El despido (obligado) de Luis Puenzo por parte del presidente Alberto Fernandez en la noche del martes 12 es un triunfo de la movilización de cineastas, estudiantes y trabajadores de la cultura que el lunes 11 se movilizaron a la puerta del INCAA exigiendo su renuncia. Sufriendo y resistiendo la represión de la policía de Larreta que se llevó tres detenidos.
Javier Gabino @JavierGabino
Miércoles 13 de abril de 2022 22:27
Luego de esa acción, que obligó al ministro de Cultura Tristán Bauer a presentarse al Instituto entre abucheos para prometer cambios, vinieron casi 36 horas de idas y vueltas con Puenzo haciendo gira en los medios negándose a renunciar y planteando la necesidad de quedarse “para terminar el trabajo comenzado”. La nueva convocatoria a una concentración el día 13 por parte de decenas de colectivos, asociaciones y agrupaciones del sector, dió el empujón para definir su salida.
Esta trama principal, que contiene (como toda la política actual) alguna interna propia del gobierno, es importante dejarla en claro porque su gestión duró 2 años, 3 meses y 23 días. Durante ese tiempo el ministro Bauer y presidencia de la Nación lo sostuvieron en su cargo mientras aplicó la continuidad de las políticas de ajuste del macrismo en el INCAA. Diversos medios y periodistas buscan en los entretelones del palacio todas las explicaciones posibles, pero lo primero que demuestra es que el cambio viene por la calle.
¿De la batalla cultural a la batalla contra la cultura?
En 2017, se aprobó una reforma que dice que el 31 de diciembre de 2022, caducan las asignaciones específicas para los Fondos de Fomento que hace décadas sostienen los organismos de cultura, y promueven la producción nacional de cine, teatro, música, bibliotecas populares, la televisión y radios comunitarias. Esa ley Nº 27.432, sancionada durante el gobierno macrista con apoyo del actual oficialismo es tanto el trasfondo del enorme malestar en la cultura como el de una política en la que parece no haber grieta: todas las asignaciones de recursos se piensan en función del cogobierno con el FMI.
Pero esta fecha, que se siente con razón como una cuenta regresiva, no sólo indica un problema de recaudación para la economía, también señala una ideología. La de que la producción cultural debe estar dictada por el mercado, el cual regiría de manera “libre” una oferta y demanda de gustos y obras que encontrarían así su realización y “su valor”. Esa idea liberal se machaca en la opinión pública motorizada por diversos sectores, del macrismo y también del oficialismo. Obviando que la producción y exhibición de cine en Argentina ya está en manos monopólicas, de empresas privadas nacionales asociadas a multinacionales norteamericanas. Y ahora de las plataformas de streaming. Su objetivo es entregar todo rasgo de autonomía y decretar el fin de toda diversidad productiva, sobre todo del cine independiente.
Muy lejos de los argumentos que piensan la cultura como “un gasto”, la realidad es que la producción de cine nacional se autofinancia con recursos que provienen de la propia actividad audiovisual a través de los aportes del 10% del precio de las entradas y de un porcentaje por la difusión de películas en los canales de cable. “El apagón cultural” de fin de año, desvía esos fondos de los organismos de cultura hacia el Tesoro Nacional, y en el marco de un acuerdo con el FMI no hay que ser muy ocurrente para saber dónde irán a parar. En estos dos años y medio el gobierno del FdT parece haber cambiado “la batalla cultural” por la batalla contra la cultura.
Pero la movilización del lunes 11 se desató también contra un borrador de decreto de la gestión que comenzaba a circular y plantea regular el fomento para darle cada vez más beneficios a las grandes producciones comerciales, que ya cuentan con apoyo privado, mientras aumentaba cada vez más trabas a las pequeñas y medianas producciones, al cine independiente y al documental. Este borrador, que fue descartado junto con Puenzo gracias a la movilización, expresa también gran parte de las tensiones en el mundo del cine y es parte de la pelea que continúa abierta. Al problema de las fuentes de financiamiento se suma el planteo sobre la orientación de los fondos del INCAA. ¿Quiénes deben decidir quién está a la cabeza del Instituto? ¿Quienes deben definir las políticas de fomento al cine?
Decenas de colectivos y agrupaciones del sector se reúnen en la asamblea “Unidxs por la cultura” que fue junto al Colectivo de Cineastas el espacio de convocatoria a la acción del lunes 11. Desde ahí se coordina con el objetivo de la derogación del artículo de caducidad, peleando por imponer la votación de una Ley presentada por el diputado Carro (FdT) y que nunca logró tratamiento. Mientras se realizan reuniones con diputados de diferentes bloques para buscar apoyo parlamentario (como el del FITU que se puso a disposición de esta pelea), el kirchnerismo que controla la comisión de presupuesto y es quien debe darle paso, se niega a hacerlo. En ese sentido se está organizando un Festival este 28 de Abril para llevar este reclamo frente al Congreso Nacional.
Es por la calle
Las dificultades de la producción audiovisual en el marco de un país atado a los compromisos del FMI seguirán creciendo. El cine nacional llega en una crisis histórica a enfrentarse a una crisis mayor, como parte de una crisis social creciente.
En la actualidad las películas extranjeras, en su mayoría norteamericanas, ocupan el 91% de las pantallas nacionales. A su vez el crecimiento de las plataformas de streaming fortalece esta orientación con un mínimo de 2% de producciones nacionales en su catálogo o impulsando producciones locales controladas en sus contenidos y moldeadas por su forma, cada vez más basadas en trabajo precarizado de técnicos argentinos.
Un cine distinto a esta lógica, que se realiza con gran esfuerzo y es reconocido internacionalmente en Festivales y Muestras, queda oculto y sin espacio en la programación local. En este marco la caducidad del Fondo de Fomento constituye la coronación de estas políticas de ajuste hacia el cine y pone en riesgo incluso 700.000 puestos de trabajo ligados a estas actividades.
En las últimas horas se multiplicaron como por arte de magia declaraciones de apoyo que antes no estaban, hoy el propio Ministerio de Cultura publicó en su cuenta de twitter que se encuentra trabajando por la continuidad del fomento, mientras antes se negaba a enfrentar el problema. El gobierno va apostar a desmovilizar.
“La salida de Puenzo del INCAA no es el final sino el comienzo de las medidas que desde el sector cultural exigimos desde hace tiempo, y este fue un logro de la lucha en unidad de lxs trabajadorxs de la cultura” planteó Unidxs por la cultura en un comunicado el día de hoy. La movilización abre un camino que necesariamente debe continuar. La despedida que le dió el cine a Puenzo es un primer paso y el camino para frenar el apagón cultural.
Javier Gabino
Nació en Santa Rosa, La Pampa, en 1972. Grupo de Cine Contraimagen. Codirector, guionista y montajista de La internacional del fin del mundo (2019), la serie Marx ha vuelto (2014), Memoria para reincidentes (2012) y diversos materiales audiovisuales sobre revoluciones y luchas obreras.