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Red Internacional
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LGBTI. VOX, transfobia y clase trabajadora: debates tras el caso del LIDL de Málaga

Una mujer trans denunciaba el trato que recibido en un supermercado LIDL de Málaga por parte de una trabajadora que se refirió a ella, en repetidas ocasiones, como “caballero”, incluso después de indicarle que era una mujer trans, según ha señalado ella misma. El debate estaba servido en redes: la extrema derecha instrumentalizando cualquier cuestión para atacar a las personas trans.

Jueves 29 de junio de 2023

Aunque el hecho ocurrió hace más de una semana, aún continua un debate en redes que excede a VOX. También un sector del feminismo y la izquierda hacen alarde de su paternalismo político sobre la clase obrera y los sectores populares. Anem per feina, como decimos en catalán.

Partamos de la legítima exigencia de Cristina, la mujer trans, de que se le trate según su género sentido. Más si cabe en estos tiempos en los que atacar a las personas trans es en un hecho en el que el rojipardismo, sectores del movimiento feminista radical y la extrema derecha coinciden demasiado a menudo, al plantear un reduccionismo biologicista y ataque a todo aquello que huela a queer. Unos y otros haciendo valer la masculinidad y la feminidad, ligadas a valores tradicionales que huelen a rancio desde hace años y que cada vez son más cuestionados, sobre todo por la juventud.

Vox salió “en defensa” de la trabajadora del LIDL usando su demagogia hipócrita para atacar a Cristina. Sin dudas, es necesario reconocer los prejuicios que hay entre la clase trabajadora y los sectores populares. Prejuicios que VOX acuña bajo ideologías de extrema derecha y odio a las identidades sexuales. El machismo, el racismo y la LGTBIfobia están a la orden del día, perpetuados por años y años de políticas institucionales de fomentar y asentar los pensamientos más conservadores, que solo sirven para mantener la división entre miles de explotados y explotadas. Y, de este modo, evitar que vayan más allá de las diferencias que tienen para luchar contra un enemigo común con nombre y apellidos: el sistema capitalista y sus lazos con el patriarcado y el racismo para sobrevivir y perpetuarse.

Por lo tanto, situaciones como esta no pueden sorprender a quien conoce la composición de la clase trabajadora. Sin una visión edulcorada y simplista, sino real, con contradicciones y contextualizada por experiencias revolucionarias, derrotas aplastantes, traiciones de las burocracias sindicales, años de neoliberalismo, las crisis cíclicas del capitalismo, etc.

Y nada de esto le quita, ni le quitará, el potencial revolucionario a la clase trabajadora, de tomar conciencia como clase y aglutinar tras de sus intereses -los de la mayoría de la población, que es la que trabaja o necesita vivir de su fuerza de trabajo -, al resto de clases populares en una estrategia y una lucha común para acabar con esta mierda de sistema.

Un sistema que gira en torno a prepararnos como trabajadores y trabajadoras sumisas, adoctrinadas. Que nos lanza a un mundo laboral descarnado, con jornadas interminables, salarios de miseria y condiciones que nos sumergen en depresiones, ansiedades y que, poco a poco, nos quitan la salud y la vida.

Llama la atención la hipocresía de VOX saliendo a defender a la trabajadora del LIDL -de la que se ha llegado a decir que la empresa va a despedir, cosa que LIDL ha desmentido- en un acto más de su cruzada contra el colectivo LGTBI, y especialmente contra las personas trans, sobre todo a raíz del debate de la Ley Trans.

Sin embargo, bajo su palabrería vacía –¿podemos recordar que presentaron a las municipales el mismo programa político para municipios de 100 habitantes y de 50.000?- encontramos un programa político y económico liberal, que mantiene este sistema y las condiciones laborales de las clase trabajadora, empeorándolas, recortando en derechos y aumentando el margen de las grandes empresas para hacer lo que se les antoje. Y respecto a las mujeres, queda claro cuál es su posición y su programa político. Por lo tanto, no es más que postureo político y campaña electoral el sacar un cartel de defensa de esta trabajadora, porque a la hora de la verdad a VOX la clase trabajadora le importa poco o nada.

La división de la clase obrera ha sido y sigue siendo, una herramienta más de un sistema que saca beneficio de mantener intactas estructuras que nos oprimen. Pero la realidad de la clase obrera actual es la diversidad. Nunca antes la clase obrera había sido tan diversa, y es justamente las personas migrantes y racializadas, las mujeres y las personas LGTBI -sobre todo, las trans- las que más sufren la opresión y esas cadenas de múltiples opresiones.

Otro punto en toda esta polémica es la visión paternalista y de menosprecio de sectores de la izquierda y del feminismo hacia la clase obrera. Una clase obrera que consideran bruta, boba y sobre todo, incapaz de superar sus prejuicios. A raíz de esta polémica, han salido desde diferentes sectors a decir “bueno, es cómo puede ser que se le pida a alguien que trabaja 12 horas que esté al tanto de los debates de género”. Por partes.

Primero, la mujer trans denuncia que, a pesar de indicarle que era una mujer, la trabajadora le siguió llamando caballero. Una escena que podemos ver muy a menudo y que poco tiene que ver con ser erudita de Judith Butler.

Segundo, la realidad material obviamente condiciona que la clase obrera no pueda dedicar tiempo al ocio, al debate, al estudio, al crecimiento personal, al placer, etc., y por eso mismo, combatimos esas realidades materiales, para transformarlas. Pero no es un camino de un solo sentido. Quienes luchamos por una sociedad comunista, también trabajamos y tenemos jornadas de 40 horas a la semana, dos y tres trabajos, trabajamos fines de semana y acabamos reventadas. Somos conscientes de la explotación que sufrimos y buscamos huecos para formarnos, debatir, estudiar, militar, incluso, robándole tiempo si hace falta a los empresarios.

Pero más allá de la realidad de cada cual, este discurso de que a “la clase obrera esto no le importa” es muy peligroso, porque relega los debates intelectuales y políticos a sectores que tengan acceso a estudios superiores o a una realidad cultural diferente. Si la clase obrera no hace política ¿quién la hace? Si la clase obrera no toma partido en los debates actuales, como el que hay entorno al feminismo, y lo liga a su propia realidad y demandas para hacerlo suyo, ¿qué feminismo nos queda, un feminismo para una minoría privilegiada, totalmente alejado de la realidad?

La respuesta rápida y cómoda, es que como a la clase obrera “no le interesa” no tiene porque intervenir. Pero lo que subyace es el abandono de organizaciones políticas de la izquierda, que se autodenomina revolucionaria, de dar una batalla por la clase trabajadora, por ligar las demandas feministas, antirracistas, y de liberación sexual, a la realidad de miles y miles de trabajadores y trabajadoras, que no tienen ningún interés real en que se mantengan estas opresiones.

¿Por qué una mujer trabajadora no va a querer ser partícipe de debate sobre la abolición del género, entendido como construcción social, cuando ella sufre en sus propias carnes una opresión milenaria que la obliga a llevar una doble carga de trabajo o la encasilla en unos roles determinados? ¿Son menos capaces las mujeres trabajadoras de pensar en cómo cambiar radicalmente la sociedad? Además, las personas LGTBI ¿no son trabajadoras?

La clase obrera, cada vez más diversa, ha dado múltiples ejemplos de su capacidad revolucionaria y creativa. Los debates de la revolución rusa entorno a la familia, la sexualidad, las relaciones, el aborto, el rol de la mujer y el trabajo doméstico, y un largo etc., son solo una pequeña muestra. Pero que quede claro que la clase obrera es capaz de muchas cosas, como de coger las riendas de sus vidas y cambiar de raíz esta sociedad.