Precarización. Trabajadoras domésticas y de limpieza: “Ya no queremos limosnas, queremos derechos”

El país lleva 92 días de cuarentena. Las trabajadoras de casas particulares seguimos sin ser escuchadas por el Estado, la mayoría trabajamos de manera informal, muchas sin cobrar el IFE, y el sindicato está más con los patrones de Nordelta y de los barrios privados que con nosotras. La situación de muchas sigue empeorando cada día. Por eso, se expresa mucho odio contra la discriminación en los grupos de Whatsapp donde participamos las trabajadoras domésticas,. Nos venimos organizando junto a trabajadoras de empresas de limpieza, en su mayoría tercerizadas.

“La mayoría estamos trabajando en negro” dice un mensaje. Al rato llega otro: “Hola! Trabajo en negro y cuando pido que me pongan en blanco, me dicen no puedo y ya sabes si no te gusta renuncia, no sos indispensable”, “Que pongan un precio de las horas que se condiga con la realidad, voy a laburar 4 horas para comprar 1 litro de leche y un kilo de pan?. Son palabras que se repiten. Los relatos en primera persona son de mujeres que estamos cansadas de ser súper explotadas, de estar por debajo de la línea de pobreza. Y, si tomamos los valores de las encuestas del Indec, podríamos decir que rozamos la indigencia porque el salario básico, con el último aumento incluido, apenas alcanza los 22 mil pesos. Nos tenemos que arreglar con certificados truchos para ir a trabajar y buscar bolsones de comida que no alcanzan para darle de comer a la familia. Sin tener datos de internet ni celulares que funcionen para poder comunicarnos. Son situaciones terribles, como ya venimos denunciando.

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La novedad no son los maltratos ni la precariedad (que son moneda corriente en el trabajo doméstico y en las tercerizadas de limpieza), sino la voluntad por organizarnos entre nosotras y también con otros sectores.

Dijimos basta y empezamos a organizarnos

Sábado, casi son las cuatro de la tarde y una de las trabajadoras manda al grupo de whatsapp “el link para la reunión ya está?”. Nos reunimos en asamblea virtual el fin de semana pasado, organizada por nosotras mismas. En la reunión decidimos participar de plenarios, junto a otros trabajadores, para unirnos y así tener más fuerza para enfrentar los ataques, porque la crisis está afectando a todos los trabajadores. “De los plenarios tenemos que participar todas, estamos en una situación de total vulnerabilidad importante. Nos beneficiamos todas y todos los sectores si participamos”
Días después, antes de irse a dormir una trabajadora mandaba en referencia a las asambleas “que se respeten las categorías y sueldos dignos. Yo no permito más que me humillen y me basureen. Sólo depende de mí y de cada una de ustedes. Basta de agachar la cabeza. Deseo que la nueva generación se imponga con los derechos por delante y exigiendo sueldos verdaderos y no limosnas. Que el dolor de mi cuerpo valga la pena”

Tenemos muy en claro cuál es nuestra situación y nos cansamos de la humillación y el no reconocimiento a nuestros derechos. “El sindicato y el gobierno nos dejan abandonadas”. A los minutos se lee “hola chicas hay que apretar primero al sindicato de mierda. El sindicato trabaja para los empleadores, no para nosotras. Exigimos un sueldo básico de 30 mil minino” y remata “hay que preguntarles a los sindicatos ¿ellos trabajarían por esa plata? Porque la plata se devaluó. Todos los sindicatos son una mugre. No deberíamos naturalizar el trabajo en negro en ningún área”
Se lee fuerza, se vibra al calor de la bronca que sale de cada una de estas mujeres, la vibración que sale cuando las trabajadoras y las mujeres nos organizamos. “Este es momento de fortalecernos como grupo de armar agenda y reclamos genuinos y para siempre “

Esto recién empieza. “Y cada vez nos vamos sumando más, eso es lo mejor!!! Unidos podremos lograr lo que nos proponemos, mucha garra es lo que vamos a ponerle”

Lo que decidimos en la asamblea virtual fue: