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Red Internacional
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Unión de los Neuquinos: MPN en frasco chico 

Mariano Mansilla señaló recientemente en La Mañana de Neuquén que su partido UNE (Unión de los Neuquinos) pretende formar parte del próximo gobierno provincial junto con la lista Azul del Movimiento Popular Nequino. 

Miércoles 18 de mayo de 2022 12:28

Imagen: Yamil Regules - Diario Río Negro

Imagen: Yamil Regules - Diario Río Negro

Reivindicando especialmente a Jorge Sapag y Mariano Gaido, pero también al gobernador Gutiérrez, Mansilla trazó un balance positivo de la gestión municipal de Neuquén capital, de la que UNE forma parte y afirmó que el MPN actual está muy lejos de lo que fue en su momento el MPN sobischista. Al mismo tiempo, planteó que en su momento empujaron la candidatura de Rioseco a gobernador, por su gestión como intendente de Cutral Co, pero que en la oposición no hay consenso alrededor de su figura, en el marco de un fracaso del Frente de Todos en la provincia, por las divisiones del PJ. 

Por supuesto, el MPN todavía tiene que hacer su interna y después ganar la elección. Pero Mansilla ya vislumbra más o menos despejado el camino hacia la administración provincial, de la que hasta ahora nadie pudo desalojar al MPN (el 2023 no parecería ser la excepción).

Este nuevo paso en la integración de UNE con y en el MPN es una especie de condensación de una larga trayectoria del "progresismo" neuquino hacia la subordinación al partido provincial y el Estado. En este artículo, repasaremos algunos aspectos de ese recorrido. 

Gestión contra lucha de clases

El UNE se constituyó como partido en 2005, intentando canalizar dos fenómenos cuyos actores muchas veces se cruzaban: las protestas sociales de los ’90 y el progresismo de centroizquierda, vinculado a la lucha por los DDHH y la tradición denevarista. Ligado a lo que en su momento Ariel Petruccelli denominó como "contracultura de la protesta" (básicamente unas 7 u 8 mil personas que activaban de manera pemanente en las luchas sociales y gremiales de la provincia), aunque desde una concepción burocrática, el UNE buscaba trascender, conforme una previsible fórmula, la protesta y pasar a la "propuesta". Ese mismo año UNE hizo campaña para la Convención Constituyente, con banderas como la defensa de la Constitución provincial y los derechos del pueblo mapuche y Julio Fuentes (dirigente de ATE-CTA) como principal referente.

Mientras el PJ era un grupo muy débil a nivel provincial y la estrategia de "Frente Republicano anti MPN" era sostenida solamente por el Diario Río Negro, el UNE apareció como una relativa novedad, intentando aprovechar el peso social de la CTA para formar una fuerza política que promoviera medidas de reformas como el aumento de las regalías. Contraria su dirección a la independencia de clase, la iniciativa de instituir este partido se daba en el marco de los Foros de Porto Alegre, los "encuentros por un nuevo pensamiento" que promovía la CTA y otras instituciones que promovían una ideología de redistribución de la riqueza dentro del capitalismo. 

UNE tuvo una política tempranamente orientada a romper lazos con sus orígenes sindicales, reivindicando la "gestión" del Estado burgués como una especie de instancia superior de actividad política. Rápidamente formó parte de la gestión municipal de Martín Farizano, ocupando insólitos lugares como la dirección de tránsito (también participaron de esa gestión los ex kirchneristas, ex massistas, ex macristas y ex ex Libres del Sur). 

Hacia el "MPN de los orígenes"

Pero fue en las elecciones municipales de 2009 donde el UNE terminó de definir una ubicación político-discursiva que resumía a su vez una estrategia: se presentó como el partido que representaba los valores provincialistas del MPN de los orígenes. Con una estruendosa y millonaria campaña en la que se postulaba como el mejor representante de la identidad neuquina, el UNE definió de ahí en más los contornos en los que iba a desarrollar su política: los parámetros establecidos por el MPN. 

Las diversas alianzas posteriores, sean con Rioseco, Quiroga o el kirchnerismo, son cuestiones secundarias en relación con el objetivo principal: aumentar cada vez más los puntos de confluencia con el MPN para de esa forma postularse como parte de su "renovación" desde dentro o desde fuera pero siempre en vinculación estrecha con el partido provincial. 

Transformismo y reformismo sin reformas

Mansilla señala que su creciente integración al MPN obedece a la necesidad de hacer política concreta para mejorar la vida de la gente, a diferencia de los partidos ocupados en la política testimonial. Sin embargo, este argumento resulta muy dudoso considerando que "mejorar la vida de la gente" para el MPN es una prioridad muy secundaria en relación con "mejorar la vida" de las petroleras. Ninguna de las cuestiones que, en términos reformistas, cuestionaba el UNE de los orígenes, se revirtieron en todos estos años. Las petroleras siguen pagando regalías en función de lo que ellas mismas declaran que extrajeron del subsuelo, con el agregado del salto en calidad en el daño ambiental que implica el fracking, el déficit de vivienda se hace más agudo a medida que pasan los años y la infraestructura de educación y salud afronta una crisis grave que se puede constatar solo con darse una vuelta por escuelas y hospitales.

Antonio Gramsci caracterizó este tipo de trayectorias con el término transformismo. Lo definía del siguiente modo: 

[L]a absorción gradual, pero continua y obtenida con métodos diversos según su eficacia, de los elementos activos surgidos de los grupos aliados, e incluso de aquellos adversarios que parecían enemigos irreconciliables. En este sentido la dirección política ha devenido un aspecto de la función de dominio, en cuanto la asimilación de las elites de los grupos enemigos los decapita y aniquila por un período frecuentemente muy largo.

La trayectoria "transformista" del UNE es característica de todo "reformismo sin reformas". Descartada la posibilidad de cambios de fondo, se asumen como más realistas los cambios graduales, que a su vez se presentan como posibles siempre y cuando no afecten a los poderes fácticos, tornándose inexistentes. Una adaptación a "lo que hay", muy beneficiosa para los políticos como Mansilla (que hoy es vicepresidente segundo de la Legislatura que preside el MPN) pero claramente perjudicial para sus votantes.