Durante la pandemia se duplicó el trabajo infantil, la baja de ingresos en los hogares y la interrupción de las trayectorias educativas fueron los agravantes que señalo la última encuesta realizada por la OIT, Unicef y el Ministerio de Trabajo. Hablamos con Thiago, Román y Candela quienes viven en la zona norte del Conurbano Bonaerense. Conoce sus historias.
Domingo 12 de junio de 2022 00:25
Él tiene 14 años. Tenía puesto una especie de uniforme que se le había ensuciado durante la mañana. Nos sentamos en el cordón de la vereda y empezamos. “Este es mi trabajo, acá estoy casi todo el día, acá está mi tío también”. Término de decirme eso y bajo su mirada mientras frotaba sus manos en el pantalón de jean.
Se llama Thiago y trabaja en un taller de autos. Su boletín durante la pandemia recibió un TED, lo que significaba “Trayectorias educativas discontinuas”. Se calificaba de ese modo en el Registro Institucional de Trayectorias Educativas (RITE).
Un informe valorativo, que reemplazó al clásico “Boletín”, durante la pandemia.
En dicho registro, la valoración TED hacía referencia a quienes no habían alcanzado a los contenidos mínimos propuestos, e incluía a aquellas infancias y adolescencias con quienes se perdió el contacto desde la escuela.
Thiago forma parte de esos 31.000 estudiantes que habían dejado las clases cuando arrancó la pandemia y todavía no volvieron a las aulas por tener que trabajar para contribuir a la economía familiar. Cuando le pregunto ¿Qué haría si tuviera las tardes libres? , Si no tuviera que trabajar, tendría tiempo para jugar a la pelota, me contesta con una sonrisa.
Román tiene 10 años, vive con su abuelo, su mamá y su hermana menor de seis años en José C Paz. Nunca conoció a su papá. Actualmente cursa 5to grado de la escuela primaria y todos los días después del mediodía recorre barrios junto con su abuelo y un amigo de la familia cargando una desmalezadora y una bordeadora con la que trabajan cortando el pasto, a voluntad. Cuando se le pregunta si recibe mucha plata por eso, Román le contesta que si bien su abuelo quiere darle algo del dinero que recaudan, él prefiere no recibirlo, y dejarlo para el fondo familiar. “Esa es mi manera de ayudar a mi familia”, refiere el niño.
Candela tiene 16 años, vive en Boulogne Sur Mer. Los viernes, sábados y domingos trabaja de mesera en un bar en el bajo de San Isidro, tuvo que salir a conseguir un trabajo porque en su casa no alcanzaban a fin de mes. Ella continúa sus estudios secundarios y si tuviera los fines de semana libres, me cuenta que estaría junto a su novio, y pasaría mas tiempo con sus amigos.
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Como Thiago, Román y Candela son miles los niños y niñas que construyen su subjetividad desde la infancia en base a desventajas y a necesidades que se van acumulando al interior de cada familia trabajadora. Frente a esto, sabemos que la pandemia no es la responsable de que se hayan duplicado en nuestro país las infancias desprovistas de sus derechos más elementales por tener que salir a trabajar.
Porque mientras ellos salen a trabajar todos los días, el gobierno nacional y la oposición de derecha, responsables de la situación en que viven las mayorías en nuestro país, solo están interesados en ver cómo “mantener el orden”, un orden social, político y económico que ya demostró que no tiene nada para ofrecerles.