En un acto en Mar del Plata que cerró el referente papal Juan Grabois, se conformó el Frente Patria Grande. Para los sectores que lo impulsan significó la subordinación a la hoja de ruta vaticana y del peronismo. Tensiones.
Octavio Crivaro @OctavioCrivaro
Miércoles 31 de octubre de 2018
En un patio de la sede del SUTERH en Mar del Plata se reunieron unas 200 personas para lanzar el Frente Patria Grande, con Juan Grabois como figura estelar y con la ex presidenta Cristina Fernandez de Kirchner “auspiciando” el acto desde una pantalla que proyectó un saludo a la distancia. Los convocantes fueron Patria Grande, el Movimiento Popular La Dignidad, el colectivo de mujeres Mala Junta, La Colectiva de Córdoba, el movimiento de inquilinos de Capital, entre otros agrupamientos y organizaciones. Entre los y las referentes presentes se pudo ver, además de Grabois, a Itai Hagman y Martín Ogando (referentes de las dos alas en las que se agrupan en Patria Grande), la joven referente porteña Ofelia Fernández, Majo Gerez de Rosario y la cordobesa Cecilia Merchán, entre otros y otras.
Los y las asistentes provinieron de distintos colectivos feministas, movimientos sociales y agrupaciones. Algunas de estas organizaciones definieron, años atrás, que su política era “apoyar lo bueno y criticar lo malo” del kirchnerismo, cosa que hacían manteniendo una frágil independencia organizativa. En este acto no solamente terminan de entrar en el armado interno del kirchnerismo sino, como veremos, más de conjunto quedan atrapados como ala “izquierda” de la rosca del peronismo más conservador y, nada menos, del lobby vaticano. Este salto ya mostró sus primeros cortocircuitos en el propio acto.
Mínimos comunes denominadores
Hubo dos ejes que fueron consensos, al menos, mayoritarios en el conjunto de los oradores y las oradoras. Resumidamente podemos sintetizarlos: enfrentar al modelo neoliberal que encarna el gobierno de Mauricio Macri y, para ello, apoyar la candidatura de Cristina como herramienta única para oponer a Cambiemos. Esto no exento de contradicciones o contrapuntos velados. El orador del Movimiento La Dignidad, sin embargo, apuntó a la necesidad de trascender la figura de Cristina y señaló la importancia de sumar a otros sectores del peronismo y en particular a Hugo Moyano. Mencionar la figura del dirigente camionero como parte de un armado “progresista”, en la misma ciudad donde Moyano participó, durante la década del 70, en la ultraderechista CNU, banda de la derecha peronista que atacaba estudiantes y activistas, es un despropósito, por no decir una provocación. Grabois, por su parte, dijo que quería que vuelva Cristina, pero “sin los que predican la revolución desde Puerto Madero y los que tiran los bolsos en un convento”. O sea que Grabois quiere que Cristina no sea Cristina.
La otra arista común a todos los discursos fue la ausencia de toda referencia a la lucha del pueblo trabajador como método y sujeto para derrotar a Macri, el FMI y su plan. La única manera concebida por estos sectores para oponerse al macrismo es esperar a las elecciones del 2019, cuando hoy mismo está en curso la discusión del presupuesto, que de aprobarse implicaría una declaración de guerra contra las conquistas de las masas. Enfrentar esa batalla no fue una de las preocupaciones del acto, ni por las tapas. Por el contrario, algunos de los impulsores del Frente participaron de la marcha a Luján. Allí la que la dirigencia sindical moyanista y K, en un mismo acto, renunció a movilizar masivamente al Congreso para la votación en Diputados del Presupuesto, y sinceraron de manera vergonzosa la subordinación política a una Iglesia que es garante de la paz social y el hambre del macrismo y en particular de María Eugenia Vidal.
Si miramos esta imagen, muy sencillamente podemos explicar la ausencia de los centros de estudiantes y federaciones que tienen a Patria Grande en sus conducciones el 24 en el Cámara de Diputados. Aparentemente, no se trata sólo de darle fuerza a CFK sino también a su política (y la de la burocracia sindical) frente al gobierno de Macri y el peronismo entreguista: dejar liberada la calle en 2018 mientras dicen que “hay luz” en el 2019.
Que la paz (social) esté contigo
El espejo de Brasil, donde Bolsonaro fue ganando terreno sobre desmoralización provocada por la renuncia de los sindicatos y la CUT a pelear contra el golpe institucional de Temer, contra el ajuste del gobierno golpista y contra la proscripción de Lula, para el Frente Patria Grande conduce a la conclusión de que tiene que sumarse a la rosca electoral del peronismo. La mención a la pelea en las calles, la organización en los lugares de trabajo y estudio, y la batalla contra la aprobación del presupuesto en el Senado, llamando a un paro general y una movilización masiva, no existieron. En la semana de su nacimiento, el Frente comete un acto de cobertura centroizquierdista a la traición sindical.
En su discurso, Grabois aclaró que no es soldado de Cristina ni de nadie, pero su cuenta de Twitter demuestra que el dirigente social sí tiene un Comandante al cual responde: Grabois solo sigue al Papa. En esta red social y en la vida misma. Más aún, mientras los dirigentes convocantes aún reivindicaban haber realizado este encuentro como un “armado” centoizquierdista, Grabois se apresuró a romper algunos corazones: al otro día declaró que “no tendría problema en sentarme con Urtubey para derrotar a Macri”. En este guiño al cuasi macrista, derechista y clerical gobernador de Salta, Grabois confirma una sospecha ubicua: para él, quizá, este Frente no sea más que un trampolín para validarse como interlocutor en la rosca con el peronismo más monstruoso. Para Patria Grande y otros colectivos afines, por su lado, este “cónclave” tiene como finalidad encarecer sus acciones para su entrada al kirchnerismo sin gloria pero con pena, profundizando hasta el final la línea que ya se vio de participar de las PASO peronistas en Capital junto a Guillermo Moreno, o de impulsar los llamados “Diálogos Abiertos” en Rosario, buscando armar listas con el peronismo y el kirchnerismo local. La discusión que recorrió a Patria Grande los últimos años entre disolverse en el kirchnerismo o fusionarse con “los papales” terminó con una fusión de ambas líneas: ni de izquierda ni independientes.
No se enojaron con la Iglesia
El acto de lanzamiento del Frente Patria Grande fue el escenario de un encuentro imposible entre referentes mujeres que, más allá de sus posturas, fueron parte activa de la pelea por el derecho al aborto seguro, libre y gratuito, y un referente social de la institución que más apostó, movilizó e hizo lobby parlamentario para voltear la ley: la Iglesia Católica. Más allá de las tensiones obvias de este Frente, la resolución del “conflicto” fue reaccionaria: las feministas presentes claudicaron a la impronta papal de Grabois, que cerró el acto con sutiles burlas a la lucha de las mujeres y al lenguaje inclusivo. En la presentación del Frente Patria Grande, a diferencia de las millones de mujeres que no se dieron por derrotadas, el púrpura de las sotanas derrotó al verde los pañuelos.
Ya dijimos, la reunión juntó a mujeres feministas, activistas trans y a referentes de las “pibas” de la marea verde. Los discursos de todas ellas, por supuesto, fueron a favor del derecho al aborto legal y de otras demandas del movimiento de mujeres, disidencias sexuales y de las travestis y los y las trans. Ofelia Fernández, que es referente para muchas jóvenes mujeres, con la irreverencia que la caracteriza dijo que los tibios se “la secan”, lo cual fue abiertamente un palo para Grabois.
Pero, lamentablemente, el escenario de conjunto tenía como fin (y también como principio) subordinarse a un referente cuyos preceptos ninguna de las presentes desconoce lo retrógrados que son. De hecho, hace meses, cuando Grabois dejó en claro su oposición a la interrupción voluntaria del embarazo, fueron no pocas las referentes de este espacio que cuestionaron sus dichos. Bueno: esto culminó en Mar del Plata con la subordinación de este sector de feministas a un exponente de la misógina Iglesia antiderechos. La incomodidad y la tensión, claro, se cortaban en el aire.
Grabois hizo notar su localía, en todo momento. En efecto, se “mofó” del feminismo: dijo que le hicieron un “femitest”, que es medio “conserva” y que apoya la paridad de género en las listas, pero que quiere un cupo para los pobres y “las pobras” (sic). Pero en ese juego retórico había un ganador de antemano y era claramente Grabois, que impuso que, más allá de los discursos, la pelea por el derecho al aborto y por los derechos de las mujeres, no son parte de los objetivos del Frente Patria Grande. No vaya a ser que se ofenda el Santo Padre que atiende en Roma.
Aunque todo este año hubo enormes peleas de los trabajadores y las trabajadoras contra el ajuste, de las mujeres por el derecho al aborto y de los y las estudiantes por la educación, parece que la líbido en “su” Patria Grande no es apostar a que esas luchas den un salto y derroten al plan de Macri de conjunto, abriendo la posibilidad de una salida a favor del pueblo trabajador, sino fundamentalmente apostar a una salida electoral donde las luchas son meramente decorativas de una estrategia electoralista y de disolución en el peronismo. Y en el interín, compañeras feministas se pierden en los laberínticos pasillos marmolados del Vaticano.
Poner la otra mejilla o combatir al capitalismo
Para Grabois y la CTEP el lanzamiento del Frente Patria Grande le plantea la oportunidad de pintarse de color progresista, apoyándose en otras organizaciones con el objetivo de fortalecer “las divisiones del Papa” en la articulación peronista. Para compañeros y compañeras que vienen de la experiencia de la izquierda independiente, expresa la consumación de la incorporación política a uno de los aparatos tradicionales del dominio social de los capitalistas como es el peronismo y, al mismo tiempo, una capitulación inédita e irreversible a la Iglesia.
Las discusiones que durante años hicimos fraternalmente sobre las consecuencias de la falta de independencia política, terminan con el sabor amargo de la entrada a ser un mero adorno de un peronismo que, tomado de conjunto, es el mayor elemento estabilizador del macrismo. Frente a la crisis nacional y la emergencia de una derecha como la de Bolsonaro en Brasil, la pelea por poner en pie una fuerte izquierda con peso entre los trabajadores, las luchas del movimiento de mujeres y las movilizaciones de la juventud, tiene hoy más vigencia que nunca. El planteo del PTS de pelear por un partido unificado de la izquierda anticapitalista, junto a miles de activistas obreros y estudiantiles, apunta a pensar en grande, pero desde la izquierda, sin bajar ninguna bandera ni buscar atajos que lleven a nuevas frustraciones y a futuras derrotas.
Octavio Crivaro
Sociólogo, dirigente del PTS y candidato nacional por el Frente de Izquierda-Unidad en Santa Fe.