A propósito del artículo “La izquierda está subestimando el peligro de la extrema derecha”, de Martín Mosquera.
Lunes 25 de septiembre de 2023 17:13
Ives Klein - "Salto al vacío" (1960)
El editor de Jacobin Latinoamérica ha publicado el 24/09/23 un extenso artículo en el que intenta fundamentar su decisión de votar a Massa en las elecciones de octubre. El texto contiene muchas cuestiones, algunas interesantes y para tener en cuenta como un esbozo de la relación entre ciclos económicos y políticos, como forma de introducirse al análisis de la situación actual. En principio no nos detendremos en esos aspectos, dado que varios de ellos han sido abordados en múltiples artículos que se pueden consultar en este diario, pero no son el eje de su planteo sino que fungen de introducción para el apoyo a Massa. Nos centraremos especialmente en sus críticas al FITU, particularmente al PTS y en su argumentación sobre los motivos por los cuales según él habría que votar al hombre de la Embajada.
Mosquera dice que: a) basamos nuestra campaña en minimizar el peligro que representa la extrema derecha; b) estamos exclusivamente centrados en la campaña electoral, sin promover el movimiento de lucha social y c) hay que votar a Massa para ganar el tiempo necesario para cambiar la situación, pero esto “no significa aceptar la pendiente resbaladiza del ’mal menor’”.
Iremos comentando algunas cuestiones sobre estos puntos.
Vamos con el primero. Dice Mosquera:
Una forma de disminuir la percepción del peligro que representa la extrema derecha es dar por descontado que un gobierno de Milei carecerá de apoyo político y se desmoronará bajo la presión de la movilización popular. Este es el enfoque predominante en el Frente de Izquierda (FIT-U). El PTS llegó a comparar a Milei con Liz Truss, la primera ministra británica que en octubre de 2022 fue expulsada del poder 45 días después de haber asumido. Este es un pronóstico peligroso, en buena medida imaginario y hecho a medida de las necesidades políticas, no de la lucha de clases, sino de la campaña presidencial del Frente de Izquierda. La candidatura del FIT-U tiene el problema de que podría encontrarse con una respuesta democrática de la sociedad que intentará cerrarle el paso a Milei recurriendo a la única boleta que puede tener un impacto práctico en ese sentido, es decir la del peronismo. Centrar la campaña electoral en disminuir el peligro que representa Milei, con el fin de influir ligeramente en el resultado electoral del Frente de Izquierda, es una estrategia mezquina e irresponsable.
Resulta que lo que dice es falso. Ni en nuestros spots, ni en las intervenciones de nuestras/os referentes públicas/as en todos los niveles, hemos hecho hincapié en tal cosa. Nos centramos en señalar que la defensa de los derechos de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud se debe realizar en la calle y que apoyar al gobierno ajustador no es la forma de detener el avance de la extrema derecha. No hace falta más que revisar los materiales aludidos para corroborarlo. Por otro lado, a diferencia del peronismo que lo ayudó a armar las listas, desde el FITU denunciamos tempranamente el carácter reaccionario de sus planteos, como se pudo ver en el debate televisivo de 2021 donde Myriam Bregman lo enfrentó muy duramente, así como en múltiples críticas en materiales audiovisuales y escritos sobre las ideas del libertarianismo.
Otra cosa son las discusiones sobre cómo caracterizar el fenómeno del voto a Milei o las polémicas sobre la relación entre escenarios posibles y las opciones políticas a tomar al respecto. En esto, debo decir que personalmente coincido con Mosquera en que no hay que hacer elucubraciones excesivas respecto de lo que podría o no podría hacer Milei, ni utilizar esto como una forma de sobreargumentar la pertinencia de nuestra posición política. Sin embargo, él mismo no cumple su propia exigencia, dado que dedica una buena parte de su artículo a explicar todas las desgracias que podría generar un gobierno de La Libertad Avanza, como forma de justificar su apoyo a Massa.
Respecto del segundo eje que toma Mosquera, su posición es que hay que desarrollar un amplio movimiento social contra la extrema derecha, pero lamentablemente el FITU no comparte esta política y se centra exclusivamente en su campaña electoral. Démosle la palabra:
Si bien hay condiciones para impulsar una movilización democrática contra la ultraderecha, enfrentamos un problema muy serio. Aunque parezca sorprendente, los dos principales agentes políticos que podrían impulsarla no están interesados, al menos por el momento. Por un lado, el Frente de Izquierda está comprometido en llevar a cabo su propia campaña electoral, la cual está en competencia con cualquier movimiento social que priorice la lucha contra la extrema derecha, ya que este último podría tener el efecto de desviar apoyos electorales de la izquierda hacia la candidatura oficialista. or otro lado, el sector más directamente vinculado a Cristina Kirchner parece estar ausente de cualquier acción contra la extrema derecha, incluso en el ámbito de la campaña electoral más elemental. Al parecer, la estrategia de este sector, similar a la que empleó en 2015, se centra exclusivamente en retener la estratégica gobernación de la Provincia de Buenos Aires.
Otra vez, lo que dice sobre la política del FITU es falso. Le doy algunos ejemplos solamente: antes de las PASO, el rol de los convencionales constituyentes del FITU respaldando la lucha del pueblo de Jujuy contra el represor Gerardo Morales, junto con las comunidades originarias, docentes, estudiantes y todo el pueblo de Jujuy. Más recientemente: la organización de una jornada de movilización masiva junto a sindicatos combativos y movimientos sociales llevada a cabo el 14/09/2023 en todo el país. Nuestra participación en la preparación de la movilización del movimiento de mujeres que se va a realizar este próximo jueves 28 de septiembre. Nuestro apoyo incondicional al Malón de la Paz en su permanencia en CABA. Nuestra participación y organización también de asambleas estudiantiles para discutir cómo enfrentamos el avance de la extrema derecha y el ajuste del gobierno, incluidas diversas expulsiones de grupos de la “Julio Argentino” de sedes universitarias. Por último, para nombrar un ejemplo cercano, el acompañamiento a la gestión obrera de Cerámica Neuquén en su lucha contra el tarifazo, el reciente corte que sufrieron por parte de la empresa proveedora de luz y contra el intento de remate que está fijado para el 27 de octubre próximo. Mosquera se puede informar de todas estas y de otras iniciativas similares en este mismo diario. Al mismo tiempo, denunciamos la pasividad de las centrales sindicales y exigimos paro y plan de lucha contra el ajuste y para rechazar también el avance de la extrema derecha. Aunque, ahora que lo pienso, parecería que lo que quiere es una movilización social de apoyo más o menos explícito a Massa, más que movimientos de lucha contra la extrema derecha pero independientes de este. Ahí ya no podemos hacer nada por nuestro crítico, salvo indicarle que la burocracia sindical está realizando diversos actos de apoyo al ministro-candidato...
Por último, el argumento de votar a Massa sin caer en la pendiente del “mal menor”. Aquí Mosquera cae en una inconsistencia imposible de salvar hasta por los más sutiles dialécticos:
Apoyar al neoliberalismo progresista contra la extrema derecha es equivalente a apoyar la causa para intentar evitar el efecto. Y, sin embargo, aunque parezca paradójico, hay momentos críticos que obligan a acciones puntuales “con la causa contra el efecto” con el objetivo precioso de ganar el tiempo que permita cambiar la situación. En las próximas elecciones es necesario utilizar la boleta de voto que puede tener el efecto práctico de cerrarle el paso a la extrema derecha (en este caso, el cuerpo presidencial del peronismo), pero esto no es lo mismo que aceptar la pendiente resbaladiza de la lógica del «mal menor». Los escritos clásicos de Trotsky contra el fascismo siguen ofreciendo lecciones útiles a este respecto. Trotsky enfatizaba que en circunstancias críticas uno puede ponerse de acuerdo aún “con el diablo y su abuela” pero “con la única condición de no atarse las manos”. Es decir, defendía tácticas unitarias que no impliquen subordinación política ni acuerdos duraderos.
Una pequeña digresión “teórica”: el recurso a citas de Trotsky sobre la discusión acerca de la necesidad de un Frente Único entre el PC y la socialdemocracia alemana ante el ascenso del nazismo resulta bastante llamativo. Me permito sugerirle a nuestro crítico que la analogía sería más adecuada si Trotsky hubiera llamado a enfrentar a Hitler votando al Centro católico, pero no es el caso. Tampoco tiene sentido, como hace Mosquera y ahorramos al público la cita, criticar el libro de Fernando Rosso La hegemonía imposible por “subestimar” el cesarismo y presentar eso como algo funcional a la supuesta "subestimación" de Milei. Además del anacronismo de pretender que un libro publicado hace más de un año respondiera a los problemas de la coyuntura actual, Mosquera parece ignorar que el cesarismo en Gramsci no consiste solamente en la irrupción de un César, sino en diversas formas de “política totalitaria” que incluyen, por ejemplo, los gobiernos de unidad nacional (que Massa dice que va a formar con personajes como su amigo Gerardo Morales) y la estatización de la burocracia sindical, de la que Mosquera nombra solamente las alas que se inclinan por Milei. Le sugerimos, de paso, respecto del cesarismo, releer el libro de Francesca Antonini (o leerlo por primera vez).
Volviendo a este último punto de apoyar a Massa sin caer en el mal menor, el autor intenta presentar el apoyo al ministro-candidato como una forma de ganar tiempo para acumular en organización y capacidad de lucha. Pero precisamente a esa acumulación se renuncia en la medida en que se pone el eje en promover la votación al candidato oficialista, al mismo tiempo que se rechazan los elementos de movimiento real que surgen contra la extrema derecha y el ajuste del gobierno en función de otro movimiento, en este caso imaginario, orientado exclusivamente contra aquella.
En síntesis, una posición inconsistente, sustentada en premisas falsas en lo que hace a la polémica con las posiciones del FITU. Por último, quisiera destacar un aspecto que podría surgir del propio análisis de nuestro crítico sobre la relación entre ciclos económicos y políticos. La profundidad de la crisis indica que, sin afectar intereses fundamentales del gran capital, el gobierno que asuma en el próximo período tendrá que encarar una política de ajuste más dura de la que ya sufrimos durante los últimos años. Al intentar argumentar en favor del apoyo a Massa (con Gerardo Morales incluido), usando al FITU como “hombre de paja”, Mosquera asume una vez más (y van...) una ideología evolutiva y pacifista que no se corresponde con la gravedad de la situación. De ahí que sus esfuerzos heroicos para llamar a votar a Massa parezcan más insensatos todavía.
Valoramos la experiencia de Jacobin Latinoamérica como un espacio que promueve el debate de ideas en distintos niveles. Sin embargo, su director no pasará a la historia precisamente por un apego excesivo a la lógica, ni a los datos, ni a la política revolucionaria.
Juan Dal Maso
(Bs. As., 1977) Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997. Autor de diversos libros y artículos sobre problemas de teoría marxista.