La Universidad Católica del Norte decidió cerrar el jardín infantil Taqinki, afectando así a decenas de estudiantes y funcionarios que ven en este espacio, una oportunidad para terminar sus estudios. Esto generó una reacción de las y los estudiantes, quienes se encuentran movilizados.
Miércoles 9 de octubre
Fotos: Lukas Lorca, estudiante periodismo UCN
El cierre del jardín infantil sucede en el marco de un recorte presupuestario, que inició a principios de año con el despido de más de 50 funcionarios en el marco de un plan de ajuste por déficit financiero de la universidad.
En marco de la inspección de contabilidad que se realizó el año pasado a las distintas áreas que maneja la DGE, la Federación expuso una falta de respaldo por un gasto de 7 millones de pesos desde el Área Clínica del establecimiento. La respuesta de la institución fue insólita: “ratones se comieron los comprobantes”.
De conjunto, la Rectoría habla de un déficit de $7 mil millones. A pesar de que reciben por aporte fiscal directo (AFD) un total de $483.465 millones, mucho más de lo que recibe la estatal Universidad Antofagasta, con apenas $80.781 millones. Sin contar otros ingresos, como el pago de matrículas y aranceles de los propios estudiantes, fondos concursables, etc.
Es en este marco, que el jardín infantil Taqinki es un “gasto” prescindible para la UCN y decidieron recortar ese derecho, así como despidieron a 50 trabajadores a inicios de año y vienen recortando beneficios hace un tiempo, como vales alimenticios para el área de deportes, etc. La única solución que ofreció la universidad fue 50mil pesos, oferta inaceptable pues los jardines JUNJI están con lista de espera y los jardines particulares bordean los 300-400mil.
Ante esto, se movilizaron cerca de 200 estudiantes en una marcha interna en la institución, donde se fueron sumando más estudiantes que se encontraban en clases. Algunos cuestionamientos que se abrían, era la falta de transparencia sobre los resultados de la auditoría. Asimismo, sobre los altos sueldos de los directivos, como el Rector.
Este cuestionamiento es importante, porque actualmente las universidades no cuentan con espacios democráticos donde la comunidad educativa decida sobre qué universidad queremos. La demanda del cogobierno triestamental, como forma de organización a través de los métodos de la democracia directa, donde estudiantes, funcionarios y académicos puedan votar y remover a sus delegados, y que éstos puedan llevar la voz de las bases a espacios triestamentales resolutivos, en donde se llevan adelante las decisiones de las mayorías. En otras palabras, que el poder de decisión se encuentre en las bases, y no en las cúpulas del rector, empresarios y en este caso, la iglesia.
Es necesario reponer un programa político estudiantil que ataque de raíz la crisis de la educación de mercado, partiendo por garantizar un sistema de educación estatal y público, financiado por aportes basales directos por parte del Estado, en un 100%, con acceso irrestricto y sin pruebas de filtros ni sesgos de clase.
A su vez, no se puede seguir financiando a mercaderes de la educación y políticos tradicionales con dineros públicos. Vamos por la estatización de toda la universidad privada que quiebre, que se compruebe que lucre o donde sus comunidades educativas organizadas democráticamente así lo decidan, y que éstas sean gestionadas bajo cogobierno triestamental y no por autoridades millonarias
Retomar la organización estudiantil para enfrentar esta crisis y este verdadero escándalo debe ser un puntapié inicial para avanzar en la rearticulación nacional del movimiento estudiantil, que supo ser un actor nacional que marcó la agenda durante largos años desde el 2006 en adelante, alcanzando su punto cúlmine el año 2011, a través del cuestionamiento al mercado educativo y la exigencia de la educación gratuita.