Las irregularidades que se presentaron en la inscripción al examen para el ingreso a las residencias y concurrencias del equipo de salud en CABA y Provincia de Buenos Aires dispararon esta reflexión acerca de la irracionalidad que atraviesa a todo nuestro sistema de salud. Hay que dar vuelta las prioridades.
Jueves 2 de septiembre de 2021 20:06
El pasado viernes 20 de agosto se filtraron en la página del Ministerio de Salud los datos personales de 25.000 aspirantes al concurso de Residencias del Equipo de Salud, tales como números de DNI, teléfonos y direcciones de mail así como también los usuarios y contraseñas. A propósito de esta grave violación a la privacidad de los inscriptos, que se suma a las anteriores irregularidades a la hora de realizar el concurso y al hecho de que (al igual que el año pasado) no se destinó presupuesto para garantizar dispositivos ni la conectividad para poder rendir el Examen Único Digital y Ubicuo (no por nada dijimos que era un examen “anti-pobre”), abrimos un debate en relación a esta modalidad de ingreso al sistema público de salud, sus necesidades versus lo que se ofrece como posible.
Angustia, ansiedad, estrés, cansancio, son emociones que prácticamente podemos testimoniar todos los que nos preparamos durante meses para rendir el Examen Único Digital y Ubicuo y lograr así acceder a un cargo para formarnos en servicio en las instituciones públicas de salud en CABA y Pcia. de Buenos Aires. Las jornadas de preparación incluyen interminables prácticas de choices, repetición de frases textuales hasta que pierden su sentido, hacer malabares para combinar el estudio con el laburo, intentar leer y/o practicar durantes los ratitos libres que nos queden; quizás también puedas pagar algún curso específico para mejorar el rendimiento.
Si alcanzás los primeros puestos podés acceder a un trabajo en blanco de salario ajustado y sobrecarga laboral, pero laburo y capacitación al fin, en el mar de laburos precarios que ofrecen los gobiernos y empresarios a la juventud. También tenés la opción de hacer una concurrencia para formarte y aportar a la salud pública de forma totalmente ad-honorem y sin ART ni derechos laborales. Cabe destacar que para poder acceder a trabajar en planta en el Sistema Público de Salud, se vuelve un requisito indispensable haber realizado la residencia o la concurrencia.
Esta exigencia de tiempo, esfuerzo, dinero y salud mental que conlleva ingresar como laburante de la salud pública, hace pensar que en la organización de este concurso tomaron alguna inspiración en "Los Juegos del Hambre". Fomentando una competencia feroz entre los concursantes, la meritocracia se quiere hacer un festín, de la mano del cuento de que sólo hace falta esfuerzo; de esta forma no se ponen en cuestión las reglas del juego. ¿Y quiénes también terminan perdiendo? Nuestros pacientes, que se encuentran con un sistema desfinanciado, a la vez que vemos día a día cómo el ajuste repercute tanto en su salud física como en su salud mental. Es que la preocupación por tener laburo, qué comer, dónde vivir, se hace cada vez más una constante.
Aún así nos cargamos la salud pública al hombro en plena pandemia. ¿No venimos viendo cómo desde lo largo y ancho del país los trabajadores de la salud pedimos que se contrate más personal en plena pandemia? ¿No venimos repitiendo que estamos agotados y que necesitamos más recursos?
A Larreta ya sabemos que no le gusta esto, por eso impulsaron el recorte de 191 cupos de concurrencias. Pero del otro lado de la grieta tampoco se ofrecieron soluciones para robustecer el sistema de salud con más personal, infraestructura y recursos para trabajar. A esto se suma el hecho de que los residentes que trabajan en Hospitales Nacionales perciben un salario un 20% menor que en la Ciudad de Buenos Aires y cobran una parte de salario en negro que se esconde atras del concepto de incentivo. El pluriempleo hace muchos años que es moneda corriente, a los enfermeros no los reconocen como profesionales y el desguace neoliberal del sistema de salud de los ‘90 en favor del subsistema privado no fue cuestionado por ningún gobierno hasta la fecha. A su vez, la no aplicación de la ley de salud mental por falta de dispositivos y presupuesto fue algo que se puso sobre la mesa recientemente con el caso Chano, en el cual el médico y ministro de seguridad de la Pcia. de Buenos Aires, Sergio Berni, propuso un tratamiento represivo alternativo (no sorprende, ya que mandó topadoras para quienes luchaban por tierra para vivir). Esta es otra muestra de que las necesidades de la salud son múltiples y no están para nada resueltas, al contrario, necesitan ser atendidas con urgencia, poniendo a disposición todos los recursos que hagan falta.
Es hora de invertir las prioridades.
Las prepagas recibieron durante la pandemia subsidios del Estado en concepto de ATP, camas, y a pesar de los tires y aflojes, se les concedió el aumento de cuotas. Que quede claro: no todos perdimos en la pandemia, hay personas como Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical, que no pararon de ganar y se hicieron más ricos a costa de la precarización y el ajuste en los sueldos de quienes laburamos también en el sistema privado y de obras sociales. Del otro lado, el presupuesto 2021 fue votado con un ajuste para la salud pública y para los ingresos de quienes la integramos, para seguir los deseos de los acreedores internacionales como el FMI. Para eso no existe la grieta, todos plantean pagarles esa deuda, impagable, ilegal y fraudulenta a costa del sufrimiento, contaminación del ambiente, falta de viviendas y la pobreza de millones.
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¿No sería más razonable poder trabajar 6 horas, 5 días, con un salario que cubra la canasta familiar como dicen el FIT-U y Myriam Bregman? Así se podrían emplear más trabajadores, haciendo frente a la desocupación y a la precarización. Y esto seguramente mejore cualitativamente la calidad de la atención en el sistema de salud. La fuerza para lograrlo está, lo demostraron los elefantes de Neuquén que mediante la organización y los cortes de ruta a Vaca Muerta en alianza con el pueblo mapuche arrancaron el 53% de aumento de sus sueldos y recientemente conquistaron el pase a planta permanente. Necesitamos seguir ese camino, la resignación de las burocracias sindicales amigas del gobierno y el cuento libertario de la meritocracia no salvaron a nadie. Nadie se salva solo. La salud pública, mucho menos.
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Además de cuestionar la organización del concurso por sus irregularidades, creemos que los aspirantes, estudiantes y trabajadores de la salud debemos debatir democráticamente, revisar si el examen mismo resulta la mejor forma de realizar el concurso y si efectivamente deberían ser más los cupos disponibles por un mejor sueldo y más derechos. Así se pueden tener en cuenta las necesidades reales de la salud y sus condiciones laborales para brindar una salud de calidad, que la salud debe ser un derecho y por lo tanto que también se debe terminar con el lucro de los empresarios de la salud. Hay que centralizarlo y ponerlo bajo control de trabajadores y usuarios. Para eso luchamos en unidad. El futuro que deseamos es el futuro por el que peleamos.