Lo lanzaron como disco triple y con título en homenaje a la revolución nicaragüense. Poco reconocido por la crítica del momento, marcó un hito: primeros no estadounidenses en interpretar hip hop.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Sábado 12 de diciembre de 2020 00:00
Foto de la portada de Sandinista!, cuarto disco de The Clash lanzado el 12 de diciembre de 1980.
Hoy se están cumpliendo 4 décadas de una obra que marcó época: Sandinista! de The Clash salía a la venta un 12 de diciembre de 1980 y con el correr de los años se fue revalorizando y resignificando su importancia, algo que no pudo lograr en el momento de su aparición, a pesar del ruido que hizo en la escena musical por su nombre (referencia directa a la todavía reciente revolución sandinista en Nicaragua), por ser un disco triple y por tratarse de The Clash, sobre quienes había alta expectativa. El cuarto álbum de la banda resultó un compendio de 36 temas con gran variedad de estilos y relativa unidad temática en sus líricas, cargadas de puntos de vista de la realidad social y política de un mundo convulsionado.
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Un año antes los Clash habían demostrado que la generación punk que irrumpió en la escena artística de los prolíficos años ´70 no estaba agotada y todavía tenía mucho para decir y -sobre todo- para renovar el panorama musical: con London Calling alcanzaron el cenit como banda y se metieron en la historia grande del rock. Un poco conscientes de eso, querían evitar a toda costa dormirse en sus laureles Joe Strummer (voz, guitarra rítmica y principal letrista), Mick Jones (primera guitarra, voz y cerebro musical), Paul Simonon (bajo, coros y voces, nexo con los ritmos caribeños) y Nick Topper Headon (batería y columna vertebral del sonido Clash, como lo reconoce el propio ingeniero de sonido del disco, el prestigioso Bill Price). Es por eso que transitaron aquel año 1980 girando por todo el mundo y empecinados en buscar inspiración para material nuevo, que pretendían que estuviera a la altura de su obra cumbre y que a la vez no repitiera fórmulas. La búsqueda era difícil.
Encima decidieron redoblar la apuesta. O mejor dicho retriplar la apuesta (nos tomamos la licencia de inventar un término para describir la cuestión): el nuevo disco tenía que ser triple y al precio de un LP, para dolor de cabeza (uno más) de los directivos de la discográfica multinacional CBS. Ya había sido un tironeo entre los músicos y la compañía sacar London Calling como LP doble al precio de uno y los Clash le tomaron el gusto a esto de “mojarle la oreja” a la CBS. Había casi una obsesión por no ser vistos como una banda aburguesada: los Clash se esforzaban por ser especialmente atentos con sus fans y profundizar su estilo provocativo haciendo uso de todas las referencias antiimperialistas y de izquierda que pudieran, esto último alentado por Kosmo Vinyl, una mezcla de jefe de prensa y mánager al que Joe Strummer le prestaba siempre mucha atención. Con toda esa presión se fue gestando Sandinista!.
Internamente la banda estaba en un momento especial: cada uno estaba en su mambo y empezaban a despuntar algunos roces, no obstante lo cual todavía la dupla compositiva Strummer-Jones funcionaba muy bien. Pero la dispersión de los miembros de The Clash significó un problema para encarar el nuevo disco. Mick Jones estaba triplemente enamorado: por un lado, de la actriz y cantante Ellen Foley; por otro lado, de la ciudad de Nueva York, destino elegido por él para grabar Sandinista! -sin mucha preocupación por la opinión del resto del grupo- por lo que gran parte del disco se registró en los estudios Electric Ladyland; finalmente, amor por una cultura que emergió a la par del punk pero del otro lado del Atlántico, la cultura rap cuya banda sonora era el hip hop. El resultado quedaría plasmado en varios temas, pero especialmente en el que abre Sandinista!: “The Magnificent Seven”, una semblanza sobre la alienación, que incluye referencias a Marx y Engels y que marcó el hito de ser el primer rap compuesto e interpretado por músicos no estadounidenses. Apenas por un mes no llegaron a ser los primeros blancos en hacerlo: en noviembre Blondie había lanzado el disco Autoamerican en el que incluían el tema “Rapture”, de relación explícita con la cultura rap ya desde el nombre.
“The Magnificent Seven”, que como parte de los festejos del 40° aniversario estrenó ayer un video en Youtube elaborado por el músico y documentalista Don Letts, también fue un poco producto de la casualidad y de esta dispersión de la banda: el bajista Paul Simonon se había tomado unas vacaciones que incluyeron pulular por Canadá junto a los ex Sex Pistols Steve Jones y Paul Cook para filmar la peli Ladies and Gentlemen: The Fabulous Stains, por lo que debió ser reemplazado en varios momentos de grabación en el estudio por Norman Watt-Roy, bajista de los Blockheads (la banda de Ian Dury) que llegó convocado por Mick Gallagher, tecladista de la misma banda que participaba en las giras de The Clash y que se involucró en Sandinista!. Aunque no figuran en los créditos, gran parte del tema que abre el disco es producto de una zapada de estos músicos.
Aunque por momentos es un poco desparejo, Sandinista! contiene gemas como “Hitsville U.K.” (homenaje cantado a dúo por Mick Jones y Ellen Foley dedicado al impacto que tuvo en el Reino Unido el Motown, famoso sello de la música soul norteamericana), “Ivan Meets G.I.Joe”. “Something about England”, “Rebel Waltz”, “Somebody Got Murdered”, “Up in Heaven (not only here)”, el cover de The Equals “Police on My Back”, “Charlie don´t Surf” (referencia a Vietnam y a una escena de Apocalypse Now), entre varias otras.
Pero mención aparte merecen momentos altos de reggae (algo que era rasgo distintivo de The Clash desde sus inicios) con temas como “One More Time”, “Junco Partner” o “The Equaliser”, todo en lo que se encuentra la huella del legendario Mickey Dread (que ocupó el rol de productor de varios temas, aunque no se lo reconoce en los créditos); el ambiente sombrío de temas como “The Call Up” y el manifiesto antiimperialista que es “Washington Bullets”, donde está a la orden del día la denuncia de la injerencia yanqui -y también británica- en golpes de estado e invasiones alrededor del mundo. Todo esto hizo de Sandinista! una obra muy influyente en su época y para los años subsiguientes: la música de Manu Chao, el giro que hicieron en los ´90 bandas latinoamericanas como Los Fabulosos Cadillacs o el interés por el tercer mundo de artistas como los Manic Street Preachers, no se podrían explicar sin tener en cuenta este disco.
40 años después, con un Daniel Ortega cuestionado y administrando la miseria en Nicaragua, parece muy lejana aquella era en términos políticos. Pero para una banda proveniente de uno de los centros imperiales del mundo en aquel contexto de 1980 era muy audaz pronunciarse por el sandinismo, por la insurrección que barrió con el dictador Somoza y por todo el imaginario que esto traía asociado. Según una leyenda que circuló durante un tiempo, algunas regalías del disco fueron a parar a colaborar con el Frente Sandinista de Liberación Nacional; todo parece indicar que es solamente un mito. Lo que sí es cierto es que en el catálogo de la CBS hicieron figurar a Sandinista! con el un código al que le adosaron el misterioso FSLN 1, alusión bastante obvia.
Aunque quedó opacado por el prestigio de London Calling (1979) y por el éxito de Combat Rock (1982, a la postre último disco oficial de la banda sin contar Cut The Crap que fue obra de una formación diezmada), Sandinista! marcó época y provocó un brote de creatividad en los Clash cuyo impulso llegó hasta gran parte del disco Spirit of St. Louis (1981) de Ellen Foley, la pareja de Mick Jones en esos años, un disco solista que tranquilamente se podría considerar como parte de la discografía clashera ya que varios temas son fruto de la dupla Strummer-Jones. Es una pena que temas que están en ese disco no hayan integrado Sandinista!.
De todas formas, el riesgo valió la pena: la aventura más audaz de The Clash terminó siendo considerada por especialistas y artistas como una de las grandes obras de la música contemporánea. No es para menos: a su manera, así como el pueblo nicaragüense encendió las esperanzas de revolución en Centroamérica, los Clash revolucionaron otra vez el panorama musical de su época.