Las trabajadoras telefónicas de la Agrupación Violeta viajamos a Rosario junto a Pan y Rosas para llevar nuestras luchas al XXXI Encuentro Nacional de Mujeres.
Jueves 13 de octubre de 2016 00:18
Rosario fue la sede del XXXI Encuentro Nacional de Mujeres. Único en el mundo, este año fue el más grande en la historia de los encuentros. Más de 70 mil mujeres de todo el país viajamos, muchas por primera vez, para debatir acerca de las problemáticas y desafíos del movimiento de mujeres que lucha y se organiza para acabar con la violencia machista, los femicidios y para que las mujeres podamos decidir.
Fueron muchas las trabajadoras telefónicas que viajaron a Rosario y fueron parte de este Encuentro. Con algunas de ellas nos cruzamos en los talleres, intercambiando nuestras opiniones, políticas y experiencias.
Continuando el debate con la Secretaría de Género de Foetra Bs As, Mariela Pozzi, ex candidata a secretaria de género por la Lista Granate Blanca, que obtuvo el 40% de los votos en las últimas elecciones del sindicato, participó del taller de Mujer y Organizaciones Sindicales, en debate con Mónica Ingravidi, actual secretaria de Género del sindicato.
Las telefónicas de la Violeta fuimos parte del sector que llevó adelante, en todos los talleres, el planteo de la necesidad de democratizar los Encuentros, superando la instancia de consenso que impide que en los talleres se puedan votar resoluciones y así avanzar en un plan de lucha nacional que dé continuidad durante el año a los Encuentros y que incluya a las millones de mujeres que todavía no lo conocen o no han podido viajar.
Soledad Domenichetti, delegada del edificio Ciba, fue coordinadora de uno de los talleres de “Mujer, Cultura y Arte”, mientras que Ana Goussies, delegada del edificio Culpina, hizo lo propio en el taller de “Mujeres, Violencia y Maltratos”, dando la pelea junto a decenas de mujeres que viajaron con Pan y Rosas, e independientes, para que los talleres fueran resolutivos y pudieran votar campañas para impulsar masivamente a la vuelta del Encuentro en nuestros trabajos, colegios, barrios, etc.
Este multitudinario Encuentro se dio en el marco de un gobierno enemigo de los derechos de las mujeres, que mantiene el mismo presupuesto que el kirchnerismo para la LEY Nº 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y que se ha manifestado en contra de la legalización del aborto, mientras el proyecto fue presentado por sexta vez en el Congreso y los gobiernos anteriores también han cajoneado sistemáticamente.
Por eso, uno de los debates que cruzó todos los talleres y que se expresó en el acto de cierre, fue acerca del método de elección de la próxima sede del encuentro. Si queremos transformar la vida de millones de mujeres, debemos también poder transformar estos Encuentros y llevarlos por primera vez en casi 20 años, al centro político del país y donde se concentra en escasos kilómetros casi la mitad de la población de todo el país, la Ciudad de Buenos Aires. Para que el Encuentro crezca exponencialmente y seamos millones de mujeres.
Una minoría que hace años monopoliza la dirección de los Encuentros, las mujeres del PCR, cuyo principal referente se reunió recientemente con el Papa, intentó una vez más impedir que se escuche la decisión de la mayoría de las mujeres que nos estamos organizando.
Por eso en los talleres que coordinamos, quedaron expresados estos debates en actas, a pesar del PCR y Patria Grande que se negaban a que las mujeres podamos decidir, imponiendo un método ancestral como es el “aplausómetro”. Seguiremos peleando para que la sede del próximo encuentro sea la Ciudad de Buenos Aires, como expresó la inmensa mayoría de las mujeres en los talleres y en el acto de cierre, mientras un grupo minoritario gritaba “no se vota” y decidía en forma burocrática que el próximo Encuentro se haga en Chaco.
El domingo por la tarde una inmensa columna de mujeres de la Agrupación Pan y Rosas, junto a decenas de miles de mujeres de otras agrupaciones, nos movilizamos por las calles de Rosario, cantamos, nos pintamos, felices de haber compartido esta experiencia inolvidable que crece año a año.
Cuando nos acercábamos a la Catedral, sufrimos la represión de la policía de Rosario, con balas de goma y gases lacrimógenos, atacando y violentando a las mujeres que se manifestaban contra esta institución, que es un símbolo de los mandatos sociales que victimizan a las mujeres, del patriarcado y de la homolesbotransfobia. En la corrida, varias mujeres y periodistas sufrieron heridas, entre ellas una compañera telefónica que sufrió un esguince.
Repudiamos este represión que intenta callar nuestras voces y respondemos con más fuerza: “Ni una menos, vivas nos queremos”.