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Red Internacional
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En lucha. TextilCom-Catamarca: la toma de fábrica llega a las dos semanas y reclaman respuestas de Jalil

Se cumplen dos semanas de la toma de planta para evitar su vaciamiento. La fuente laboral de 134 familias está en juego y el gobierno no pasa de las promesas.

Maximiliano Olivera

Maximiliano Olivera @maxiolivera77

Lunes 3 de junio 11:45

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Se cumplen dos semanas desde que las trabajadoras y trabajadores de TextilCom decidieron tomar la plata en Catamarca para evitar su vaciamiento. Movimientos extraños en la planta alertaron del plan de Carlos Vilariño de cerrar la fábrica y llevarse la maquinaria y el stock, como ocurrió en La Rioja. Desde entonces, el reclamo por los 134 puestos de trabajo tuvo una importante difusión y generó solidaridad por ser una postal de cómo los empresarios descargan la crisis sobre los trabajadores.

La repercusión de la pelea de TextilCom también está ligada al método de la respuesta obrera: la ocupación de la fábrica. La acción de los trabajadores de la planta catamarqueña es novedosa ante la ola de despidos y suspensiones en la industria textil. Como mencionamos, TextilCom cerró su filial en La Rioja dejando en la calle a 143 operarios; en esa provincia también cerró AlpaCladd, dejando sin trabajo a 45 obreros. Mientras en Corrientes, la Hilandería Emilio Alal, que emplea 200 operarios, anunció el cese de la producción por 60 días a partir del 1 de junio. Previamente en Tucumán hubo una ola de despidos en la Topper (ex Alpargatas), TN&Platex y Tecotex.

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“Él por videollamada nos decía que nos pongamos la camiseta de la empresa”, cuenta una trabajadora sobre Vilariño. Menos tiempo para la familia, los amigos y el descanso; más tiempo sobre la línea, era la orden empresaria. Poco a poco se hizo una costumbre quedarse a hacer horas extras, trabajar los fines de semana, incluso los feriados. Otros ya habían conseguido un segundo trabajo porque las deudas no dejaron de acumularse. “Trabajo de lunes a lunes”, comenta una obrera que llega a la toma después de su segundo trabajo.

Por el cierre abrupto de la fábrica y la acción obrera para impedir el vaciamiento, quedó stock para seguir produciendo y también prendas confeccionadas. “Nosotros hacíamos camperas de niños para donar, hoy no las podemos entregar. Todos los meses nos decían que hagamos y después se las llevaban para donar. Hoy eso está parado pero es parte de lo que podemos hacer”, comenta una operaria. Entre mate y mate, con el ejemplo de las camperas de niños en medio de semanas de bajas temperaturas, la toma de la fábrica también abre una discusión sobre su funcionalidad social. Además de estas prendas para donaciones, dicen, la textil puede ser un lugar para producir guardapolvos para las escuelas, ambos para los trabajadores de la salud y así comienza a despertarse la imaginación.

Como sucede en tiempos de crisis, los ejemplos de la textil Traful Newen, la cerámica Zanon o de la gráfica Madygraf muestran el rol que puede jugar una fábrica para la comunidad, mientras levanta la perspectiva de la estatización de la fábrica y la puesta en funcionamiento bajo control obrero.

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“Tiene tiempo para ir a patear penales pero no para venir a vernos”. Hace unos días el gobernador, Raúl Jalil, estuvo a unas cinco cuadras de la fábrica ocupada. Para su rutina de actos no hay lugar para la emergencia de 134 familias que alteraron sus vidas. Vivir al día, mudarse a la casa de familiares y amigos porque ya no pueden pagar el alquiler, hacer números imposibles para quienes esperan un hijo, entre otras historias que se unen por la defensa de los puestos de trabajo.

“Él no dudó en traer a Vilariño, venir para sacarse la foto en la inauguración y ahora no da la cara”, resume una operaria sobre la actitud del gobernador. Como hemos contado, Vilariño desembarcó en la provincia por un régimen de promoción que le dio líneas de créditos, que según versiones periodísticas no pagó, y otras facilidades, entre ellas el predio cedido por la provincia.

Con la lucha de TextilCom en la agenda, Jalil afirmó que todo está próximo a solucionarse ya que “hay dos o tres inversores interesados de la fábrica”. Una nueva promesa del gobierno que viene intentando ganar tiempo para desgastar la lucha de los trabajadores, con funcionarios que intencionadamente lanzan versiones cruzadas. Para desbaratar las maniobras empresarias y del Gobierno, está planteado fortalecer la organización de la fábrica, con asambleas para discutir democráticamente los pasos a dar e impulsando un fondo de lucha para que la pelea no se quiebre por hambre.

Las movilizaciones de la semana pasada llevaron a que el viernes el Gobierno entregue cheques de cien mil pesos, “ayuda” que muchos trabajadores no pudieron cobrar. A su vez, los funcionarios quieren presentar como una gran gestión los trámites del fondo de desempleo, que sin embargo no pudieron avanzar porque Vilariño no venía realizando los aportes. El sindicato textil, el SOIVA (Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines), también muestra estas reuniones por las indemnizaciones como solución, sin plantear la pelea por sostener todas los puestos de trabajo.

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Mientras tanto, el apoyo continúa llegando de diferentes lugares. Alguien manda al grupo de WhatsApp que en la escuela de su hija una docente les dió para trabajar un texto sobre su reclamo. En otro momento, el Sindicato de Municipales les envía donaciones. Ellos también están en una pelea y este lunes comenzaron un campamento por sus salarios. Cada muestra de solidaridad es un aliento más para continuar con la pelea para que TextilCom vuelva a funcionar, con todos los puestos de trabajo para que ninguna familia quede en la calle.

Para difundir el reclamo, las acciones y las muestras de solidaridad, se creó la cuenta en Instagram @trabajadorestextilcom.


Maximiliano Olivera

Nació en Mosconi, Salta en 1989. Militante del Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS). Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.

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