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PERFIL. Schiaretti, el setentista neoliberal

Quién es ese hombre sesentón, de aspecto desgarbado y voz arenosa que se ha transformado en uno de los actores políticos más importantes de Córdoba. Aquí, un recorrido por su historia (los 70, Domingo Cavallo, el menemismo) y la actualidad: su amistad con Mauricio Macri, la unidad del peronismo y hasta un posible acuerdo con el kirchnerismo cordobés.

Luis Bel

Luis Bel @tumbacarnero

Domingo 29 de abril de 2018

“Olé, olé, olé, olé… Gringoo, Gringoo” El tradicional cantito futbolero utilizado por las hinchadas de todo el país para ovacionar a algún ídolo ocasional, resonó fuerte en el recinto de la Legislatura cordobesa el primero de febrero pasado. El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, acababa de reponerse de una lipotimia sufrida durante la apertura del año legislativo y la barra pejotista que ocupaba los palcos para la ocasión lo festejaba como un gol.

“Ya me pasó otras veces, se me pasa con un vasito de Coca Cola” bromeó para la tribuna y siguió leyendo el discurso con su voz cansina.

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El “Gringo”, como le dicen desde su juventud, ha sido uno de los personajes principales de la política cordobesa y nacional desde los 80 a esta parte. La mayoría lo conoce por ser quien se ha turnado, junto a José Manuel De la Sota, en el gobierno de la segunda provincia más rica del país durante los últimos 19 años. Schiaretti fue gobernador en el período 2007-2011 y sucedió en 2015 al “Gallego”, que dejaba atrás su tercer período al frente del ejecutivo provincial.

Pero más allá de conformar una de las relaciones simbióticas más exitosas de la historia política reciente, Schiaretti ha intentado cultivar siempre un perfil diferente al de su otrora compañero de fórmula en Unión por Córdoba: mientras De la Sota reivindica y pide justicia por José Ignacio Rucci, al mismo tiempo que repite el nefasto argumento de los genocidas sobre que “las Madres tendrían que haber cuidado mejor a sus hijos”; Schiaretti asistió a la sentencia de la megacausa La Perla y hasta se quebró emocionado cuando el cerco de micrófonos lo rodeó a la salida de Tribunales Federales I, tras recordar a la militante de Montoneros desaparecida Graciela Doldan.

Schiaretti cursó sus estudios secundarios en el Liceo Militar General Paz, de donde egresó en 1965 con medalla de oro al mejor promedio académico y con el título de Subteniente de Reserva. Muchos le adjudican una participación en el Cordobazo y aseguran que estuvo presente en Ezeiza el día de la masacre.

A comienzos del año pasado, el actual gobernador confesó en una entrevista que le realizó el periodista Juan Pablo Cosutta, que fue baleado en una pierna por un grupo de policías de civil en 1970, cuando con un grupo de estudiantes salía de la sede del sindicato de Luz y Fuerza, situado a metros de la Cañada, en pleno centro cordobés.

Schiaretti militaba por aquel entonces en el Integralismo católico, una corriente estudiantil que incluía al peronismo, por la que también pasó Domingo Cavallo. Cuando el periodista preguntó por qué no había hablado antes sobre el tema, el gobernador respondió: “La verdad es que nunca me detuve a pensar si tiene que ser mencionado, si es importante o no”.

Aunque para Juan Carlos Schneiter, uno de los estudiantes que lo acompañaba ese día, la demora en reconocer que participó de los setenta se debe a otra cosa: “Como tenía una protección a través de Cavallo, supongo que taponó cualquier tipo de información que lo ligase directamente. Recién se mostró junto a los organismos de Derechos Humanos en los últimos años, con los juicios”, afirmó a Cosutta.

¿Oportunismo político para ganar simpatía en los votantes del ya de por sí debilitado kirchnerismo cordobés? No suena demasiado descabellado.

Pero ¿quién es entonces Juan Schiaretti, uno de los hombres más poderosos de la provincia, y, como él mismo se ha encargado de recalcar, íntimo amigo de Mauricio Macri? Repasemos.

Sur, exilio y después

Luego de ocupar un cargo técnico en la Dirección de Comercio e Industria de Córdoba en 1974, durante la gobernación de Obregón Cano, se muda con su familia a Neuquén tras ser amenazado por la Triple A. En la provincia patagónica ocupa un cargo jerárquico en el Banco de la Provincia, hasta que, en 1976, luego del golpe, se exilia en Brasil.

Ya en Belo Horizonte, ingresa a la Fiat Automoveis S.A., donde llega al cargo de vicedirector administrativo.

Hasta allí, podríamos hacer un recorrido wikipediano por un pasado escrito un poco a la medida del “Gringo”. Pero rasguemos un poco más la superficie.

El año pasado finalizó en Córdoba el llamado “juicio a los magistrados”, donde se dictaron condenas menores a un ex juez y un ex fiscal de la dictadura. Uno de los testigos fue el actual vocal del Tribunal Superior de Justicia de la provincia, Luis Enrique Rubio, que en ese momento actuó como abogado defensor de presos políticos. Rubio narró que había algunos mecanismos que posibilitaban la huida de sus defendidos. “Había un comisario de la Federal. No recuerdo el nombre, estoy hablando del 76. Voy a dar tres nombres. Estaba un contador, Alberto Luque, uno Carlos Checura y un contador, Schiaretti. En estos casos la intervención del doctor Domingo Cavallo hizo que los tres pudieran salir del país. Alberto Luque a Ecuador, Checura a Venezuela y Schiaretti a Brasil”, declaró Rubio.

No era la primera vez que el ex Ministro de Economía menemista era nombrado en un juicio por delitos de lesa humanidad. En 2013, el represor Héctor Pedro Vergez, alias “Vargas”, declaró que “en la Pritty (empresa cordobesa de gaseosas) Cavallo entregó listas. Cuando le molestaba algún sindicalista, alguna persona, hacía un llamadito y se deshacía de la gente”.

Tales eran los lazos que tenía con las fuerzas represivas genocidas el ex presidente del Banco Central. Artífice, además, de la estatización de la deuda privada sobre el final de la dictadura. Y tales eran los lazos que sostenía Schiaretti con Cavallo, lazos que, lejos de romperse, se consolidarán a partir del 83.

Desde esa posición, el actual gobernador se relacionó con el mayor órgano difusor de ideas políticas y económicas de mercado, la Fundación Mediterránea (FM).

Según reza en su propia página web, la Fundación Mediterránea es “una asociación civil sin fines de lucro creada en la ciudad de Córdoba, República Argentina, el 6 de Julio de 1977, por iniciativa de 34 empresas de la provincia de Córdoba, convocadas por el señor Piero Astori, con el objeto de: promover la investigación de los problemas económicos nacionales, contribuir al mejor conocimiento y solución de los problemas económicos latinoamericanos y crear un foro apartidista donde se discutan los grandes problemas nacionales y latinoamericanos”. Otro de los nombres fuertes de la FM era Fulvio Pagani, dueño de Arcor, una de las empresas más beneficiadas durante el período 1976-1982.

Con el surgimiento de la FM también nació el Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), la usina de pensamiento o “think tank” de la Fundación, integrada en mayor parte por economistas e intelectuales formados en el exterior. Su director y encargado de traer al país y a la región las discusiones económicas que se estaban dando a nivel global, era Domingo Cavallo, la “joya de la abuela”, doctorado en la Universidad de Harvard.

De la mano de la IERAL es que Cavallo llega a ser funcionario de la dictadura y luego del gobierno de Carlos Menem. Es justamente durante estos dos períodos, los de mayor injerencia política de la Fundación Mediterránea, que el salario real cae más bruscamente en puntos porcentuales.

El neoliberalismo los cría y el menemismo los amontona

Con todo lo dicho anteriormente, no es casualidad que, al finalizar la dictadura cívico-militar, Schiaretti regresara al país y fuera contratado en 1985 como gerente financiero del Grupo Industrial Astori. Como tampoco es azaroso que hasta el día de hoy participe de los almuerzos anuales de la Fundación, donde por lo general anuncia las medidas políticas más importantes a tomar en su gestión. Como para que quede claro para quien gobierna.

En los años menemistas, la carrera política del “Gringo” estuvo atada a la suerte del entonces “superpoderoso” Ministro de Economía. El “Mingo” lo designó subsecretario de Integración Latinoamericana y luego secretario de Industria y Comercio durante el primer gobierno de Carlos Menem, uno de los períodos de mayor desindustrialización de la historia.

Y es precisamente con el respaldo de Cavallo que Schiaretti se enfrenta en las internas peronistas de 1993 a su luego compañero de fórmula José Manuel De la Sota y llega a ser diputado nacional por Córdoba, puesto que dejará ese mismo año para pasar a ser interventor de Santiago del Estero hasta 1995.

Schiaretti, el interventor

Puede que esto comience a parecerse más a un perfil de Domingo Cavallo que al de Juan Schiaretti, pero es que el destino político de este último es indisoluble del primero.

La intervención federal a la Provincia de Santiago del Estero fue pergeñada por Domingo Cavallo, Eduardo Bauza y Carlos Menem. En la revista santiagueña La columna N° 244 de 1998, se aseguraba que fue el propio ministro quien le informó a Schiaretti de su nuevo destino. También que una de las misiones del cordobés era encarcelar a casi todo el gabinete saliente y echarle la culpa de la crisis provincial al corrupto sistema político santiagueño. Santiago del Estero, de la mano del gobernador Carlos Mujica, era una de las voces disidentes a las políticas económicas bajadas desde Nación.

Los santiagueños no tienen precisamente la mejor remembranza de la intervención schiarettista.

En 2008, La Voz del Interior publicaba una nota donde se afirmaba “Allí, el paso de Schiaretti es uno de los peores recuerdos en la vida de los jubilados santiagueños. Como interventor federal firmó el decreto de transferencia de la Caja de Jubilaciones de la Provincia a la Nación, en 1994. Antes había enviado a la Legislatura los proyectos de ley 6.015 (reducción de haberes de trabajadores estatales) y ley 6.016 (reducción de haberes jubilatorios), que se aprobaron dos meses antes de la transferencia de la Caja a la Nación”. Más adelante veremos que esto de ajustar jubilaciones y empleados y empleadas estatales se le volvería costumbre.

En junio de 1998, Clarín titulaba: “Escándalo informático: causa abierta en la justicia de Santiago del Estero. Investigan a Schiaretti por una cuenta de 3 millones en Suiza”.

Algunos medios locales iban un poco más lejos, llegando a involucrar al interventor y sus funcionarios al ambiente de la noche.

También le queda como “souvenir” de su época intervencionista una causa por sobresueldos. Causa en la que, por supuesto, nunca fue llamado a declarar.

La reconciliación con De la Sota

Luego de ser derrotado en las internas del PJ en 1998 cuando peleaba por la intendencia de la capital cordobesa, el “Gringo” decidió apoyar la candidatura de José Manuel De la Sota, quien ganó la gobernación por primera vez con la coalición Unión por Córdoba (UPC) y lo designó Ministro de Producción (paradójicamente Schiaretti siempre estuvo ligado a la función pública en el sector de la producción en los momentos en los que peor le fue a ésta).

En 2001 vuelve a ser diputado nacional por Córdoba y en 2002, luego del “default”, asume como Ministro de Producción y Finanzas de la provincia en la época del “rescate” de los controvertidos bonos provinciales “Lecor” que había puesto en circulación De la sota en 2001.

Ya en 2003 acompañaría la fórmula provincial de UPC con el cargo de vicegobernador.

Un gringo gobernador, un gringo ajustador

La llegada de Schiaretti a la gobernación tuvo lugar en medio de uno de los mayores escándalos electorales que recuerde la historia reciente de la provincia. En septiembre de 2007, el candidato oficialista le ganaba por un ínfimo 1,1 por ciento al Frente Cívico y Social encabezado por el ahora cambiemita Luis Juez, quien por esa época ocupaba el espacio político progresista cordobés.

Como hiciera en Santiago del Estero, una de las primeras grandes medidas que tomó Schiaretti como gobernador fue el ajuste a las jubilaciones a través de la llamada Ley de Emergencia Económica, que recortaba en alrededor de un 27 por ciento los haberes previsionales de quienes cobraban por la caja provincial.

Votada (como ya es costumbre) en una Legislatura vallada y en medio de una feroz represión a los trabajadores y trabajadoras estatales que resistían la medida, las imágenes de la Córdoba que lucha recorrieron las pantallas de los principales medios nacionales.

Cualquier similitud con lo ocurrido en diciembre pasado en el Congreso Nacional no es pura coincidencia.

Asumido su segundo período como gobernador en diciembre de 2015, luego de otro paso por la cámara baja nacional (2013-2015), derogó el pago diferido de los magros aumentos jubilatorios (De la Sota había aprobado el pago de los aumentos 6 meses después de otorgados) pero volvió ajustar los haberes de los jubilados provinciales terminando con la conquista del 82 por ciento móvil.

Este nuevo robo a los trabajadores y trabajadoras cordobesas lo llevó a cabo Unión por Córdoba con el apoyo del PRO local. Así, se modificó la fórmula del cálculo del monto del haber jubilatorio. Si antes se cobraba un 82 sobre el 100 por ciento bruto del salario, ahora el cálculo se realizaba sobre el 89 por ciento del salario activo.

Mi amigo Mauricio

Schiaretti se ha mostrado como uno de los gobernadores más alineados con el gobierno nacional y las políticas de ajuste que entrambos llevan adelante. Como bien dice el diario La Nación: desde que asumió la presidencia Macri, el mandatario cordobés lo llamó 5 veces “amigo”, al mismo tiempo que critica algunas de sus medidas para la prensa, haciéndole un guiño al peronismo autóctono.

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Más allá de algún que otro berrinche cordobesista para la tribuna en época electoral, ya sea al frente de la devaluada “Liga de gobernadores” que firmó el Pacto Fiscal, o aportando sus diputados (con su esposa Alejandra Vigo a la cabeza) para el saqueo que significó la última Reforma Previsional, “Juancito”, más que un buen alumno de Cambiemos, ha sido prácticamente un maestro para lo que ya viene practicando como un deporte desde los 90, que es el ajuste constante a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Parado sobre los pilares de una burocracia sindical adicta y los sectores patronales ligados al agro, las multinacionales automotrices y la obra pública (de la mano de las empresas beneficiadas por la “patria contratista”), Schiaretti ha logrado consolidarse en el poder logrando acuerdos estratégicos con los diferentes actores políticos provinciales, que, en definitiva, gobiernan también para los mismos sectores. Estas alianzas han sido puestas a prueba a la hora de atacar a diferentes sectores de trabajadores, como por ejemplo ahora está sucediendo en EPEC. Allí, tanto el gobierno provincial, como el nacional, alineados con los intereses del sector privado energético, van contra las conquistas históricas de los trabajadores y trabajadoras con los grandes medios locales como aliados para quizás avanzar en algo que ni los 90 pudieron: la privatización de la Empresa de Energía de Córdoba.

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En los últimos meses ha existido un acercamiento entre el deshilachado kirchnerismo cordobés y Unión por Córdoba. Bajo el pretexto de “unir al peronismo para enfrentar a Macri en 2019”, incluso se le permitió al impresentable PJ local encabezar la columna de los partidos políticos en la tradicional marcha del 24 de marzo.

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En declaraciones recientes, Schiaretti apoyó el tarifazo aplicado por su amigo Mauricio contra el bolsillo del pueblo trabajador, mientras que, en su provincia, donde Unión por Córdoba gobierna desde hace casi dos décadas, la pobreza estructural ronda el 40 por ciento según las últimas estadísticas y la precarización laboral es política d estado mediante planes como el Plan Primer Paso (PPP), que Macri quiere aplicar a nivel nacional. En definitiva, no es de extrañar, ambos profesan admiración por el mismo nefasto personaje: Domingo Cavallo.

“[El poder] Es efímero y lo sé. He visto a muchos dioses caídos. El poder tiene sentido si sirve para transformar la vida de la gente. El poder cambia a los que no conocen el poder. Y yo lo conozco”, declaró Schiaretti a Clarín apenas ganadas las elecciones que lo catapultaban a la gobernación en 2007.

Que conoce el poder, de eso no hay dudas. Que no cambia a las personas y que sirve para “transformarle” la vida a la gente, como dirían los pibes y las pibas ahora: “Esa… Esa te la debo”.