La pandemia puso al descubierto la importancia del sistema de salud a nivel mundial, en medio de una crisis social, política y económica. En este artículo, se buscará problematizar y aportar a reflexionar sobre algunas urgentes medidas tomadas por el sistema de salud cubano conquistado por el pueblo trabajador tras la revolución social y política de 1959. Los alcances y límites de un sistema que, sin ser comunista, presenta de los mejores indicadores de salubridad y que, si se extendiera en todo el mundo junto con los alcances técnicos de las potencias capitalistas, la salud podría expandirse hasta horizontes nunca pensados.
Miércoles 16 de septiembre de 2020 16:44
@059jorge
Las estrategias para enfrentar la pandemia varían en todas partes del mundo y permiten sacar algunas conclusiones ahora que han pasado varios meses desde el primer brote de COVID-19. Aún hoy, en algunos países como Argentina los casos van en aumento y no parecen haber llegado a su pico máximo por día, mientras que en Inglaterra están analizando un cierre de actividades por un rebrote.
Lo que “pareciera” pasar desapercibido para mandatarios nacionales y medios de comunicación es el caso de Cuba, aunque no han tenido reparos en solicitar asistencia médica de este país. La realidad es que una isla, criminalmente bloqueada por Estados Unidos, de 11 millones de habitantes (de acuerdo al censo nacional de 2012), luego del primer brote en marzo, logró llegar a no tener casos durante el mes de julio, sin entrar en una cuarentena estricta.
¿Cómo una isla golpeada por el bloqueo comercial, con un desarrollo técnico bajo y antiguo, pudo combatir el COVID? ¿Cómo podrían desarrollarse estos logros y expandirse a todo el mundo en una sociedad comunista?
Pandemia y sistema de salud
Uno de los grandes problemas que puso sobre la mira el COVID-19 no es su letalidad, sino la capacidad de los sistemas sanitarios de lidiar con los casos que requieren internación. En Italia, por ejemplo, los protocolos médicos tomaron la resolución de no salvar a pacientes en estado crítico mayores a 65 años por falta de personal médico intensivista. Otro problema importante reside en los niveles de contagio exponenciales del virus, que llevan a que los trabajos y el transporte público se conviertan en los principales focos contagiosos, lo que llevó a imponer cuarentenas estrictas en gran cantidad de países. A su vez, los números de personal de salud contagiados son abrumadores: en España el 20,5% de los contagios son de este sector. En México las cifras llegan a un quinto de los contagios. En Estados Unidos, a un 17%.
En Cuba, los contagios se dieron por el gran afluente del turismo: el 11 de marzo se detectó el primer caso. La centralización de los recursos sociales y médicos permitió una rápida respuesta, con la obtención de tests masivos para la población. En mayo, con el desarrollo técnico, el Centro de Inmunoensayo de la Habana ya había producido su propio método de testeo para cumplimentar una última etapa de rastreo de casos.
En vez de decretar una cuarentena estricta para disminuir la circulación, se dispuso a todo el personal médico y a estudiantes de Medicina a realizar testeos masivos. Se llegó a un índice de positividad del 6,4%, en Argentina es de un 40%, en Chile un 26,1% y en Bolivia un 54,4% [1]. El director de Inmunología del Ministerio de Salud antes de finales de marzo indicó que la estrategia era aplicar testeos masivos para aislar los casos positivos y evitar contagios, testeando a casos estrechos con o sin síntomas. El uso del barbijo obligatorio y el reparto de elementos de higienización colaboraron en evitar una mayor propagación. A su vez, todas las personas con factores de riesgo tuvieron licencias pagas desde el comienzo de los contagios para resguardar su salud. Este resultado dio que hasta el momento, solo 22 trabajadores de la salud fuesen contagiados, sin ningún deceso.
En la actualidad se dio un rebrote al abrir la isla al turismo nuevamente, ya que en julio habían logrado llegar a cero casos por día. En total, el número de muertos ascendió a 104, con 4.459 casos positivos totales al 10 de septiembre.
El acceso a la salud como un derecho
En un primer nivel, cobra relevancia el acceso y financiamiento de los servicios médicos en el mundo. En Cuba la salud se comprende como un derecho humano inalienable establecido por la misma Constitución Nacional en el Artículo 50:
“Todos tienen derecho a que se atienda y proteja su salud. El Estado garantiza este derecho: - con la prestación de la asistencia médica y hospitalaria gratuita, mediante la red de instalaciones de servicio médico rural, de los policlínicos, hospitales, centros profilácticos y de tratamiento especializado;- con la prestación de asistencia estomatológica gratuita;- con el desarrollo de los planes de divulgación sanitaria y de educación para la salud, exámenes médicos periódicos, vacunación general y otras medidas preventivas de las enfermedades. En estos planes y actividades coopera toda la población a través de las organizaciones de masas y sociales.” [2]
El acceso a la salud fue una conquista de la Revolución Cubana de 1959, donde los trabajadores tomaron el poder y expropiaron a los empresarios extranjeros, principalmente estadounidenses pero también nacionales, para poner el conjunto de la producción social en favor de las grandes mayorías. Se constituyó en un Estado obrero deformado burocráticamente [3] que centralizó y nacionalizó el sistema de salud, en donde el mercado no tiene “permitido” el acceso a esta esfera, como sí lo ha tenido en casi todas partes del mundo.
La gran mayoría de los sistemas de salud a nivel mundial actualmente son mixtos: combinan aspectos asistencialistas para los sectores más vulnerables, pero con financiamiento privado a través de prepagas u obras sociales provenientes de contribuciones laborales, servicios co-pagos o seguros de salud, para grandes sectores de la población. Se genera entonces un acceso diferencial a la salud a partir de los ingresos y/o posición laboral obtenida. La salud termina siendo un “negocio” donde hay que optimizar gastos y seguir la lógica de obtener mayor rentabilidad en todos los niveles médicos: desde los hospitales, la atención primaria, los laboratorios y las farmacéuticas.
En pocos lugares del mundo se sostienen modelos centralizados y universalistas donde no se produce esta inequidad. [4]
Filosofía de los sistemas de salud: una visión social
De acuerdo con el investigador Kirk, J (2017), uno de los pilares que responden a la filosofía del sistema de salud cubano es priorizar un sistema de salud con una estrategia preventiva antes que curativa: “Focalizándose en la atención primaria y la promoción de la prevención en la salud, el sistema de salud cubano está diseñado para prevenir el 90% de los problemas de salud”. [5]
Sostener un sistema preventivo implica dos aspectos centrales e interrelacionados.
En primer lugar, el desarrollo y especialización del sistema médico de salud nacional (SNS) cuya estructura es pionera a nivel internacional. Podemos mencionar sus principales especificidades. Su organización está dada por tres niveles principales: de atención primaria, secundaria y terciaria. El 80% de los problemas busca solucionarse en el primer nivel a través de los policlínicos:
“La organización de los centros de salud, denominados policlínicos, inició con un modelo llamado Policlínico Integral, expresión que sintetizó la unión en una sola institución, la más cercana a la población, de las funciones de promoción de salud, prevención de enfermedades, asistencia a enfermos y lesionados y rehabilitación.” [6]
Además de los policlínicos, los médicos realizan evaluaciones socioambientales en los diversos hogares de los pacientes para garantizar que no haya condiciones estructurales que estén afectando su salud. Junto a los chequeos semi-anuales, permiten prevenir una gran cantidad de enfermedades y detectar otras en estadios poco avanzados.
Cumple un rol fundamental el proceso de desarrollo tecnológico en los laboratorios estatales, que permitieron reemplazar gran parte de los medicamentos y desarrollar un amplio espectro de vacunación para toda la población. Esto permitió acabar con enfermedades como la difteria, la malaria, la transmisión de HIV por embarazo, la poliomielitis, la desnutrición infantil, la rubéola y el sarampión, entre otras.
El sistema nacional de salud privilegia la formación de doctores y personal de salud, comprendiendo la necesidad de no separar ambos elementos:
“(...) las universidades de ciencias médicas pertenecen al SNS con el asesoramiento de los Ministerios de Educación y Educación Superior en el orden pedagógico y metodológico. Toma en cuenta el perfil epidemiológico del país en lugar de atenerse a condicionamientos de mercado y bajo condiciones solidarias, se abre a jóvenes del mundo entero que en otros contextos no pudieran acceder a estudios de este tipo.” [7]
La centralización, a su vez, ha permitido un sistema estadístico que permite pensar el perfil epidemiológico de la población: “Se realizó una auditoría internacional que encontró en 1974, que el sistema de información estadística del sector de la salud de Cuba era completo en cobertura y confiable en calidad.” [8]
En segundo lugar, es esencial tomar en consideración las condiciones sociales, económicas, culturales y ambientales de los pacientes. Una medicina con estrategia curativa analiza el problema médico que se presenta independientemente de las condiciones de vida de la persona que lo posee. La solución, con la medicalización, implica aislar el entorno social en que se encuentra el paciente. Problemáticas como la tuberculosis a nivel mundial se encuentran relacionadas a problemas estructurales como el hacinamiento, al ser de transmisión oral. A su vez, los problemas de desnutrición u obesidad están relacionados con la pobreza. Estos elementos existen en todos los países del mundo porque son inherentes al capitalismo y a la lógica mercantil: 2.153 multimillonarios poseen más riqueza que 4.600 millones de personas en el mundo, y más de la mitad de la población debe arreglárselas para vivir con 5,5 dólares al día. Por tanto, la lógica curativa tiene vinculación con el capitalismo, porque permite escindir los problemas sociales de las enfermedades y las posibilidades de erradicarlas con tan solo mejorar las condiciones de vida de la población.
En Cuba, a pesar del bloqueo estadounidense, se pudo avanzar en construir este sistema de salud nacional centralizado acompañado de importantes indicadores sociales, como el desarrollo educativo, los importantes planes de vivienda, la erradicación de la pobreza y la desnutrición como también el pleno empleo. Esto no podría haberse logrado si no hubiera sido por la revolución que expropió el fruto del trabajo cubano y lo puso al servicio de resolver sus principales necesidades sociales.
Financiamiento y desarrollo
Cuba ha priorizado el financiamiento de su sistema de salud a pesar del bloqueo económico que le impone EEUU. En medio de la crisis económica mundial de 2008 ha invertido en salud un 11,9 % de su PBI, manteniéndolo de manera similar a lo largo de los años. En 2017, para poner de ejemplo, ha invertido un 10,47% del PBI, siendo el tercer país en el ranking de inversión en sanidad, teniendo en cuenta la proporción que le destina del PBI a este sector, y en lo que supone a gasto público en el sector salud, se ubica en el puesto 25.
Esto es contrario a lo que ocurre en los países capitalistas, sobre todo durante las crisis: el financiamiento de la salud es atacado con las crisis económicas. Es decir, antes de ajustar a los bancos o a las principales empresas, es preferible degradar las condiciones de salud de la población. Hubo dos momentos que ejemplifican esto: con el neoliberalismo y luego de la crisis económica mundial de 2008.
De acuerdo a un informe de 2018 del Banco Mundial sobre salud, salvo Cuba, todo el resto de los países han disminuído la cantidad de camas cada 1000 habitantes durante el neoliberalismo:
En este mismo sentido, el recorte sufrido por los sistemas de salud durante la crisis económica y social del año 2008 es palpable: para salvar a los grandes bancos y empresas, España entre el 2010 y 2014 ha recortado unos 8.161 millones de euros. Italia, unos 37.000 millones de euros en los últimos diez años. El grueso de ese recorte está entre 2010 y 2015, de 25.000 millones de euros. El Reino Unido ha recortado en salud, en la última década, un 9,18% de su presupuesto.
El denominador común es el desfinanciamiento del sistema de salud público post crisis 2008 y un aumento de la salud privada. España subsidió con unos 4.000 millones de euros a la salud privada.
Los límites del sistema de salud cubano
Luego de la revolución de 1959, el partido que había dirigido la insurrección, el Movimiento 26 de julio, buscaba constituir una república democrático-burguesa. Sin embargo, la ofensiva de Estados Unidos intentando invadir Cuba en 1962 y los “paros” de empresarios estadounidenses para evitar que los trabajadores conquistaran las jornadas de 8 horas, empujó al sector gobernante a expropiar a quienes querían hundir la economía cubana como medida defensiva. La única forma de romper con el imperialismo era avanzar en el desarrollo socialista, centralizando la producción pero sin desarrollar mecanismos democráticos que implicaran la incorporación del pueblo trabajador en las principales decisiones económicas y sociales del país, generando una casta gobernante que se cristalizó en el poder. Cuba se constituyó en un Estado obrero burocráticamente deformado, ya que el objetivo de este sector fue y es sostener un régimen social que centraliza la producción, pero que distribuye lo socialmente producido de manera inequitativa y conserva para sí las principales decisiones políticas, sociales y económicas del país.
A pesar de la propaganda política que hacen los defensores del capitalismo como Trump, Cuba no es comunista. Lejos de eso, la dirigencia política está reintegrando al país al mercado capitalista, imponiendo toda una serie de reformas que instauran la propiedad privada, la apertura parcial al mercado de trabajo privado y la posibilidad de empresas extranjeras de intervenir en la economía del país en una importante rama como el turismo. Este complejo proceso, bajo la excusa de mejorar los índices de eficacia laboral, comenzó a implicar problemáticas para la población, en relación al hacinamiento y las condiciones de vida cada vez más deterioradas. La burocracia dirigente, en vez de buscar desarrollar la revolución en otros países para poner el conjunto de la técnica mundial a favor de los trabajadores, se apoya en estas reformas de mercado para lograr mayor financiamiento. Prefiere incorporarse progresivamente al capitalismo antes que ayudar a desatar la movilización mundial, que pueda llevar a un levantamiento de los trabajadores cubanos que se planteen la necesidad de irrumpir en el sistema político y cuestionar los privilegios de esta casta.
La falta de recursos afecta también al sistema médico en muchos casos, donde:
“Las plantas y el equipamiento se han deteriorado, mientras que los diagnósticos caros y el testeo fueron cortados. Hay una severa escasez de medicinas y pacientes hospitalizados muchas veces deben proveer los elementos para cirugía, sábanas, almohadas y otras necesidades”. [9]
La toma de decisiones alrededor del sistema cubano no es llevada adelante por el personal de salud. Los funcionarios gubernamentales no cumplen tareas en los principales centros médicos ni son elegidos por los miembros. Los sindicatos de salud cubanos, nucleados en la Central de Trabajadores Cubanos (CTC), se encuentran profundamente alineados al régimen político del Partido Comunista, lo cual implica la imposibilidad de negociar sus propios derechos laborales, el derecho a la huelga y a las actualizaciones salariales. Las votaciones de los mandatarios son cada cinco años y no son cargos revocables. Tener jornadas de 8 horas de lunes a sábados dificulta la posibilidad de que el personal de salud participe en la toma de decisiones del sistema de salud cubano, sino que éstas son tomadas por funcionarios del régimen nucleados en el Ministerio de Salud de Cuba.
Estos límites no niegan los importantes avances de una pequeña isla, obtenidos por la revolución, sino que ponen al descubierto la urgencia de “romper” con las fronteras nacionales e internacionalizar los avances tecnológicos de punta, por el beneficio del pueblo cubano y de todos los trabajadores del mundo. El capitalismo ya demuestra que es imposible el desarrollo productivo en los límites de las fronteras nacionales, internacionalizando las cadenas productivas. ¿Cómo serían las condiciones del sistema de salud en el mundo si se combinaran las experiencias cubanas con el desarrollo tecnológico y la potencia médica de Estados Unidos y Alemania, puesta en pos de las necesidades de las grandes mayorías? ¿Cuánto tiempo, cuántas muertes nos habríamos ahorrado si todos los países hubieran hecho un esfuerzo coordinado, poniendo toda su experiencia y recursos, no solo en la vacuna del COVID, sino en hacer efectiva su colocación a toda la población? En una sociedad donde la producción y las ganancias no fueran para unos pocos acrecentando la miseria del resto, se terminarían de erradicar enfermedades vinculadas con la pobreza o el hacinamiento, se podría otorgar todo tipo de financiamiento para tratar los distintos problemas, se podría dedicar una parte importante de lo producido a la investigación científica, para mejorar nuestra calidad de vida y la del planeta. Otra forma de vivir, sin el estrés ni las presiones por “ganarse el pan”, sin trabajos totalmente insalubres, con la posibilidad de desarrollar el arte y la creatividad y pudiendo explorar la sexualidad, serían algunos aspectos que mejorarían cualitativamente la salud de toda la población. Los médicos trabajarían muchas menos horas, sin guardias extenuantes, para poder pensar democráticamente cuáles son los procesos preventivos para cada sectoren particular, de acuerdo a su entorno social y tomar las principales decisiones en beneficio de la población, junto con los usuarios. Podría terminar de desarrollarse investigaciones para extender la vida mucho más allá de los 120 años, curar la tuberculosis, o encontrar la cura para el cáncer o el Alzheimer.
En momentos convulsivos como los actuales, donde el colapso de los sistemas de salud están a la orden del día y aumentan la pobreza y la desocupación, profundizar el camino de la Revolución Cubana y pensar cómo desarrollarla a lo largo del mundo, es fundamental.
Apoyándonos sobre los grandes logros del sistema de salud cubano y contra la tendencia hacia la restauración capitalista, es necesario extender las conquistas de la revolución a todo el mundo. Pero eso no será de la mano de la burocracia castrista, que desde el principio tomó la decisión política de no extender la revolución más allá de las fronteras de Cuba, sino con el desarrollo de la movilización de trabajadores y campesinos que conquisten sus propios organismos democráticos de decisión (tirando abajo la organización burocrática que sostiene la dirigencia castrista), reviertan el curso de la restauración capitalista y peleen por ser el faro que tanto inspiró a muchísimas generaciones a buscar otro camino que la miseria capitalista.
[1] El índice de positividad indica la cantidad de casos positivos por cantidad general de testeos. Cuando se eleva, quiere decir que la cantidad de testeos no está siendo la indicada para la cantidad de gente enferma. La OMS recomienda un 10% de positividad, es decir, que 1 de cada 10 testeos den positivo. Los números de Cuba implican que se están realizando un número más que apropiado de testeos, llegando a 4.000 testeos por día.
[2] Constitución Nacional de Cuba de 2002. El mismo artículo sobre el acceso a la salud se encuentra redactado en la Constitución Nacional de 2011, en el artículo 72.
[3] Consideramos a Cuba un Estado obrero por el hecho de que por medio de la conquista del poder político se expropió a la burguesía y los terratenientes, se nacionalizó la propiedad, se impuso el monopolio del comercio exterior y se instauró la planificación como medio de la política económica. Las características deformantes de este Estado están dadas porque al frente del mismo se encuentra una burocracia que impide el ejercicio directo del poder por parte de obreros y campesinos, obteniendo sus privilegios de la dirección de este Estado y que actúa como un factor conservador del orden social, en el terreno de la lucha de clases continental e internacional. Esta definición fue alcanzada por los trotskistas en 1951.
[4] Uno de los más conocidos es Canadá, sin embargo la financiación es a través de los impuestos progresivos y regresivos que cobra a las personas.
[5] Kirk, J. (2017) “Healthcare without borders: Understanding cuban medical internationalism.” University Press of Florida. Gainesville. Cita traducida por los autores: “By focusing on primary care and health promotion, the Cuban health system is designed to prevent 90% of health problems”. Disponible en: https://sci-hub.tw/10.1017/S1531426X00010578
[6] Rojas Ochoa, F. (2008): “La Salud Pública Revolucionaria Cubana en su aniversario 50”. https://www.scielosp.org/pdf/rcsp/2009.v35n1/10.1590/S0864-34662009000100003
[7] Gálvez González AM, González López R, Álvarez Muñiz M, Vidal Ledo MJ, Suárez Lugo NC, Vázquez Santiesteban M. “Consideraciones económicas sobre la salud pública cubana y su relación con la Salud Universal”. Rev Panam Salud Publica. 2018;42:e28. Disponible en: https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/34594/v42e282018.pdfsequence=5&isAllowed=y
[8] Rojas Ochoa, F. (2008): Ibídem.
[9] Mesa-Lago, Carmelo (2017) “Social Welfare And Structural Reforms In Cuba, 2006 – 2017”. “Cita traducida por el autor: “Physical plant and equipment have deteriorated whereas expensive diagnostics and testing have been cut. There is a severe shortage of medicines (7.7% of basic prescriptions; Rodríguez, 2017a) and hospital patients often have to provide supplies for surgery, sheets, pillows and other needs.” Disponible en: https://www.ascecuba.org/asce_proceedings/social-welfare-structural-reforms-cuba-2006-2017/
Celeste O’Higgins
Integrante del Comité editorial de Armas de la crítica. Es Socióloga egresada de la Universidad de Buenos Aires y estudia profesorado de Geografía en el Joaquín V. González.