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Red Internacional
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Día Contra el Maltrato a la Vejez. Ser viejo y pobre en tiempos de ajuste: “Saqué un crédito en el banco para comer”

Diálogos de hambre y asistencia. Deudas que se acumulan y jubilaciones que se evaporan. No ser la promesa elegida de ser "los primeros". Volverse la carga para un sistema que exige producir hasta morir. En el día mundial contra el maltrato a la vejez, la pelea por una vida digna.

Valeria Jasper

Valeria Jasper @ValeriaMachluk

Miércoles 15 de junio de 2022 08:52

“Entre los bancos y los jubilados, yo me quedo con los jubilados”, dijo Alberto Fernández en julio de 2019. Nada de eso ocurrió con la promulgación de la ley de movilidad jubilatoria, a comienzos de 2021, que dio (y da) aumentos por decreto. Los últimos bonos otorgados son el reconocimiento de la pérdida catastrófica que sufren los jubilados y jubiladas.

En estos tiempos de una economía que desangra los bolsillos ya esqueléticos, pasados y pisados por pandemias, guerras y crisis en un mundo embravecido, los sin nada van llenando las calles de los ombligos que gobiernan, exigiendo seguir ser.

En los ámbitos que habitan los dolores de la vejez, familias buscan un por qué ante tanto destrato a sus adultos mayores. Lo dicho (o lo que intenta decirse) a veces no alcanza y el interrogante se va como llega; vacío. Los diálogos se vuelven un largo testimonio, entre lágrimas y enfados, de las consecuencias que las políticas que todos los ismos gobernantes provocan.

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Así apareció Sofía y sus oraciones que se tornan declaraciones de millones más: “Cobro la mínima y no llego a pagar el alquiler este mes, porque tengo que ayudar a mi hija. Además me llegó el corte de la luz, ¡qué dolor tengo!. Saqué un crédito en el banco para comer; lo que me dan me dura 15 días y el crédito lo pago en 5 años”.
La materialidad de la necesidad no sólo se vuelve palabra, cobra vida en un rostro que expresa pesadumbre y resignación cuando los malabares ya no alcanzan con los pocos billetes de mil de la jubilación.

En 2011, bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la ONU estableció el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez, con la supuesta preocupación oficial “por que en muchas partes del mundo la situación de las personas de edad se ha visto afectada negativamente por la crisis financiera y económica mundial”. Vaya paradoja.

La vejez en Argentina siempre ha sido objeto de maltrato, con épocas más criminales que otras. Hoy, el 70 % de los jubilados y pensionados cobra una jubilación mínima que no llega a $ 40.000, cuando la canasta básica para jubilados y pensionados promedia los $ 98.000.

Más edad, menos jubilación; claves de una reforma que siempre está en el horizonte pensante de un régimen que exige trabajar hasta el cansancio, exprimir la última gota de sudor para beneficio del gran capital. Una receta con gusto a ajuste que solo hunde en la miseria y el hambre a los actuales jubilados y jubiladas y condena a los trabajadores precarizados y flexibilizados de hoy a una vejez miserable mañana.

A los viejos y las viejas como Sofía les han robado la sonrisa. Los han arrumbado a la sumisión y los han silenciado. Son parte de la entrega servil al dominio del FMI, quien intenta convencer que la vejez es descarte, estorbo y un gran gasto. El viejo es el trabajador que "ya no está en condiciones" de ser explotado.

De todos modos, son miles las y los que en este país cobran una mínima cada mes de la Anses y, diariamente, siguen saliendo a trabajar (siempre en negro) para compensar un ingreso negado por el Estado. Hoy tener más de 65 años y trabajar hasta los 80 (y más) es "normal", producto de que los gobierno siempre privilegian a los bancos y grandes corporaciones en lugar de la vida y la salud de nuestras y nuestros adultos mayores.

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Frente a los falsificadores de verdad y dinosaurios del poder que usurpan pedazos de realidad, aquí están los mayores, combatiendo injurias como tantos y tantas que diariamente desenmascaran al vil y canalla opresor.

En el asfalto glorioso que batalla, entre balaceras de odio y plazas de combate, la pelea es para que nuestros viejos vuelvan a reír. Que sientan la felicidad del juego, la caricia y el derecho a la pereza. Para que dejen de ser, al igual que el pueblo trabajador, víctimas del ajuste que gobierno tras gobierno, descarga sobre sus vidas. Que la jubilación sea júbilo. Son lo que seremos. Son nosotros. Somos ellas y ellos.