Un 10 de noviembre de 1996 debutaba Juan Román Riquelme en la primera de Boca Juniors, en el marco del torneo local donde el Xeneize enfrentaba a Unión de Santa Fe. El inicio de una leyenda.
Jueves 10 de noviembre de 2016 16:42
Negar a Juan Román Riquelme como uno de los mejores diez que dio el país es como querer tapar el sol con un dedo: pensá vos hincha de River, que te gusta el fútbol, que siempre fuiste paladar negro ¿no te daba placer verlo en la cancha? Seguramente lo padeciste muchas veces pero ¿me vas a decir que vos no pedias que tenga un mal día cuando tocaba enfrentarlo?
Y cómo no acordarse del famoso caño a Mario Yepes. Refiriéndose a ese tema, Juan Román alguna vez dijo: “Siempre que me preguntan sobre esa jugada digo que tiene más mérito Yepes que yo. En un clásico ir 3-0 y una jugada de esa manera yo creo que cualquier jugador de fútbol hubiera pegado una patada. Él me ha seguido hasta el córner y no ha hecho nada. Yo creo que eso es más de hombre que haber tirado un caño en ese partido”. Sólo un tipo que usó la diez de Boca y es ídolo puede tener esa mirada del fútbol tan clara como Román.
Su fútbol trasciende la camiseta: no olvidemos que defendió la celeste y blanca desde la sub-20, donde se coronó campeón del Sudamericano y luego del Mundial juvenil en el año 97. Participó en un Mundial, precisamente en Alemania 2006, y disputó un Juego Olímpico en el que obtuvo la medalla de oro en Beijing 2008.
Su gloriosa carrera con la camiseta azul y oro lo hace merecedor del lugar en el podio como el último gran ídolo de Boca. Sobre su espalda tiene 6 títulos locales y 5 internaciones. Su experiencia en Europa no arrancó de la mejor manera en Barcelona -donde tuvo conflictos con el entrenador del equipo de ese momento Louis Van Gaal- pero supo brillar en el Villareal, donde se coronó campeón de la Copa Intertoto y llevó al “Submarino amarillo” hasta semifinales de Champions, donde tuvo un gran desempeño en el equipo.
Por eso vos -amante del fútbol- no podés negar que Román es un “diez” como el que veíamos en la placita jugando con las Topper blancas, o como ese que estaba en la calle sentado y nadie lo elegía pero después te pintaba la cara. Riquelme supo jugar el fútbol que jugamos nosotros los argentinos. El que nos gusta, ese fútbol vistoso, canchero, guapo, que a pesar de las patadas pide la pelota igual. Ese fútbol que de a poco va muriendo: se hizo más evidente con el retiro de Román.
