El rezago educativo ha tenido lugar en México desde antes de la pandemia, sin embargo, ésta lo agudizó por la falta de una política para abatir la falta de recursos materiales y tecnológicos durante la contingencia.
Jueves 11 de mayo de 2023
1 millón 139 mil 571 estudiantes abandonaron las escuelas durante los ciclos escolares 2020-2021 y 2021-2022 y, según los resultados de la Medición Multidimensional de la pobreza 2020, el 19.2 % de la población nacional presenta rezago educativo, es decir, 24.4 millones de personas.
Al respecto, intelectuales de derecha y en oposición al gobierno de la 4T han dado su opinión acerca de la situación criticando que no hay una estrategia que resuelva el problema pero planteando salidas más acordes con los intereses empresariales, apegados a la reforma educativa de Peña Nieto que fue impuesta a sangre y fuego en 2013 y que el organismo Mexicanos Primero, defendió enfáticamente.
Este organismo de corte empresarial, advierte que el rezago podría ser de hasta 4 sexenios (24 años). Una de sus propuestas contra está situación consiste en incrementar el número de horas de clase, en la lógica de que entre más tiempo de clase tengan las y los estudiantes –sin importar las condiciones– es mejor para garantizar la obtención de más aprendizajes.
Aunque dicen sostener el argumento de que hay mejoras en el aprendizaje con más horas de clase en diversas pruebas, no mencionan cuáles son y deciden ignorar que la mayoría de los alumnos están de 4 a 9 horas por día en aulas abarrotadas, sin atención personalizada, y que las condiciones de infraestructura y el mobiliario con las que trabajamos las y los docentes son antipedagógicas, mismas que las y los estudiantes soportan y, a veces, terminan por detonar situaciones violentas dentro de la escuela.
México es uno de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con más horas de clases en nivel básico (800 a 1800) y los resultados para abatir el rezago no son favorables, resultan mejores en países con menos horas lectivas como Finlandia (677) o Estonia (619); sin embargo, el desempeño académico parece estar más relacionado con las condiciones educativas que con el tiempo invertido.
Por ejemplo, las y los estudiantes estarían en mejores condiciones para aprender si las y los docentes atendemos grupos reducidos, de entre 14 y 20 estudiantes por clase, como incluso recomienda la misma OCDE y, con ello, se evitaría el hacinamiento en las aulas.
Para esto, es necesario construir una cantidad suficiente de escuelas en el país, donde las zonas rurales no queden abandonadas y haya clases en turnos matutino, vespertino y nocturno, pues muchos estudiantes trabajan para poder sostener sus estudios.
Además de contar con espacios adecuados e inclusivos, con servicio de internet, laboratorios, instalaciones deportivas, bibliotecas, etc., contar con una o dos raciones de comida, útiles y uniformes en las escuelas facilitaría que las familias pudieran sostener la educación de niñas, niños y adolescentes, pues los salarios no alcanzan para cubrir todos los gastos.
De igual forma, contar con servicio médico y psicológico para dar atención a sus problemas e inquietudes.
¿Cómo se podrían garantizar todos estos servicios?
Por su parte, Marco Fernández, miembro del Tecnológico de Monterrey y de México Evalúa y Marion Lloyd, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, concuerdan con la gravedad de la falta de una política nacional con estrategias de evaluación y recuperación para las y los estudiantes que presentan rezago.
A pesar de que las y los docentes aplicamos un examen diagnóstico al inicio de cada ciclo escolar para elaborar los planes de clase con un momento propedéutico para cada aprendizaje, la realidad es que la Secretaría de Educación Pública (SEP) no toma en cuenta esas valoraciones y opta por la aplicación de diagnósticos estandarizados, como Mejoredu, a pesar de que la 4T prometió terminar con las evaluaciones estandarizadas de organismos proempresariales como la OCDE, el Banco Mundial (BM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Esto da cuenta de que, tanto el gobierno como la oposición pretenden que seamos las y los docentes quienes resolvamos el problema del rezago, así como los problemas emocionales y sociales, como la drogadiccióny el tráfico de drogas en las escuelas.
En la CDMX, el gobierno de Claudia Sheinbaum utiliza a docentes de PILARES para brindar asesorías gratuitas de regularización a estudiantes de nivel básico que lo requirieron por fuera del horario escolar, eso puede ser una opción, siempre que el personal de esta dependencia sea reconocido por su labor de trabajo y no como becarios sin derechos ni estabilidad laboral, sino que podrían ser contratados por la SEP y ésta debe proporcionar los recursos necesarios para llevar a cabo esta labor.
Del mismo modo, debe contratar las plazas que hagan falta, como las de médicos y psicólogos, mismas que deben ser basificadas, con salarios acordes con la canasta básica y que aumenten de acuerdo a la inflación. Si todo esto se tuviera de forma gratuita no habría necesidad de dar becas, pues el problema no es individual sino de carácter social.
El presupuesto para cubrir todo lo dicho se puede obtener de imponer impuestos progresivos a las grandes fortunas, como las que poseen los miembros de Mexicanos Primero, de dejar de pagar la deuda externa e interna del país y de dejar de invertir en la militarización a través de los recursos a Sedena, la Marina y a la Guardia Nacional.
Esto no lo vamos a lograr si no nos organizamos escuela por escuela y zona por zona para recuperar nuestros derechos y defender la educación pública.
Marcha con Nuestra Clase-Pan y Rosas este 15 de mayo a las 10am en Metro San Cosme, Cdmx.
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