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Red Internacional
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Migración. Trump, la amenaza de las deportaciones masivas y la separación de familias

Con el regreso de Trump y la designación de Homan como “zar de la frontera”, las amenazas de deportaciones masivas y separación de familias resurgen, dejando a México ante el desafío de dar acogida a millones de migrantes indocumentados. Ante esto, la clase trabajadora y campesina a ambos lados de la frontera tenemos también un claro desafío para frenar esta barbarie.

Martes 12 de noviembre 01:55

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A diez años de su primer mandato, la figura de Donald Trump sigue siendo un símbolo de la política antimigratoria más agresiva y xenófoba en Estados Unidos con la política punitiva de deportaciones masivas y la separación de familias, prácticas institucionalizadas aplicadas en su anterior mandato que dejaron una profunda huella en millones de vidas, pues, a través de su retórica reaccionaria ultraderechista y su enfoque de “tolerancia cero”, el republicano no solo despojó a miles de personas de su derecho a vivir en el país que, en muchos casos, consideraban su hogar, sino que también dividió a incontables familias, perpetuando un ciclo de sufrimiento y desarraigo que sigue afectando a comunidades enteras, sobre todo a la latinoamericana.

Ahora, con su retorno al poder en el horizonte, las amenazas de reactivar estas políticas se han intensificado y el nombramiento de Thomas Homan como el nuevo “zar de la frontera” promete una escalada aún mayor en la identificación, persecución y deportación de migrantes. Bajo su supervisión, se reiniciarán las redadas masivas y la criminalización de los trabajadores migrantes, también es probable que se reanuden las tácticas más brutales y antiderechos, como la separación de las familias y el confinamiento de los niños y las niñas en condiciones realmente infrahumanas.
Las imágenes de pequeños encerrados en jaulas, llorando por sus padres, dieron la vuelta al mundo y se convirtieron en un símbolo del desdén de la administración de Trump por la dignidad humana. Aunque algunas medidas fueron detenidas temporalmente tras la presión internacional y nacional, el daño ya estaba hecho: decenas de miles de familias habían sido separadas, muchas sin la posibilidad de reunirse jamás.

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La brutalidad de la “tolerancia cero” y el regreso de la máquina de deportación

Ante su retórica de tolerancia cero, Trump puede emitir la orden de deportar a 11 millones de migrantes ilegales que hay en EE. UU. desde el Día 1, momento en que ocupe el cargo ejecutivo, pero la realidad es que se trata de un proceso mucho más complejo que requiere una fuerza masiva de aplicación de la ley, con agentes entrenados y equipados para enfrentar la resistencia, instalaciones de detenciones masivas, aviones para mover a millones de personas y, lo más complicado de todo, naciones dispuestas a aceptar a las personas deportadas.

Una de las herramientas más drásticas que Trump ha mencionado para justificar estas deportaciones es la Ley de Enemigos Extranjeros de 1789, una legislación rara vez usada que le permitiría al presidente electo estadounidense deportar a cualquier persona que no sea ciudadana yanqui y que provenga de un país con el que Estados Unidos haya declarado la guerra o tenga una “invasión o incursión depredadora” en curso. Aunque esta ley ha estado dormida por siglos, la disposición de Trump para invocar cualquier medida, por inusual que parezca, demuestra la intención de realizar la agenda de represión a niveles drásticos.

Además, Trump ha sugerido desplegar la Guardia Nacional, lo que implica una militarización aún mayor de las políticas fronterizas. Este despliegue podría ser ordenado directamente por los gobernadores, lo que generaría un escenario todavía más peligroso, abriendo la puerta a un conflicto entre diferentes niveles de gobierno en torno a la legitimidad y los derechos de nuestros hermanos migrantes.

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La responsabilidad del gobierno de Claudia Sheinbaum ante esta amenaza

En este contexto, el nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum en México se enfrenta a una de sus pruebas más importantes. La administración de Trump, bajo la dirección de figuras como Homan, afectarían no sólo a los migrantes de los países cercanos como Guatemala, El Salvador y Honduras, sino también a miles de mexicanos, venezolanos, africanos, de medio oriente, entre otros, en situación irregular, lo cual colocaría a México en una encrujijada por ser el primer país de llegadas por las deportaciones masivas.

¿Qué acciones tomará México si las amenazas de deportaciones se concretan y si las medidas de Trump se desatan en toda su magnitud? Aunque no hay respuesta definitiva, sí sabemos que México se verá afectado como país de tránsito, pero también que ha demostrado su subordinación al imperialismo incluso con Andrés Manual López Obrador a la cabeza cuya retórica era progresista y antineoliberal, además de que enfrentará el reto de acoger a millones de latinoamericanos y migrantes indocumentados que podrían ser el blanco de esta política agresiva de deportación masiva.

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La organización antiimperialista: un futuro de justicia y unidad

La resistencia a las políticas antimigratorias y xenófobas de Trump no es nueva. Activistas, organizaciones de derechos humanos y comunidades migrantes alzamos la voz en el pasado y esta vez no será diferente. La división de familias que provocó Trump en 2016 debe ser vista como una llamada de atención sobre las injusticias estructurales del sistema capitalista, formado a base de más explotación y opresión en nuestra contra, que pone en la balanza el bienestar de la clase trabajadora contra la acumulación de riqueza de unos pocos.

La respuesta debe ser la lucha antiimperialista en cada país para contrarrestar la violencia, la explotación y la opresión que nos impone este sistema y que nos arrebata las tierras, los recursos y hasta la vida. Además, debemos luchar en unidad a ambos lados de la frontera en contra de las políticas de criminalización de la migración y oponernos, claramente, frente a las presiones de una potencia imperialista que ha hecho de la migración un tema de control y explotación, para exigir derechos para todas las personas que migran independientemente de su estatus migratorio, garantizando no sólo su integridad y reunificación familiar, sino también fronteras abiertas con una política migratoria que ponga al centro el libre tránsito de los pueblos del mundo y en contra de la militarización de las fronteras y, para llevar todas estas exigencias y políticas adelante, es necesario la construcción del partido obrero de la clase obrera y de los oprimidos, organizado con un programa socialista que una nuestras luchas y nos dé las bases con las que luchar por un mundo mejor.

En la construcción de un futuro socialista, la lucha por los derechos de los migrantes será siempre una prioridad.

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Diana Palacios

Profesora egresada de la Normal Superior, colaboradora en IdZMx