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Red Internacional
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Industria siderúrgica. ¿Resurgirá AHMSA como el Ave Fénix? La clase obrera tiene la última palabra

La izquierda diario México viajó a Monclova, Coahuila, para dar cuenta de la dura situación que enfrenta la clase trabajadora de AHMSA, sus familias y la comunidad de la región.

Jueves 20 de abril de 2023

Algo inusual está sucediendo en Monclova. Los cordones de humo ya no se observan en el cielo. Un límpido horizonte se estampa, sorprendiendo, en los ojos de quien contempla desde el mirador de la ciudad. Ahora el cielo monclovense asombra por su azul claro, descubierto por el esfumado de las nubes de hollín, que no hace tanto recubrían, como aerosol gris, el horizonte de la Región Centro de Coahuila. Ya sólo destacan a la vista los cascarones de hectáreas de metal herrumbrados, recubiertos del ennegrecido tinte de la escoria.
Tampoco el crepúsculo se ilumina ya de ese puntual rojo ignición, ni las noches son encendidas, como faro en tierra firme, por la luz que destellaba, incandescente, de los altos hornos, esas cápsulas de acero gigantes, relieve del ecosistema urbano municipal.

La nueva postal se crea por la ausencia de combustión en las dos siderúrgicas que Altos Hornos de México tiene en la ciudad, sede de la empresa.

Recordemos que la siderurgia está parada desde diciembre por causa de las millonarias deudas patronales que desencadenaron la actual crisis, a la que la llevaron sus dueños, con Alonso Ancira a la cabeza.
Ancira es un mediocre personaje que se enriqueció de súbito por su amistad con Carlos Salinas de Gortari, quien le vendió la entonces siderúrgica nacionalizada a un tercio de su valor real, como parte del paquete de privatizaciones que la era neoliberal inauguraba.

Monclova es una ciudad obrera, y muy buena parte de las Regiones Centro y Carbonífera orbitan en torno a la actividad acerera de la ciudad.

Monclova es AHMSA y AHMSA es Monclova

Situada estratégicamente entre yacimientos de Hierro y Carbón, a pocas horas de Estados Unidos, Monclova se ha construido a imagen y semejanza de la siderúrgica desde que fue elegida para sostener gran parte de la monumental demanda de acero que la industrialización del país debía experimentar en la inmediata segunda posguerra.

El auge de la Industrialización por sustitución de importaciones posibilitó el crecimiento boyante de la ciudad. La meta, en aquellos años gloriosos, de todo adolescente monclovense era trabajar en la paraestatal. Durante decenios, mientras AHMSA era de propiedad nacional, Monclova experimentaba prosperidad, los éxitos económicos de Altos Hornos eran reinvertidos en la ciudad y los trabajadores y sus familias gozaban de bienestar. La ciudad obrera caminaba como ejemplo de éxito mexicano.

Sin embargo, la llegada del neoliberalismo y sus planes de miseria para millones, lo cambió todo, augurando la lenta decadencia de la ciudad y con ella la de los demás pueblos satélites.

Desde que AHMSA se privatizó, ha caído en desgracia financiera tres veces. La primera vez fue rescatada en el Fobaproa, con dinero de los ahorros de todos los mexicanos; la segunda con Calderón; y en esta última crisis, ocasionada por los manejos turbios del patrón con la escoria política nacional, el gobierno decidió ya no auxiliar al hampón Ancira.

Éste fue boletinado por la Fiscalía General de la República por el fraude de la venta a sobreprecio de la planta chatarra de agronitrogenados a PEMEX, delito por el cual está preso el ex Director de Pemex Emilio Lozoya.
Presionado por pagar millones para no ir a la cárcel, Ancira tomó gran parte de las utilidades de la empresa para lavar sus trapos sucios, lo que descompensó a la acerera para continuar financiando su producción, llevándola a la quiebra. Esta situación se agravó cuando la CFE cortó la luz por la moratoria en los pagos, debido a que los gobiernos, tanto estatales como federales, le “perdonaban” el pago de los energéticos a cambio de financiar sus campañas electorales.

Todo esto ha sido a costa de los obreros de AHMSA y sus familias, sin que la dirigencia sindical mueva un sólo dedo por ellos, mientras el sindicato charro mete las manos al fuego por el patrón.

La situación de las familias trabajadoras se ha degradado tanto económicamente, que muchos miembros de esos hogares han tenido que dejar solicitudes de trabajo en otras fábricas. Muchos obreros ya están pensando más seriamente en la posibilidad de renunciar y mudarse de ciudad.

Pero no sólo los trabajadores de AHMSA son los preocupados en Monclova. La falta del pago de la nómina merma también la economía local de la ciudad, de la que dependen casi completamente. Según nos han contado, y puede percibirse caminando por sus calles, son cada vez más las ocasiones en que los tenderos se ven en la necesidad de aceptar fiado a sus clientes -la mayoría son las familias trabajadoras de AHMSA-, como medio de pago, con la preocupación de que sus mercancías se vayan a merma. Todos quieren apoyarse, se ayudan para garantizar el plato de comida en sus casas, pero esto no podrá sostenerse por mucho tiempo gracias a la solidaridad entre pobladores.

El caso de Hércules: otra situación acuciante para las familias obreras

La mina de Hércules, ubicada en el Bolsón de Mapimí, enfrenta la situación aún peor de lo que Monclova. Los mineros ya sufrían la precarización de sus vidas mucho antes de que Ancira pisara la cárcel. Desde hace al menos dos años vienen reclamando mejores condiciones de seguridad, ya que trabajan sin el equipo adecuado.

Ya que la mina de Hércules es subterránea, la seguridad debe ser mayor y más sofisticada puesto que este tipo de minería acarrea más peligros. Por ejemplo, acusan que llevan dos años trabajando sin que el equipo de autorrescatador funcione. Este aparato es crucial para el minado subterráneo, ya que ofrece protección respiratoria en caso de incendio, transformando el aire contaminado en aire bueno por una hora, para que en ese lapso los mineros puedan salir o ser rescatados a salvo.

Aún y cuando es indispensable, los mineros bajan a trabajar sin esa protección vital, arriesgando su vida. Pero para el líder del sindicato, que un trabajador exija no otra cosa más que lo necesario para seguir vivo, es razón para cobrar represalias contra él.

Eso es precisamente lo que está pasando. Hartos por la falta de seguridad en la mina, en un estado conocido precisamente por sus accidentes mortales, como en Pasta de Conchos y en Sabinas, los trabajadores habían decidido no ingresar al yacimiento hasta que tuvieran el equipo de protección completo y en condiciones óptimas.

Por eso, desde hace cinco semanas, no han recibido su salario como represalia por protestar por mejores condiciones laborales y exigir su ahorro, que desde diciembre no se les ha entregado. Además, se les retiró su boleto para comedor.

El rol de un sindicato patronal

Lo que ahora está haciendo el sindicato es tratar de dividirlos. De los 100 mineros que protestaban, 60 quedan en pie de lucha. Al resto le están entregando despensas y préstamos, sin que les garanticen el pago salarial. La situación es tan desesperada que los mineros se ven en la necesidad, presionados por las necesidades en sus familias, de aceptar las migajas, frente a la opresión sindical y patronal y ante la ausencia de dirigencias combativas sindicales que los respalden.

Pero, una vez más nos preguntamos ¿Dónde está Napoleón Gómez Urrutia denunciando esta grave situación en el congreso?

La respuesta es que, de este otro personaje, ni sus luces. Al parecer, el heredero minero está más ocupado en que su amigo empresario gane las elecciones para Morena en Coahuila que en defender a los trabajadores.
Por muchos años, el sindicato charro logró una paz laboral a través del efecto persuasivo del miedo. Así, el Sindicato Democrático (que de democrático sólo tiene el nombre) se ha conservado en el poder. Sin embargo, la confianza que antaño le tenían hoy se está erosionando, y poco a poco los trabajadores de Monclova, de Hércules y de todas las filiales de AHMSA, van perdiendo el miedo, y en su cabeza va surgiendo la idea más claramente de que si se unen, pueden lograr muchas cosas, pues gracias a ellos una ciudad entera se ha movido por décadas y hoy necesita volver a hacerlo.

Es la clase obrera la única que puede representar a ese Ave Fénix que, con la unidad, organización combativa, y la disposición al combate, resurja de las cenizas, y pueda dar una solución para las siderúrgicas, las minas, y el conjunto de la región.