Se cumplen 38 años de Teatro Abierto, un movimiento de artistas teatrales que enfrentaron la dictadura cívico militar y que revolucionó las artes escénicas en nuestro país.
Jueves 21 de marzo de 2019
Teatro Abierto constituyó un fenómeno cultural de resistencia en nuestro país que, a partir de 1981 desafió a la última dictadura cívico-militar, demostrando cómo mediante la organización pudo enfrentarse la censura y darle voz a numerosos artistas que estaban silenciados. Muchos de ellos se vieron obligados a abandonar el país, no solo por las persecuciones y amenazas, sino por el terrible plan de ajuste de los militares que sumió a los y las trabajadoras junto a los sectores populares en un clima de profunda crisis económica, social y política.
El Ministro de Bienestar Social y responsable de organizar la Triple A, José López Rega, se encargó de emitir comunicados anónimos que decían textualmente: “…ejecutarlos en el lugar donde se los encontrare, por su nefasta influencia sobre el pueblo argentino y por su accionar obsceno, disolvente y pro-marxista que ataca las bases occidentales y cristianas de nuestra sociedad."
El dramaturgo Roberto "Tito" Cossa, participante del ciclo declaró “no era una censura clásica, sale en el diario que estás prohibido. No había listas negras, pero las había. En los teatros oficiales por ejemplo no podíamos estrenar. Esto se trasladó a la actividad privada, podían llamarte, pero los empresarios por si acaso, no te llamaban. Practicaron el sistema de los desaparecidos, sin querer comparar, pero en el plano del arte. Una especie de desaparición, de otra manera. No existíamos, directamente. Si llegabas al público por medios no convencionales o si tenías algún tipo de actividad gremial o política, tenías las mejores condiciones para desaparecer sin dejar rastro. Ese es el caso de escritores como Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer."
Frente a estos ataques y la eliminación la Cátedra de “Autores Argentinos Contemporáneos" de los programas oficiales de las escuelas de teatro, surgió la organización. Actores, directores, autores y productores comenzaron a reunirse para llevar a cabo la resistencia cultural, en la madrugada de forma clandestina, después de las 24hs cuando finalizaba la actividad teatral en el “Teatro del Picadero”.
La propuesta inicial del ciclo era de veintiuna obras, tres por día, pero por problemas técnicos en una puesta finalmente pudieron estrenarse veinte. El espacio vacante que dejó esa obra se habilitó para lo que se denominó "Espacio Abierto". De esta manera los jueves de cada semana, actores que en general eran conocidos utilizaban ese espacio con temas que iban preparando o improvisaciones.
Las funciones se realizaban en un horario inusual, a las 18hs y el precio de las entradas equivalía a la mitad del costo de una localidad de cine.
Una semana después a la inauguración del ciclo sucedió un hecho repudiable, el “Teatro del Picadero” fue incendiado, nada casual que se haya elegido ese lugar para realizar ese atentado, punto neurálgico de la organización. Según declaraciones de los técnicos y personal del teatro, todo indicó que fue un incendio intencional en el cual los bomberos casualmente tardaron más de 40 minutos en apagar el fuego porque "no tenían agua". Por su parte, el periodista Bernardo Neustadt dentro de su cinismo y complicidad con la dictadura comentó en su programa de radio al pasar que se incendió el teatro y termina su programa con una recordada frase “¿Qué pena, no? Se quemó una ilusión”.
La reacción de los integrantes de Teatro Abierto fue contraria a lo esperado, el atentado no logró frenar el movimiento, todo lo contrario, sirvió para que aunar fuerzas. Más de cien pintores donaron cuadros destinados a recolectar dinero y recuperar las pérdidas. Reconocidas personalidades de la cultura y de los derechos humanos como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel manifestaron su adhesión.
Se creó una comisión y decidieron organizar las obras en otros teatros. A pesar de las amenazas decenas de salas ofrecieron sus espacios para que el ciclo siga en pie y se realizó una conferencia de prensa en la estuvieron la mayoría de los medios gráficos, ya que en la radio y la televisión había una dura censura debido a su intervención. Más de 800 personas estuvieron presentes y la adhesión de diversos sectores de trabajadores fue de mucha transcendencia. Sus integrantes declararon continuar con el ciclo de manera inmediata, recurrir a los organismos oficiales para que les otorguen medios que faciliten esta decisión, colaborar en la reconstrucción del “Teatro del Picadero” y solicitar la colaboración económica del Estado para que su reconstrucción se realice lo antes posible.
Teatro Abierto pudo continuar en el “Teatro Tabarís”, la más comercial de todas las salas de la calle Corrientes y con el doble de capacidad que el “Teatro del Picadero”.
El 21 de septiembre Teatro Abierto dió por concluido el ciclo del año 1981. El dramaturgo Carlos Somigliana escribió siguiente texto que fue leído en la última función al finalizar el ciclo: "...porque quisimos demostrar la existencia y la vitalidad del teatro argentino tantas veces negada. Como respuesta 20 estrenos de obras argentinas y 180 representaciones de obras argentinas en 2 meses. Porque siendo el teatro un fenómeno cultural eminentemente social y comunitario intentamos mediante la alta calidad de los espectáculos y el bajo precio de las localidades recuperar un público masivo. La respuesta en estos dos meses: han concurrido a Teatro Abierto 25.000 espectadores (…) Porque anhelamos que nuestra fraternal solidaridad sea más importante que nuestras individualidades competitivas en un medio muy competitivo hemos conseguido trabajar juntos autores, directores y actores muy conocidos con autores con autores, directores y actores menos conocidos y con muchos estudiantes de las escuelas de teatro, fenómeno que se da por primera vez en nuestro país. Porque pretendemos ejercitar de manera adulta y responsable nuestro derecho a la libertad de expresión, la respuesta del público de Teatro Abierto nos indica que estamos en el buen camino, creemos que no hay ningún otro camino. Una libertad total sin ningún tipo de discriminación, ningún tipo de censura"
Hasta el año 1986 el ciclo Teatro Abierto continuó realizándose, pero nunca tuvo la repercusión, apoyo y solidaridad que alcanzó en el año 1981. Lo significativo de este movimiento fue que alentó a otros artistas de distintas disciplinas a que creen sus propios ciclos abiertos. “Danza abierta” logró una importante trascendencia, así como músicos, poetas, artistas plásticos, escritores que también constituyeron sus espacios abiertos.
Con la asunción del presidente Raúl Alfonsín en el año 1983, muchos artistas que participaron de Teatro Abierto empezaron a dirigir espacios oficiales, desplazando a funcionarios de la dictadura, que aún seguían teniendo poder. Si bien cesaron las persecuciones, la gran mayoría de los participantes continuaron dedicándose a la actividad de forma ocasional o no remunerada. En 1984 el ciclo no se realizó.
En el año 1985 Teatro Abierto no solo salió a las calles y al interior del país sino que se expandió a siete países de latinoamérica, todos ellos sometidos al crudo imperialismo y unidos por una temática común: la injusticia. Trabajaron de forma gratuita 15.000 técnicos y concurrieron cerca de 300.000 espectadores. Una de sus denuncias era que el 90% de los artistas estaban sin empleo. Se exigió mayor presupuesto para cultura, derechos laborales y mayor participación gremial.
Teatro Abierto fue un fenómeno sin precedentes que dejó su huella en la escena teatral, sobre cómo por medio de la organización pudo enfrentarse la reacción y persecución a artistas. Expresó cómo la alianza de artistas con sectores de trabajadores y el público fue una condición indispensable para que sea un éxito y pueda torcerle el brazo a lo que la dictadura no pudo, silenciar las voces de la cultura.