La bronca por el fallo de tres jueces de Mar del Plata volvió a sentirse ayer miércoles. Aunque Lucía Pérez fue drogada, violada y asesinada en octubre de 2016, por ser mujer y ser joven, ellos sostuvieron que no había "pruebas" para demostrarlo. En rechazo a la medida, miles de personas volvieron a las calles. Alianzas y perspectivas para el movimiento de mujeres.
Sol Bajar @Sol_Bajar
Jueves 6 de diciembre de 2018 02:32
Fotos: Enfoque Rojo
Desde las 17 horas, frente a Tribunales, las mujeres comenzaron a llegar con carteles, banderas, batucadas y fotos. Fotos con la cara de Lucía, en reclamo de justicia, a 2 años de su femicidio y un fallo escandaloso. Se sintió con fuerza en todo el país porque la decisión de estos jueces, plagada de observaciones machistas, intrigas y acusaciones contra Lucía -es decir, la propia víctima-, solo vino a garantizar una cosa: impunidad.
Como contó Marta, su mamá, con esos y otros tantos recursos y maniobras, el fallo permitió que los acusados Matías Farías y Juan Pablo Offidani fueran condenados por vender droga, mientras que Alejandro Maciel fue absuelto.
El toque particular, el sello propio, con el que la institución judicial protege a los empresarios, a los ricos y a los poderosos. Algo similar a lo que desenmascaró la marea verde respecto del Senado y los dinosaurios que lo habitan, de todos los partidos.
Por eso el reclamo por justicia para Lucía se tiñó de verde, de naranja y de violeta. Los colores que las pibas no guardan en ningún cajón ni anudan a ningún otro pañuelo que vaya contra sus derechos, aunque las llamen a "no enojarse con la Iglesia" porque "es año electoral". Para ellas, la proclama de "vivas y libres nos queremos" implica necesariamente su derecho a decidir, en todos los terrenos.
Lucía somos todas
Con una bandera que decía "Lucía somos todas", Marta encabezó la marcha que salió desde el microcentro porteño hasta la Plaza de Mayo, pasando por el Obelisco. Entre otras, la acompañaron la periodista Marta Dillon, del colectivo Ni Una Menos; Muriel Santa Ana y otras actrices argentinas; las integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y las diputadas Myriam Bregman (PTS/Frente de Izquierda), Victoria Donda (Somos), Araceli Ferreyra (Movimiento Evita) y Romina del Pla (PO/FIT).
Fueron más de diez mil mujeres en la Ciudad de Buenos Aires, aún con escaso tiempo de preparación y sin que las conducciones de las centrales y sindicatos llamen al paro efectivo, como pasó en 2016, sobre todo ante la exigencia de los sectores antiburocráticos. En esa oportunidad, ante el femicidio de Lucía, las mujeres y sus compañeros arrancaron la huelga en muchos lugares de trabajo y protagonizaron el primer paro nacional por los derechos de las mujeres, que se hizo justamente para decir "Ni Una Menos" y "Justicia para Lucía", un 19 de octubre, bajo una lluvia torrencial.
Esa jornada histórica, que quedó para siempre en la memoria de millones, mostró la enorme potencialidad de la alianza entre las trabajadoras y trabajadores y el movimiento de mujeres. Por eso ayer, entre las manifestantes, también estuvieron las docentes, las estatales, las trabajadoras del subte, las enfermeras, las mujeres de la gráfica Madygraf (ex Donnelley) y algunas de las trabajadoras domésticas que se rebelaron contra sus patrones en Nordelta. "Nosotras pudimos escaparnos para venir, pero la mayoría no",contaron a La Izquierda Diario Mercedes y Clara.
Un fallo aberrante
El rechazo a la resolución de los jueces Pablo Viñas, Facundo Gómez Urso y Aldo Carnevale, que se replicó en numerosas provincias, se hizo sentir a cada paso. Desde la marcha, Myriam Bregman afirmó que "seguimos reclamando justicia para Lucía. No vamos a aceptar un fallo aberrante como este, que nos ataca a todas".
Para la referente del FIT, la mirada popular seguramente sería muy distinta en este caso "si en lugar de tres personas sentadas ahí, decidiendo y hablando sobre la vida de Lucía, muy cómodos, ganando como cualquier gerente de empresa, con sus cargos vitalicios, hubiera elección de los jueces, con cargos revocables y con juicios por jurado, como plantean desde el PTS en el Frente de Izquierda. No es un simple problema de capacitación de los jueces, digamos.
Hoy marchamos por #JusticiaPorLucia
En las calles, siempre. Donde nuestra voz se escucha más fuerte ✊🏼🌹 @myriambregman @andreadatri
[VIDEO] en @izquierdadiario 👉🏼https://t.co/2V3xw2B5R0 pic.twitter.com/AOf4iWKy27— Pan y Rosas (@PanyRosas_Arg) 6 de diciembre de 2018
Al llegar a la Plaza de Mayo, Marta y Matías subieron al escenario. Los acompañaron la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas; el papá de Natalia Melman, víctima de femicidio; y Andrea Antico, otra incansable luchadora, cuñada de Santiago Maldonado. Desde allí, Marta denunció que "a Lucía la volvió a violentar y a matar la justicia", y cuestionó duramente el rol de los jueces, los peritos y la fiscal que intervinieron en el caso. Su denuncia también llegó a los funcionarios del municipio que gobierna el macrista Arroyo, que no movió un dedo ni para garantizar el entierro de Lucía.
Norita, como la llaman todas, habló con la foto de Lucía entre las manos y con su pañuelo blanco en la cabeza. Las madres de Plaza de Mayo, que reclaman por sus hijos e hijas detenidas desaparecidas, por sus nietos y nietas, contra la impunidad que garantiza la justicia a los genocidas, también abrazaron a Marta y a las miles de mujeres que estaban en la plaza. Como dijo Cortiñas, el gobierno nacional también es cómplice: lo demuestra la agenda de represión e impunidad que busca instalar de la mano de Patricia Bullrich, sostuvo, y fue acompañada con un extendido aplauso y un reclamo contundente de renuncia para la ministra de seguridad.
"Estuvieron todos comprados. Hasta los peritos de la Corte compraron", denunció Marta, y dijo desafiante que "nos quieren derrumbar, pero no vamos a parar. Ustedes son Lucía y esa es nuestra fuerza", dijo, y sonrió al ver entre la multitud, frente a ella, a Catalina Balaguer, una de las valientes leonas de PepsiCo, que en 2017 enfrentaron los despidos con la fuerza que les había dado su organización desde abajo, por sus derechos como mujeres y como obreras.
"Cuando veo esas rastas, veo a Lucía", contó Marta, y al bajar del palco, un abrazo inmenso selló aún con más fuerza ese vínculo que ya tenía una historia, porque las obreras de la alimenticia, en el corazón de la zona norte, le pararon a la multinacional norteamericana aquel 19 de octubre, para reclamar por Lucía.
La potencialidad de la alianza entre las trabajadoras y jóvenes, que volvió a verse ayer y se sintetizó en ese y otros tantos abrazos, es quizá uno de los elementos mas importantes que deja la jornada como reflexión y como tarea urgente. Como plantean desde la agrupación Pan y Rosas, para fortalecer y para multiplicar la lucha de este movimiento lleno de motivos, hay que confiar en la propia fuerza. Esa es también una de las lecciones que dejó la lucha de la enorme marea verde este año. Y está a la orden del día.