Comenzó a prepararse con la convocatoria de la Confederación de Trabajadores del Cobre en su Congreso del 21 de abril de 1983. El paro se extendió y nacionalizó, transformándose en la primera protesta nacional contra el régimen que movilizó a cientos de miles de personas.
Ana Lopez @analopezd Historiadora
Martes 11 de mayo de 2021
En los días previos al paro se repartieron volantes, grupos de jóvenes salían a pintar las paredes de las poblaciones y en los pocos medios de oposición vigentes, como radios y revistas, se difundía el llamado de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC). Otros gremios de trabajadores se sumaban, también los grupos políticos contrarios a la dictadura, organizaciones estudiantiles, poblacionales y de mujeres. Sin embargo, nadie esperaba la fuerza con la que se expresó la rabia, el odio y la oposición a la dictadura cívico-militar.
En los poco más de 10 años que llevaba la dictadura en el poder, los militares y sus colaboradores en el gobierno, dejaron miles de muertos, torturados, exiliados, relegados y perseguidos. En lo económico arreciaba una fuerte crisis con altos índices de desocupación y miseria, cercanos al 35%. La dictadura había avanzado con sus “modernizaciones” para atacar a los sindicatos, con el Plan Laboral Piñera de 1979 –que atomizó a estas organizaciones, cercenó el derecho a huelga y negociación colectiva– privatizando la educación, la salud y las pensiones, instalando la autoritaria Constitución del ’80, reconvirtiendo la economía, entre otras cosas.
Sin embargo, la resistencia a la dictadura llevaba varios años de organización tanto en la clandestinidad como de manera pública. En los sindical, existían varios referentes como la Coordinadora Nacional Sindical, el Frente Unitario de Trabajadores, la Confederación de Trabajadores del Cobre o el Colectivo de Derechos Humanos de Clotario Blest; a nivel estudiantil se estaban recuperando algunos centros de estudiantes; en las poblaciones se organizaban las ollas comunes, los clubes deportivos o los comités de cesantes, mientras las organizaciones de derechos humanos mantenían una fuerte denuncia contra el régimen y las mujeres se manifestaban fuertemente contra la dictadura, como sucedió el 8 de marzo de ese año, en que tres mil mujeres marcharon hacia el centro de Santiago. Incluso los presos políticos se organizaban para apoyar el paro, como se lee en una declaración de abril de 1983 que señala que los 34 presos políticos del campo de concentración Pisagua, saluda “la actitud valiente y de clara interpretación de la opinión mayoritaria de los trabajadores del país, asumida por la Confederación de Trabajadores del Cobre, llamando a un paro nacional por la defensa del derecho al trabajo, la defensa de las conquistas de los trabajadores y el término de la legislación laboral tan lesiva para los intereses de la clase trabajadores” [1] y se plantean apoyar realizando un ayuno colectivo y solidario con el paro.
Los preparativos
El congreso de la Confederación de Trabajadores del Cobre llamó a paro, teniendo inmediato apoyo de la Coordinadora Nacional Sindical y la Federación de Sindicatos del Petróleo, aunque no todos estaban de acuerdo con esta convocatoria. Como señalaron en el congreso de abril de la CTC: “Ha llegado el momento de ponerse de pie y decir BASTA. Los trabajadores el cobre, tenemos la autoridad moral para llamar a un PARO NACIONAL de 24 horas, destinado a protestar contra la legislación laboral y la política económica y social imperante. Sólo una huelga general de todos los chilenos puede hacer que los trabajadores recuperemos nuestra dignidad perdida y que podamos participar en forma decidida y responsable en la forja del destino de nuestro país” [2].
A medida que el paro se acercaba, se fue transformando en una gran jornada de protesta a la dictadura, a la que se sumaron casi todas las organizaciones y partidos opositores. El llamado incluía faltar al trabajo, no enviar a los niños al colegio, no comprar, trabajar a desgano, llegar atrasados al trabajo, tocar bocinas y cacerolas.
La jornada de paro-protesta
El paro se notó en algunos lugares como las empresas de cobre o servicios. En las universidades, los estudiantes realizaron varias manifestaciones, también gremios como abogados o médicos se movilizaron. Pasado el medio día, el comercio comenzó a parar, al igual que la locomoción colectiva. Ya de noche, cerca de las 20 horas, en las poblaciones tanto populares como de clases medias- de Santiago –y otras ciudades importantes del país comenzó el tronar de las cacerolas, también bocinazos de autos y barricadas en las esquinas. Los cantos resonaban de casa a casa mientras nuevamente se tomaban las calles para exigir la caída de la dictadura “Y va a caer, y va a caer…” era el sentir de millones de personas.
La dictadura estaba sorprendida, aun cuando días antes intentó frenar la movilización enviando incluso tanques y morteros a las minas y otros lugares de trabajo, pero no tarda en reaccionar, enviando sus matones a las poblaciones para allanar masivamente casas y centros vecinales –en algunos casos los allanamientos duraron horas e incluyeron el fichaje a los pobladores, asesinando a dos jóvenes en La Victoria y Lo Plaza, mientras unas 700 son detenidas incluyendo a los dirigentes de la CTC, entre ellos Rodolfo Seguel, acusados por la Ley de Seguridad Interior del Estado y algunos medios opositores clausurados.
Según un reportaje de la época “el 80 por ciento que según la encuesta Gallup no está con el Gobierno se hizo presente a través de las diversas acciones pacíficas que se programaron y se transmitieron persona a persona, a pesar de todas las restricciones informativas” [3]
Lo que dejó la protesta
Sin duda la convocatoria a paro protesta del 11 de mayo de 1983 marcó un hito en la lucha contra la dictadura, abriendo el ciclo de luchas y protestas que culminó en 1986, dando paso a la fase de transición pactada a la dictadura. Tras el paro protesta, se formó el Comando Nacional de Trabajadores, que convocaría a las próximas protestas nacionales y unificó provisoriamente al movimiento sindical. También adquiere mayor visibilidad los partidos de oposición y la lucha callejera.
Por otra parte, el paro visibilizó la importancia del movimiento sindical en la lucha contra la dictadura, aunque también mostró contradictoriamente su desplazamiento hacia la lucha poblacional. Por último, marcó el camino que llevaría adelante la lucha contra la dictadura, centrada en la vuelta a la democracia, como bien expresaría la formación de la Alianza Democrática el 6 de agosto de 1983 y posteriormente la Concertación, que terminó en los acuerdos con la dictadura para la transición.
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[1] Comunicado de prensa N 2. Urgente. Centro de Documentación y Archivo FASIC, Serie Relegados.
[2] Jorge Arrate, Las protestas nacionales y la unidad de la izquierda en la acción. http://www.socialismo-chileno.org/PS/index.php?option=com_content&task=view&id=125
[3] Monckeberg, María Olivia. "El Pueblo Protesta". Revista Análisis, N° 58, Junio de 1983. Disponible en internet http://www.slideshare.net/G80/reportaje-el-puebloprotestamomanalisisjunio1983