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Red Internacional
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Una universidad cada vez más innacesible para la clase trabajadora: esto cuentan las estudiantes que trabajan

Las estudiantes trabajadoras nos cuentan lo que supone compaginar estudiar con trabajar, una situación que cada vez es más difícil para los hijos e hijas de la clase trabajadora.

Lunes 4 de marzo

Muches estudiantes de clase trabajadora, cuyas familias no pueden pagar sus estudios, deben trabajar para acceder a la universidad, o pedir becas que son insuficientes. Esto viene de la mano de los precios desorbitados de las matrículas universitarias. Une de cada tres estudiantes tiene que trabajar para pagar sus estudios, lo cual supone compaginar horarios que a veces no son compatibles, la falta de adaptación curricular, tener una doble carga de trabajo o niveles extremos de cansancio. Todo ello, mientras la derecha dice que vivimos de "paguitas" o que nos van a "tirar a la basura" con sus lonas reaccionarias.

¿Y cuál es el papel de la universidad en todo esto?

A propósito del 8M, traemos algunos de los testimonios de estudiantes que trabajan, que nos parece que sirven para ilustrar cómo es el día a día de las compañeras de clase más precarias.

La universidad pone todo tipo de trabas a les estudiantes que necesitan trabajar. La última reforma universitaria de Manuel Castells, el exministro de Universidades de Unidas Podemos acentúa la precariedad de los estudiantes de clase trabajadora, los cuales se quedan sin acceder a la universidad. Al mismo tiempo, se adapta la universidad de clases aún más a los intereses de las grandes empresas, las cuales gobiernan la universidad mediante los consejos sociales, con empresas como Repsol o El Corte Inglés, que deciden qué y cómo estudiamos.

La juventud, las mujeres, las migrantes y las personas LGTBI estamos bajo permanente ataque de la derecha, pero también somos las más precarizadas, y la última reforma laboral de Yolanda Díaz, que es una vuelta de tuerca de la del PP, da alas a la patronal para que se llene aún más los bolsillos a nuestra costa. A esto se le suman los alquileres desorbitados, los salarios bajos y ni hablar del desamparo de las estudiantes y trabajadoras sobre las que recae el trabajo de cuidados, que hacen una doble e incluso triple jornada laboral, cuidando de sus familiares o teniendo que encargarse de las tareas domésticas.

Frente a esto, las compañeras de Pan y Rosas peleamos por organizarnos contra la precariedad y por una universidad 100% pública y gratuita, gobernada por sus estudiantes y trabajadoras. Porque no nos resignamos a ser quienes siempre salen perdiendo, volveremos a tomar las calles este viernes 8 de marzo, estudiantes y trabajadoras, en una nueva jornada de lucha feminista contra la extrema derecha y el gobierno que le abre la puerta y que es cómplice del genocidio en Palestina.