Víctor Jara conquistó a generaciones por su canciones y el teatro, fue uno de los íconos culturales de la Unidad Popular. Fue detenido, torturado y asesinado por agentes de la Dictadura. Un 16 de septiembre de 1973 su cuerpo fue encontrado en el cementerio metropolitano, convirtiéndose en un ejecutado político de la dictadura de Pinochet.
Jueves 16 de septiembre de 2021
Un 16 de septiembre de 1973, el cuerpo de Víctor Lidio Jara Martínez fue acribillado por los agentes de la dictadura militar luego de ser detenido en el Estadio Chile. Su cuerpo fue encontrado en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano por unos pobladores, junto a otros cinco cadáveres.
Cantautor, poeta, profesor y director teatral, militante del Partido Comunista y miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas durante la Unidad Popular. Fue torturado y asesinado por los agentes del Golpe de Estado, donde la justicia y verdad en relación a su muerte aún sigue rondando en imágenes, retratos, en las calles, en el folclore y academias artísticas.
Su trabajo musical y artístico se desarrolló cuando en cada fábrica, trabajo y escuela se organizaban los trabajadores y trabajadoras por terminar con el trabajo precario y tener vidas dignas. Su música nos habla de un trabajador que logró retratar a su pueblo y sus problemas dejándonos un legado musical de gran belleza y fuerza poética.
Su militancia también estuvo marcada por la concepción estratégica del Partido Comunista, que en momentos claves en la historia de Chile, impuso la ilusión de conciliación entre las clases, frente a la dictadura brutal que se avecinaba, que marco a su generación y las siguientes.
Somos cinco mil
Somos cinco mil aquí
en esta pequeña parte la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Sólo aquí,
diez mil manos que siembran
y hacen andar las fábricas.
Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura.
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Uno muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse
todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra un muro
pero todos con la mirada fija en la muerte.
¡Qué espanto produce el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es un acto de heroísmo.
¿Es este el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número
que no progresa.
Que lentamente querrá más la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos
menos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.