A propósito del debate sobre quienes sostienen que hay que ilegalizar a Vox, un ejemplo histórico aleccionador de la lucha de los trotskistas contra el fascismo en Francia y Holanda en la víspera de la segunda guerra mundial.
Diego Lotito @diegolotito
Lunes 26 de abril de 2021
A principios de diciembre de 1935, la cámara de Diputados de Francia había aprobado una ley de disolución de las organizaciones paramilitares. Aunque era evidente que la ley podía aplicarse tanto contra los fascistas como contra las organizaciones de autodefensa obrera, los diputados estalinistas y socialistas votaron a favor de la misma.
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Poco después, siguiendo el ejemplo de Francia, también Holanda adoptó una medida similar. El gobierno de coalición de derecha, presidido por el primer ministro Hendrik Colijn, presentó un proyecto de ley de ilegalización de los cuerpos de defensa especiales.
El diputado Henricus Sneevliet, del Partido Socialista Revolucionario holandés, le consulta a León Trotsky su opinión al respecto. El revolucionario ruso, entonces exiliado producto de la persecución estalinista, responderá con una misiva conocida como “Carta sobre Holanda” en la que insta a los trotskistas holandeses a oponerse enérgicamente al proyecto de Colijn [1], sugiriéndoles argumentos e inclusive enmiendas para combatir la posición de socialdemócratas y estalinistas. Sneevliet era entonces diputado en la cámara baja del parlamento bicameral holandés. En mayo de 1936 él y los tres diputados comunistas votaron en contra del proyecto, que igualmente fue aprobado y entró en vigor en septiembre, luego de ser aprobado por la cámara alta.
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“La lucha contra el fascismo, la defensa de las conquistas de la clase obrera en el marco de la democracia en degeneración puede convertirse en una poderosa realidad -escribe Trotsky-, dado que le brinda a la clase obrera la posibilidad de prepararse para las luchas más grandes y de armarse parcialmente. Los dos últimos años en Francia, a partir del 6 de febrero de 1934, les han brindado a las organizaciones obreras una oportunidad excepcional (que quizás no se repita muy pronto) para movilizar al proletariado y a la pequeña burguesía hacia la revolución, crear una milicia obrera, etcétera. Esta oportunidad invalorable es producto de la democracia, de su decadencia, de su evidente incapacidad para mantener el "orden" mediante los viejos métodos, y del peligro igualmente evidente que amenaza a las masas trabajadoras. Quien no aproveche esta situación, quien llame al ‘estado’, es decir, al enemigo de clase, a ‘actuar’, vende el pellejo del proletariado a la reacción bonapartista.”
“Por consiguiente -continúa Trotsky- debemos votar en contra de todas las medidas que fortalezcan al estado capitalista-bonapartista, aunque se trate de medidas que puedan causarles molestias temporales a los fascistas. Los socialdemócratas y los estalinistas naturalmente dirán que defendemos a los fascistas contra el Padre Colijn (…) Sin embargo, podemos presentar ciertas enmiendas que, al ser rechazadas, le mostrarán claramente a todos los obreros que lo que está en juego no son los traseros fascistas, sino el pellejo del proletariado. Por ejemplo: 1) Esta ley no afectará bajo ninguna circunstancia a los piquetes obreros, aun cuando se vean obligados a actuar contra los esquiroles, fascistas y otros elementos lúmpenes; 2) los sindicatos y las organizaciones políticas de la clase obrera se reservan el derecho de construir y armar organizaciones de autodefensa ante el peligro fascista. El estado se compromete a ayudar a dichas organizaciones entregándoles, a su pedido, armas, municiones y apoyo financiero.”
“En un parlamento estas mociones suenan un tanto raras -prosigue Trotsky-, y sus excelencias los estadistas (y los falsarios estalinistas) las considerarán "escandalosas". Pero el común de los obreros, tanto en el NAS como en los sindicatos reformistas, las considerará perfectamente justificadas [2]. Por supuesto que sugiero estas enmiendas únicamente como ejemplo. Quizás puedan elaborarse fórmulas mejores y más precisas. ¿Se atreverán los señores socialdemócratas y estalinistas a negar su apoyo, o inclusive a votar en contra? Aunque voten a favor, las mociones serán rechazadas y entonces quedará absolutamente claro por qué votamos en contra de la moción del gobierno en su conjunto; y tenemos la obligación de votar en contra sin la menor vacilación, por las razones expuestas más arriba (aunque el bloque parlamentario de Colijn resuelva que nuestra moción no se puede discutir, argumentando que se aplica únicamente a la técnica propagandística y no a la esencia de la cuestión).”
La misiva de Trotsky concluye: “Debemos tomar medidas enérgicas contra los métodos intelectuales ‘antifascistas’ abstractos que suelen infiltrarse en nuestras filas. El ‘antifascismo’ no es nada, es un concepto vacío que emplean los estalinistas para encubrir sus triquiñuelas. En nombre del ‘antifascismo’ instituyeron la colaboración de clases con los radicales. Muchos camaradas nuestros quisieron apoyar el ‘Frente Popular’, es decir, la colaboración de clases, de la misma forma en que apoyamos el frente único, es decir, la política de separar al proletariado de las demás clases. En nombre del ‘antifascismo’, partiendo de la consigna absolutamente falsa de ‘el Frente Popular al poder’, van todavía más lejos y declaran que están dispuestos a apoyar al bonapartismo -porque el voto en favor del proyecto de ley ‘antifascista’ de Colijn, no es sino un apoyo directo al bonapartismo.”
Que diferente el enfoque de Trotsky y los bolcheviques leninistas frente a los socialdemócratas y estalinistas que en los 30 capitulaban a la burguesía impulsando los frentes populares y hasta apoyándose en el bonapartismo para enfrentar a las bandas paramilitares fascistas.
Pero todavía más frente a la actitud de sus homólogos actuales, Podemos e Izquierda Unida -aunque sean una versión degradada y caricaturesca- que, frente a una extrema derecha envalentonada, que tiene elementos fascistizantes pero está lejos de configurar aún un movimiento fascista, ya le capitulan al estado imperialista español ubicándose en un campo común “democrático” con ¡el PSOE, Cs, el PP y hasta la monarquía!
Como escribió Marx, “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.
[1] Hendrik Colijn (1869-1944), primer ministro de Holanda en 1925-26 y 1933-39. Encabezaba el Partido Antirrevolucionario (aquí se trata de la Revolución Francesa), organización burguesa protestante con una cierta base en la clase obrera y en la pequeña burguesía. Trotsky lo trata irónicamente de “padre”, el nombre que da la prensa burguesa holandesa a los políticos burgueses muy populares.
[2] NAS (Organización Nacional Laborista): pequeña organización sindical de izquierda presidida por Sneevliet.
Diego Lotito
Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.