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Red Internacional
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OPINIÓN. Román Riquelme: el último romántico

Miércoles 28 de enero de 2015

Estoy llorando por un tipo que nunca conocí en persona. Estoy llorando por alguien que pude ver en la cancha en vivo y por televisión. Estoy viendo infinidad de videos, pensando en que no va a volver a desplegar su magia por el verde césped con el cuero debajo de su suela (siempre debajo de su suela), y estoy llorando, mierda que no me caen las lágrimas, pero sé que estoy llorando.

No crean que estoy llorando solo por él, por más que tengo motivos de sobra, si desde que soy hincha del fútbol, desde mi infancia, adolescencia y hasta hoy, él marcó con lujos, y pases, y goles, el fútbol que no quiero dejar de ver. El caño a Yepes, el gol de zurda a Brasil por eliminatorias, los de tiro libre a River, los pases a Aimar y a Saviola en los mundiales de Malasia 1997 y Alemania 2006 respectivamente, etc., etc., etc.

En tan sólo el transcurso de un par de horas, me cansé de leer que murió el fútbol, que el 25 de enero del 2015 murió el fútbol argentino. No lo quiero creer, que esta no puede ser la muerte del fútbol les estoy diciendo, que no me digan eso, que no me quiten el único juguete que desde la infancia hasta que me muera, voy a poder disfrutar cuando todo caiga a pedazos.

Pero ya lo dije, estoy llorando, y es porque algo sí murió y fue la época de los enganches. Me dirán que los “10” siguen y van a seguir existiendo, pues no, no los “10” como Riquelme. Existirán si los habilidosos, los veloces, a los que nadie puede sacarles la pelota en velocidad, los que hacen 4 goles por partido; sin embargo hoy ha muerto un estilo de fútbol, hoy falleció el fútbol solidario, el fútbol que no necesita ser veloz con los pies sino con la cabeza, el fútbol que no necesita los goles personales, sino las asistencias, el fútbol que casi estático debajo de la suela de un botín permanece en ese lugar y amontona rivales, con el único objetivo de liberar compañeros con los cuales compartir el esférico; el señor fútbol, de ese que ya no queda en stock.

Romántico por jugar a contratiempo del fútbol actual, romántico por jugar en equipo, romántico por retirarse con el doble de asistencias que goles, romántico por “picarla” en un penal, romántico por jugar a la pelota y no al fútbol, romántico de azul y oro, de celeste y blanco, romántico por tener fría la cabeza y caliente el empeine al patear, romántico porque no la quiso soltar hasta que el hampón estilo futbolístico (y mundo) egoísta, estrictamente veloz con los pies y de más goles que asistencias, se la quitó. Una y mil veces ROMÁNtico.