¿Cuál es la relación con la situación medioambiental de Antofagasta?
Un aluvión en una ciudad que no tiene vegetación en sus cerros y donde apenas llueve fue algo inesperado para miles de antofagastinos. Este 18 de junio se cumple una nueva conmemoración del aluvión de 1991 en Antofagasta. Con este recuerdo y lo que se vive en el sur del país, es importante poner el punto de contacto que nos amenaza.
Jueves 20 de junio
En el sur no afecta únicamente la cantidad de agua, sino sobre todo lo que está pasando con las ciudades rodeadas de plantaciones forestales, como se refleja en Curanilahue, con miles de personas afectadas y casas dañadas, que denuncian que las familias solo pueden construir en las orillas del río porque todos los demás terrenos son propiedad de la industria forestal, las cuales reemplazaron los bosques de la zona dejando el terreno descubierto para el paso de las aguas y las inundaciones, evitando la canalización de las aguas de forma natural.
El negocio forestal, la “planificación” de las ciudades y el negocio inmobiliario, son una ecuación que da como resultado inundaciones y desastres. Aunque se responsabiliza al cambio climático en general, es innegable que estos factores están actuando, pero la prioridad de un puñado de empresarios son sus ganancias y no los desastres que provocan.
La minería también es un problema común, lo que pasó con los relaves de Minera Las Cenizas en la localidad de Cabildo, región de Valparaíso es un ejemplo. Vemos que no hubo ninguna preparación, a pesar de que no es una sorpresa que una lluvia de importantes proporciones arrastre un relave, contaminando de forma grave a la población y el ecosistema. El problema es que no existe ningún plan de cierre ni manejo y contención que asegure que esto no vuelva a ocurrir.
La minería está al servicio de las grandes ganancias sin considerar las medidas de prevención necesaria, porque los estudios que pagan justifican que este tipo de desastres nunca van a suceder, el año 2023 un periodista del mostrador, habló de una bomba de tiempo, denunciando que cada 36 horas se depositan relaves mineros equivalentes al tamaño del cerro Santa Lucía, es decir, cerca de 2.572.263 toneladas. Hay más de 750 relaves en todo el país y alrededor del 20% se encuentran abandonados, con minerales como arsénico, cianuro, cobre, zinc, cromo y plomo, los que generan enfermedades mortales como el cáncer, problemas dermatológicos, pulmonares y respiratorios, además del riesgo de derrumbe.
En Antofagasta los riesgos se han multiplicado, aún vivimos sobre una bomba de tiempo, el negocio inmobiliario empuja a miles de personas a vivir en campamentos, del año 2021 al 2023, pasaron de 60 a 99 campamentos, muchos de estos sobre las vías aluvionales, de alto riesgo como señala un estudio reciente, ver: Estudio presenta resultados sobre riesgos de aluvión en Antofagasta, además concentra los mayores relaves mineros existentes en Chile, los fenómenos climáticos extremos están al orden del día, ¿Cuánto más le dejaremos hacer y deshacer a estos grandes empresarios?
Lo que está detrás no es la idea general del cambio climático, sino que en Chile el territorio está puesto al servicio del saqueo de las grandes forestales y empresas mineras, que destruyen el medioambiente. Se requiere una planificación, pero no en función de aumentar las ganancias, de maximizar sus utilidades, sino en función de todas estas necesidades, inclusive la planificación urbana y los problemas socioambientales.
Es urgente recuperar los bienes comunes naturales, para que estén efectivamente al servicio de los intereses de las comunidades. Para ello es necesario que estén administrados por los trabajadores y las comunidades, única manera de proteger los ecosistemas y las necesidades socio ambientales.