Matías, Antonio, Diego, Alfonso, Carlos y Sergio perdieron la vida por la sed de ganancias de Metrovías, que desde 1994 cuando se convirtió en la concesionaria del subte cuenta con la complicidad de todos los Gobiernos de turno. Para ellos la vida de los trabajadores no vale nada.
Florencia Sciutti @FlorSciutti
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Jueves 26 de julio de 2018
Metrovías mató seis trabajadores en los últimos siete años - YouTube
Producción y realización audiovisual: Magdalena Pedernera
Seis trabajadores, en los últimos siete años. Seis muertes evitables en el marco de las tareas laborales. Matías, Antonio, Diego y Alfonso murieron electrocutados. Sergio cruzó por un puente que no estaba habilitado ni señalizado y no vio un tren que venía. Carlos fue aplastado por una máquina que no tenía trabas de seguridad. Información que difícilmente aparezca en algún balance, en algún informe de Metrovías, más que como el número con algunos ceros que habrá tenido que gastar en alguna indemnización o compensación para las familias.
Metrovías ha recibido millonarios subsidios de parte de todos los gobiernos desde la privatización del servicio en los 90. A pesar de esto y el aumento de las tarifas, la desinversión se cobra casi una muerte anual desde 2011. La “impunidad empresarial”, según palabras de la abogada de la AGTSyP, Andrea Folgueras, permite que Metrovías siga adelante sin mayores consecuencias, pudiendo ser aún después de seis muertes, la empresa concesionaria del subte.
“Metrovías tiene la costumbre de matar a un trabajador por año”, manifestó a La Izquierda Diario Pablo Villares, hijo de Antonio, una de las víctimas de esta empresa. “Evidentemente les sale más barato pagar la muerte de un trabajador anual que invertir en sistemas de prevención”, especula.
Pablo habló sobre la causa que desde hace años afronta la empresa por la muerte de su padre. “Conocemos los tiempos de la justicia”, sostuvo.
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“La falta de inversión no solo genera un mal servicio, si no que a veces hace que los talleres sean la tumba de nuestros compañeros” señaló por su parte Claudio Dellecarbonara, delegado miembro del Secretariado Ejecutivo de la AGTSyP y referente de la Agrupación Bordó del PTS-FIT en el subte. El ataque que afronta el sindicato por parte del Gobierno de la Ciudad y la patronal, tiene como trasfondo la lucha de más de 20 años que impulsan los metrodelegados por mejores condiciones laborales y por medidas que hubieran evitado las muertes de sus compañeros.
La única salida para que el subte deje de ser un negocio millonario a costa de la salud y la vida de trabajadores y usuarios es la estatización del servicio bajo el control de sus trabajadores y comités de usuarios. Por esta perspectiva lucha la agrupación Bordó, impulsada por el PTS junto a trabajadores independientes.
Nuestros muertos, banderas de lucha
Carlos Leguizamón, era un empleado tercerizado de Rowing que trabajaba para Metrovías. En febrero 2018 falleció aplastado por un tren de obra que se desplazó de golpe, porque se encontraba sin calce (sin los topes que se colocan sobre los rieles delante de la ruedas para evitar que se mueva mientras se la carga). Sucedió en el taller Lacarra de la Línea E.
El 7 diciembre 2016, Matías Kruger de 24 años, falleció electrocutado en el Taller Colonia de la línea H. A las dos y media de la mañana le informaron que debía reparar el aire acondicionado de una formación. El protocolo indica que este tipo de tareas se debe cumplir con dos trabajadores, pero los superiores pidieron que fuera solo. Los trabajadores suben a los techos de las formaciones con unas plataformas elevatorias. Kruger sintió que el balanceo de la plataforma lo desequilibraba. Instintivamente tomó un cable de catenaria que debía estar deselectrificado, pero que le disparó una descarga de 700 voltios. Era futbolista y jugaba en la selección argentina de futsal.
Antonio Villares tenía 53 años. Trabajaba en mantenimiento de la línea B. El 2 abril 2013 bajó a las vías inundadas por el temporal que azotó la ciudad, para arreglar una bomba de achique que no funcionaba en la estación Los Incas. A pesar del agua y de haber gente trabajando, las vías estaban electrificadas. Recibió una descarga eléctrica y murió en el acto.
El 28 septiembre 2013 murió Sergio Reyes, arrollado por un tren de la línea B. Era operario de limpieza y salía de terminar su jornada en el Taller Rancagua. Era su quinto día de trabajo y según denunciaron hoy los Metrodelegados, no había recibido la capacitación necesaria. Reyes cruzó las vías a través de una plataforma de madera, que Metrovías dijo luego que no era apta para circular. Sin embargo, no había señalización que lo indicara, ni una barrera. Reyes cruzó sin ver el tren que iba hacia Rosas.
En marzo de 2012 Diego Martínez de 32 años murió electrocutado en un taller de la estación Congreso de Tucumán de la línea D, mientras usaba una soldadora. Era técnico de mantenimiento del subte. Al cable del artefacto le faltaba la vaina aislante de protección que cubre el cobre por donde conduce la electricidad.
David Alfonso de 40 años recibió una descarga de 1.500 voltios de corriente continua mientras realizaba el mantenimiento a los aparatos de alta tensión de los coches. El hecho sucedió cerca de las 10:00 de la mañana,el 11 febrero 2011 en una de las cocheras de Taller Constitución (Línea C) debajo de la calle Pavón. La corriente no había sido cortada de la catenaria, fallando además el sistema de seguridad que debía protegerlo de esta eventualidad. Era mecánico.