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Elecciones 2019. Seis claves para entender las elecciones tucumanas de este domingo

Con un peronismo dividido, Manzur va por la reelección. Elías de Pérez, la candidata de Macri, pelearía por ubicarse tercera. El Frente de Izquierda y una campaña por la agenda de los trabajadores, las mujeres y la juventud.

Maximiliano Olivera

Maximiliano Olivera @maxiolivera77

Viernes 7 de junio de 2019 11:00

Este 9 de junio se realizarán las elecciones provinciales de Tucumán, donde se vota por gobernador y vice, se renuevan las 49 bancadas de la Legislatura provincial, se eligen los intendentes de 19 ciudades con sus respectivos concejos deliberantes, y también 93 delegados comunales. 18.296 tucumanos son candidatos para alguno de estos cargos, por lo que se estima que hay 1 candidato cada 65 votantes.

Presentamos aquí seis claves para entender el escenario en el que se desarrollarán las elecciones de este domingo.

1. El régimen fraudulento de los acoples

Muchos recordarán las imágenes de las escandalosas elecciones de 2015. Cuartos oscuros abarrotados de boletas, acarreo de votantes, peleas y, sobre el final de la jornada, hasta urnas quemadas. Todo esto fue consecuencia del régimen electoral provincial, donde los acoples son la ley y la trampa. Detrás de cada acople se encuentra el engranaje de punteros que regimentan los barrios.

Incorporados en la Constitución provincial de 2006, un acople es un “partido” o alianza que acuerda apoyar a un candidato a gobernador o intendente de otro partido o alianza. Por ejemplo, un candidato a gobernador puede acordar con un sinfín de listas con candidatos legislativos y así sumar más votos. Se abre una dimensión de ingeniería electoral sin límites. Oficialistas con acoples opositores, macristas con acoples peronistas, bussistas acoplados al peronismo, un candidato a intendente apoyando a dos gobernadores distintos, etc. Por esas combinaciones de acoples usadas por oficialistas y opositores, se oficializaron casi 2000 boletas en blanco y negro. Mientras que los mazos de votos distribuidos para cada mesa forman una masa de más de 12 millones de papeletas (una al lado de la otra son más de 3.000 km, más que la distancia entre Tucumán y Río de Janeiro).

Este sistema se complementa con una ausencia de pauta publicitaria gratuita, por lo que los oficialismos (el peronismo en la provincia y el macrismo en la Nación) y los partidos patronales (como el de José Alperovich) vuelcan millones de pesos para comprar espacios en los medios de comunicación. Con este régimen, donde ni siquiera se da dinero para pagar las boletas, la casta política busca asegurarse seguir en los cargos e impedir que avancen fuerzas como el Frente de Izquierda.

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2. Manzur, un “opositor” de ocasión que busca su reelección

El actual gobernador Juan Manzur encaró la campaña seguro de su reelección, a pesar de que José Alperovich encabece otra lista peronista. Desde el comienzo, asumió un discurso contra Macri, asegurando que es un “opositor” al gobierno nacional. Como parte de la rosca peronista, Manzur redescubrió la adhesión a Cristina Kirchner, de quien había dicho que ya tenía el ciclo cumplido. Spot a spot, fue acercándose a la ex presidenta, reflotando imágenes y halagos de cuando fue su ministro de Salud. El golpe de gracia lo dio este miércoles, cuando logró la foto y el apoyo de Alberto Fernández.

Pero en estos años, si hay algo que Manzur no fue es opositor. Integró el grupo de gobernadores pejotistas que aportaron a la llamada gobernabilidad, es decir, acompañar la ejecución macrista del ajuste made in FMI. Así, aportó el voto de sus diputados para medidas claves como la reforma previsional, un robo a los jubilados.

El papel del gobierno provincial en el caso de Lucía, la niña de 11 años que fue obligada a ser madre, remarcó la posición antiderechos de Manzur. Su gobierno, como continuidad de los años alperovichistas, es un enemigo profundo de las mujeres, negando muchas demandas. Además, Tucumán registra enormes cifras de precarización laboral —3 de cada 4 jóvenes de entre 18 y 24 años trabaja “en negro”— y las condiciones estructurales de pobreza se mantienen, agravadas por el ajuste.

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3. Alperovich, a todo o nada

La división del peronismo es una de las particularidades de estas elecciones. Alperovich decidió competir por la gobernación, enfrentando a su sucesor. El senador confía en que su nombre es suficiente para hacerle frente al aparato pejotista que supo controlar años anteriores. En su campaña, Alperovich buscó explotar la oposición al macrismo al mismo tiempo que, al igual que Manzur, revitalizó su adhesión a CFK. Aunque cuando felicitó a Alberto Fernández vía Twitter, el senador recibió un desplante que no pasó desapercibido.

Sin sospechas de ser un progresista —al contrario, es un antiderechos nato—, Alperovich también viene de votar leyes claves para el macrismo. En tanto que una serie de actuaciones públicas, como acosar a una conductora de televisión, fueron desgastando su campaña de “un nuevo José”. Para remontar, osciló entre el silencio y la derechización de su discurso, señalando que gobernará con “mano dura” y “desde la Jefatura de Policía”. En las urnas Alperovich se juega a todo o nada, apostando a un resultado que lo sostenga como un actor de peso dentro de la provincia.

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4. Elías de Pérez y la pesada mochila de Cambiemos

La antiderechos Elías de Pérez tuvo una campaña cuesta arriba, cargando la mochila de plomo del macrismo. El desacople al gobierno nacional llega al punto de que la alianza ya no se llama Cambiemos sino Vamos Tucumán. La senadora radical buscó llevar una campaña ajena a la discusión por el ajuste macrista, tomando a la inseguridad y el narcotráfico como tópicos predilectos. Como Alperovich, afirmó que gobernará “desde la Jefatura” y para hacerlo más creíble en estos días recibió el aval de Patricia Bullrich.

Apuesta sus fichas a un buen resultado para retener la Capital de la mano de su aliado Germán Alfaro, sin escatimar en acoples. Todas las encuestas le dan un desempeño bajo, oscilando entre el tercer y cuarto puesto.

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5. Bussi, un “outsider” tardío y flojo de papeles

Con sus “ideas” de mano dura, Ricardo Bussi fue reafirmando su perfil derechista al mismo tiempo que “bolsonarizó” la agenda mediática. El hijo del genocida posó además como un “outsider”, un ciudadano más “enojado con los políticos y el gasto de la política”. Pero su discurso antipolítica guarda una gran dosis de cinismo, ya que Bussi vive de la política desde 1984. Durante esta campaña también salió a la luz que como concejal maneja 77 contratos políticos, desde donde beneficia hasta familiares y candidatos.

Las encuestas oficialistas realzaron su figura para golpear a Alperovich y Elías de Pérez, apostando a que dispute votos de ambos sectores.

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6. El desafío del Frente de Izquierda

En la vereda opuesta a los partidos tradicionales, el Frente de Izquierda (Lista 816) encaró una campaña planteando la agenda de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Con la fórmula para la gobernación integrada por de los docentes Ariel Osatinsky y Mercedes Lizondo, y con Alejandra Arreguez como principal candidata a legisladora, el FIT tiene el desafío concreto de alcanzar los 10.000 votos e ingresar por primera vez a la Legislatura. Esta pelea está ligada a superar el fraude de los acoples, que favorece a los grandes aparatos en detrimento de fuerzas como el FIT, que impulsó una campaña militante y a pulmón.

Frente al ajuste macrista y la complicidad del peronismo de Manzur y Alperovich, el Frente de Izquierda planteó un programa para que sean los grandes empresarios los que paguen la crisis. La visita de Nicolás del Caño y Romina del Pla reafirmó que el FIT la única fuerza que planteó que sin romper con el FMI y dejando de pagar la ilegítima, ilegal y fraudulenta deuda externa es imposible una salida favorable para el pueblo trabajador.

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Entre las medidas planteadas en esta campaña se destacaron la anulación de los tarifazos y la perspectiva de la estatización de los servicios públicos bajo gestión de trabajadores y usuarios; un plan de emergencia laboral, con la prohibición de despidos y suspensiones, para atacar la precarización laboral; impuestos a las grandes fortunas que sirvan para financiar un plan de obras públicas; la plena defensa de los derechos de las mujeres, como la educación sexual integral, la interrupción legal del embarazo y el aborto legal; por un plan de becas integrales para que nadie deje de estudiar. A diferencia de la casta de políticos millonarios, que despierta bronca y un visible hartazgo, planteamos que todo funcionario cobre como una docente.

Contra los falsos opositores y los defensores del ajuste que configuraron un escenario derechizado, el voto al Frente de Izquierda es un voto en defensa de los reclamos de los trabajadores, las mujeres y la juventud, y a favor de una salida obrera y popular a la crisis.


Maximiliano Olivera

Nació en Mosconi, Salta en 1989. Militante del Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS). Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.

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