“Un pelotudo caro”

“Es un pelotudo caro” sentenció el “filósofo” gastronómico-menemista Luis Barrionuevo, sobre el Jefe de Gabinete Jorge “Coqui” Capitanich. Muchos estaríamos dispuestos a compartir el improperio si no fuera porque quien lo ha dicho es un personaje oscuro responsable del derrotero de la clase trabajadora en los ‘90 y un cabal representante de la burocracia sindical derechista con que el peronismo supo controlar históricamente a la clase obrera. Pero lo cierto es que el jefe de los ministros se ha puesto en los hombros la tarea de atacar al paro y los sindicatos que convocan a la medida. “Son agentes gratuitos de los buitres” reiteró por la mañana del martes el “Coqui”, mientras los diarios nacionales anunciaban el espaldarazo del magnate George Soros al pago de los bonistas en Buenos Aires. Claro que en este caso se trataría de un apoyo al proyecto “nacional y popular” y en el caso del paro general convocado para el 28 de agosto un acto de oposición social al gobierno kirchnerista. Para que quede en claro: cuando los trabajadores enfrentan el ajuste (que se realiza para que las cuentas públicas tengan recursos para pagar la deuda externa), son agentes de los buitres. Pero los buitres que aceptan el canje de la deuda (una deuda ilegal, ilegitima y fraudulenta) son amigos de la patria.
Como frutilla del postre, el “Coqui” se despachó contra los posibles piquetes, que burócratas como Moyano y Barrionuevo no avalan, porque apelan a la violencia y no a la “conciencia de los trabajadores”. Una auténtica tontera proveniente de alguien que opina que la conciencia de los trabajadores debe ser la de ir de casa al trabajo y del trabajo a casa sin chistar, negando que la acción directa de los piquetes fuera una manifestación organizada de la conciencia del trabajador que entiende que para impedir la coacción patronal tiene que ganar las calles en defensa del derecho de huelga de millones de obreros precarizados o amenazados por la prepotencia patronal.
Evidentemente, tenemos que rendirnos a la evidencia y asumir que Barrionuevo, por más mal que nos caiga, en este caso tiene razón. Entre un “pelotudo caro” y un traidor millonario los trabajadores necesitan asumir un camino propio para defender sus intereses.