300 son las mujeres que se atreven a hacer sus denuncias en la Unidad Fiscal de Violencia de Género en Rosario. Una violencia que no cesa y una justicia que hace historia mostrando su rol patriarcal.
Martes 10 de mayo de 2016
Hace tres días era noticia que Néstor Fabián Anchaval fue condenado a tres años de prisión por violencia machista. Lo trataron de definir como un juicio histórico por tratarse del primer proceso oral y público por una causa de violencia de género en el nuevo sistema penal de Santa Fe. Esta operación mediática a favor del gobierno socialista se derrumbó con las palabras de la víctima, Jesica Balmaceda: “Lo condenaron a la mitad de los años que yo padecí”. Los maltratos a Jesica comenzaron en el 2008 pero a pesar de efectuar las denuncias logró que se procese y que se le dicte una pena al golpeador recién en 2015.
Así como Jesica en Rosario son 300 las mujeres que cada semana se acercan a la Unidad Fiscal de Violencia de Género para denunciar que han sido víctimas de la violencia machista. Si contamos lo que va del año éstas se elevan a 5400, sin contar aquellas que son realizadas en comisarías. Sólo los primeros dos meses del año hubo en nuestra ciudad 8 femicidios. Esta violencia se extiende además a todos los ámbitos: en las casas, en la calle, los trabajos y también en los establecimientos educativos. En la Universidad Nacional de Rosario, por dar un ejemplo, nuevamente sale a la luz una denuncia de acoso sexual.
Santa Fe cerró el 2015 como la segunda provincia del país con mayores casos de femicidios: se contabilizaron en 31, de los cuales 16 fueron en Rosario, siendo así la ciudad más violenta contra las mujeres de la provincia.
Y sin embargo las políticas en materia de género del gobierno del socialista Lifschitz se reducen a la nada. En el primer trimestre del año se condenó a diez hombres por casos de violencia de género y cerca de 30 están en prisión preventiva según informó a los medios la Fiscalía Regional Rosario del Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe. El mismo beneficio que se le brindó recientemente al cura abusador de Reconquista, que durante el proceso cumplirá la prisión preventiva en una iglesia. La brutal condena contra la joven tucumana Belén es la que demuestra de forma más crítica el rol profundamente patriarcal y de clase de la justicia.
La cifras y estadísticas vuelven a poner sobre el tapete una cruda realidad que el movimiento de mujeres viene denunciando sistemáticamente y que el año pasado estalló masivamente con el #NiUnaMenos