Los rumores acerca de la destitución del seleccionador nacional dieron pie a una fuerte campaña en medios de comunicación y redes sociales del progresismo, que levantaron la figura de Tabárez como bandera de un cambio cultural progresista a defender. Indiferentes a la repudiable posición del “maestro” frente al vínculo que lo unió por años al torturador de la dictadura Miguel Zuluaga.
Martes 19 de octubre de 2021
Durante el fin de semana los rumores de la posible destitución del DT de la selección uruguaya de fútbol Óscar Tabárez, concentraron gran parte del caudal informativo nacional y de discusión en redes sociales.
Los partidos políticos no tardaron en intervenir en la polémica a derecha y a izquierda, haciendo causa política en torno a la figura de Tabárez, entre detractores y apologistas. Por el lado de la derecha hasta un legislador del Partido Nacional se animó a pedir la destitución del DT secundado por figurones televisivos y del periodismo deportivo identificados con la cultura derechista del país. Por el otro lado, el progresismo respondió con su propia campaña reivindicadora en sus medios de comunicación y en redes sociales.
Tabárez como bandera progresista
En su “batalla cultural” el progresismo reivindicó la figura de Tabárez como líder de un “cambio cultural” que ayudó a través del fútbol a difundir una cultura de “valores y respeto”, distinto a ciertas características violentas y reaccionarias que tendría el fútbol uruguayo antes de su era como líder del fútbol nacional.
Esto junto a la difusión de fotos de Tabárez abrazado a una pancarta de un detenido desaparecido durante la dictadura y su adhesión a la campaña No a la Baja (contra la baja de la edad de imputabilidad impulsada por el ex Senador colorado Pedro Bordaberry).
Así con el pasar de las horas Tabárez apareció como una bandera progresista, de valores, de ejemplo a seguir por todos.
Miguel Zuluaga
Miguel Zuluaga fue subcomisario en la DNII (Dirección Nacional de Información e Inteligencia), durante el periodo de la dictadura en Uruguay. Le decían “el Zulu”, y es reconocido por varios ex presos como uno de los torturadores, en la sede de la DNII, en el periodo que va de 1974 a 1976. Zuluaga era miembro del llamado Departamento IV de la DNII, que se encargó de la represión contra la Regional I de la UJC. En la denuncia del año 2011 presentada ante el Juzgado Penal de 17º Turno, se lo vincula a la llamada “Operación Morgan”, donde se registran desapariciones, torturas y violaciones.
Luis Libschitz., ex militante de la UJC, en su momento dio el siguiente testimonio: “Con el paso de los días, sobre todo en la noche, iba viendo el movimiento y escuchando los nombres de los policías y fui identificando a alguno (…) Había gente de plantón a los que les pegaban, los pateaban, y los llevaban a hacerles submarino en una habitación contigua (…) A Zuluaga lo vi con la gente que estaba de plantón en el salón grande. Estaba entre los policías que venían a buscar gente. Yo no tuve contacto con él pero sí lo vi a los gritos, a los empujones. Hasta donde yo vi, venía a presionar a la gente que estaba parada previo al interrogatorio: ‘Che, aflojá que está todo el pescado vendido, no te hagas lastimar, que te van a matar’, bien de patotero (…) “Es notorio y hace muchos meses que lo comento, y me consta que otra gente que participa en Crysol lo ha visto”.
En su momento también, 58 ex presos/as políticos torturados en dictadura reiteraron su denuncia contra Zuluaga en una carta titulada “Zuluaga, sí estaba allí; no es inocente”. En donde entre otras cosas decían que: “Todos los personajes que hicieron su carrera en la policía política de la dictadura (ex DNII) lugar en donde se torturaba brutalmente (golpes, picana, submarino, violaciones sexuales, colgadas, plantones, etc.). No podían estar ajenos a esta situación. Convivían con eso a diario, en todos y cada uno de los pisos de ese edificio (…) Las denuncias penales contra la ex DNII existen desde hace muchos años; solo la lentitud omisa de nuestra justicia puede explicar que no haya procesados por torturas en ese lugar (…) Quienes pasamos por aquellas dependencias en dictadura seguiremos denunciando, en todos los ámbitos, lo que allí se vivió (…) en octubre del año 2016 el MEC colocó una placa, en esa esquina, que dice: ‘Maldonado y Paraguay esta no es una esquina cualquiera, en este edificio funcionó la inteligencia policial en la última dictadura cívico militar hasta 1985. Aquí se organizó el espionaje y la persecución contra toda la sociedad. Se secuestró y torturó, se violó y humilló. No pases indiferente. Nunca más terrorismo de Estado”.
Zuluaga posteriormente se desempeñó durante largos años como jefe de seguridad de la selección uruguaya, con el silencio y la complicidad de Tabárez y muchos otros.
A pesar de que por ejemplo ya desde el año 2011, ya había una denuncia por la operación Morgan que consta ante el Juzgado Penal de 17º Turno a cargo del juez Carlos García Guaraglia, hecha por varios ex militantes de la UJC. También este hecho constaba de antes en la recopilación del historiador Álvaro Rico en la parte de los operativos de represión contra la UJC.
Tabárez y Zuluaga
La discusión pública sobre Zuluaga existió por lo menos desde 2017, Tabárez eligió ignorar el asunto, esperando a que resolviera la AUF desvincular a Zuluaga poco antes del mundial de Rusia de 2018, gracias a la militancia del movimiento Gol contra la Impunidad.
En los largos meses entre una cosa y otra Tabárez se mantuvo en silencio e incluso cuando el semanario Brecha le preguntó sobre la cuestión respondió con irritación contra el periodista que le hizo la pregunta.
Para quienes nos interesan e incluso militamos en DDHH, la respuesta de Tabárez fue despreciable: “Usted lo da como muy posible, yo no, si no, no estaría acá. Además es una persona de este grupo de trabajo, no le puedo contestar la pregunta. Si están las denuncias y todo, en algún momento se sabrá la verdad. Entonces, no pretenda… No me hace mucha gracia que se acerquen a mí para poner en entredicho a alguien que es componente del grupo de la selección y ha estado con la seguridad -no sólo con nosotros sino desde antes-, ha cumplido a cabalidad y el relacionamiento es muy bueno. No lo puedo hablar públicamente porque no lo he hablado con él, no es un tema prioritario.” “Y él sabrá la verdad. El dar por hecho algunas cosas va por quien lo dice, yo no lo hago”.
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"Él sabrá la verdad" como si el testimonio de las víctimas no fuera importante, "no es un tema prioritario", etc. Esas son las definiciones de Tabárez sobre el tema y sobre las que nunca más volvió a referirse, ni siquiera por lo menos para retractarse en memoria de las víctimas.
La cultura de la impunidad
Tabárez convivió largos años con un personaje del terrorismo de Estado y su única respuesta pública sobre el tema fue esa respuesta irritada al periodista de Brecha. Sin embargo el progresismo ha salido a defenderlo y levantarlo como bandera.
Se opine lo que se opine de fútbol, es cosa de cada uno. Pero reivindicar a alguien por los "valores" y el "respeto", mientras sostuvo tercamente por largos años a su lado al torturador de la DNII Miguel Zuluaga, es el colmo de la estupidez.
Cambio "cultural y de valores" le llaman a la “obra” del “maestro", pero hacer lo que él hizo naturalizando para las jóvenes generaciones la convivencia con lo más oscuro de la dictadura, está en las antípodas de lo defendible. Salir a “defender” a la persona que perpetua esa naturalización es reproducir la cultura de la impunidad, esa es la bandera que ha levantado el progresismo con todo esto.