esas luchas, muchos los simpatizantes e incluso militantes de los movimientos sociales enrolados con el Frente de Todos, por el contrario, reconocen esta consecuencia política de la izquierda, y por eso votaron al Frente de Izquierda, algo que choca con la actitud de referentes que destilan más argumentos contra la izquierda que contra el ajuste de su gobierno. Grabois, justo luego de la importante elección del Frente de Izquierda que cuestiona a la casta y demuestra mantener sus principios, le tiró un centro a los planteos “anticasta” del derechista Milei, que tienen el objetivo de desviar el cuestionamiento a la casta social de los grandes empresarios. Una vez más, opta por invisibilizar a la izquierda que lucha contra los dueños del país.
“Ahora sí se puede distribuir”. ¿Antes no?
Otro dirigente que habló fue el diputado y referente de la CTERA y la CTA de los Argentinos, Hugo Yasky, que declaró que “hay que pensar que los dos años que siguen de nuestro mandato las políticas distributivas tienen que estar en el eje de la acción del gobierno del Frente de Todos”. Yasky, además de dirigente sindical, es diputado nacional y en cuanto tal, votó entre otras leyes el presupuesto 2021, que fue redactado a cuatro manos entre Guzmán y el FMI. Entre otras medidas, el presupuesto ajustó, como dijimos, las partidas sociales, eliminando el IFE. Yasky también apoyó el ajuste a los jubilados a fines del 2020. Sin sonrojarse, dijo que “volvemos a una fórmula jubilatoria que fue virtuosa".
Yasky sostiene que los dos años que siguen del mandato tienen que ser de “distribución”, pero avaló el ajuste y el ataque al salario que hizo el gobierno en general y sobre los estatales en particular, en un sector donde el empleador es el Estado, es decir el gobierno, es la patronal. ¿No sabe Yasky que muchos de los golpeados por las políticas económicas del gobierno son estatales y docentes, que vieron sus sueldos deteriorarse?
Algo similar puede decirse de Itai Hagman, diputado nacional que es parte del frente patria junto a Grabois, quien tuiteó: “El cachetazo de ayer obliga a reflexionar. Tenemos que escuchar más y corregir rumbos y políticas. Pero sobre todo, debemos retomar el mandato electoral por el que fuimos electos en 2019: empezar por los últimos para llegar a todos”.
Es curioso. Porque en su discurso para justificar su voto favorable al presupuesto 2021, Hagman decía que “lo que estamos haciendo es cumplir con el mandato de las urnas, poner al Estado como motor de la recuperación económica, empezando por los últimos para llegar a todos”. ¿Qué pasó en el medio? ¿Al final el presupuesto no apoyaba a “los últimos”?
¿Todos ellos descubrieron que había hambre porque recibieron votos en contra? ¿No es una enorme subestimación a la inteligencia de los sectores populares hacer creer que se dieron cuenta ahora, por las urnas, de una situación que para millones es desesperante desde hace mucho?
Encubrir por izquierda el ajuste lleva a disociarse de los sufrimientos de las grandes mayorías, todo para defender los negocios e intereses de la misma minoría social parasitaria que ganó con el macrismo. Amplios sectores que apoyan e incluso forman parte de estas corrientes políticas al interior del Frente de Todos, no defienden que se pague la deuda, que no se cuestione al FMI, que se hambree al pueblo, y por eso apoyaron al Frente de Izquierda que viene denunciando desde hace mucho las políticas económicas que algunos descubrieron recién ahora.
El palacio, la bronca y la calle
El dirigente de ATE Capital, Daniel Catalano, publicó en sus redes sociales: “Para salir de esta crisis hay que votar por más Alberto, por más Cristina, por más Axel. Nada bueno surgió de la derecha de Juntos por el Cambio. No retrocedamos, demos vuelta la historia”, recibiendo una catarata de mensajes críticos de trabajadores estatales, hartos de ver cómo sus sueldos perdieron poder de compra gracias a las negociaciones de dirigentes como el propio Catalano o Yasky.
Durante estos dos largos y duros años, los dirigentes sindicales y sociales del oficialismo vaciaron las calles, dejando que pasen todas y cada una de las medidas que empeoraron la vida a millones, entre ellos, las personas enroladas en sus organizaciones, como los trabajadores estatales. En honor a la verdad, las calles las vaciaron antes, en diciembre de 2017, cuando vieron todo de lo que era capaz la movilización obrera y popular, que no pudo frenar la reforma previsional macrista, pero que sí puso en jaque el conjunto del plan de Cambiemos.
Para esos dirigentes era más peligroso ver a los trabajadores movilizados que odioso el ajuste contra el pueblo trabajador. Hasta el 2021 lograron contener la bronca con la expectativa de un cambio electoral. Esa operación llegó a su fin. La bronca crece y llega a la propia base social de las organizaciones dirigidas por el Frente de Todos.
Las conducciones ensayan críticas, pero para tapar las goteras de un gobierno que no osa romper con el FMI, es decir, que seguirá ajustando. La izquierda se prepara para las peleas en las calles y en las elecciones, llamando a que nos apoyen a todos aquellos que rechazan el fortalecimiento de la derecha, pero que también dicen “basta” al ajuste de un gobierno por el que votaron en el 2021.Ya el voto del domingo 12, aunque algunos prefieran no decirlo, fue un poderoso mensaje contra los poderosos.
Octavio Crivaro
Sociólogo, dirigente del PTS y candidato nacional por el Frente de Izquierda-Unidad en Santa Fe.