A la gobernadora bonaerense le cerraron las cuentas. Pero el saldo no es favorable para trabajadoras y trabajadores estatales, docentes y de la salud. Números versus salarios, ésa es la cuestión.
Lunes 27 de junio de 2016 13:53
Fotografía: Diario Hoy
Desde el gobierno de María Eugenia Vidal anunciaron con bombos y platillos (y orgullo también) que los indicadores económicos bonaerenses correspondientes al primer trimestre arrojaron un superávit de $ 1.933 millones. Según señalaron, lograron revertir las cuentas en rojo que dejó el gobernador Daniel Scioli.
El ministro de Hacienda de la Provincia, Hernán Lacunza, al fin pudo darle datos alentadores a la Gobernadora: la recaudación aumentó un 38,1 % y hubo una “racionalización” del gasto, que hoy no supera el 29 % de las erogaciones.
Pero ese superávit anunciado por Cambiemos deviene, sobre todo, de la reducción del llamado “gasto corriente”. Es decir, de los salarios de los trabajadores provinciales. Por eso no hay nada nuevo ni mágico en este “logro” del gobierno.
Vieja receta: “ajusto a los trabajadores, los flexibilizo, desfinancio la educación, la salud, pero los números me cierran. ¡Voilá!”
Que “cierren”... aunque queden afuera
La contraparte de esta “racionalización” del gasto es la caza de brujas y estigmatización que sufren las y los estatales de la Provincia. “Son ñoquis”, “la planta está sobredimensionada”, “hay que modernizar el Estado”, “no podemos pagar los aumentos”, fueron los argumentos utilizados por Vidal y su gabinete para preparar el terreno para lo que iba a venir: ajuste, flexibilización y salarios de miseria.
Así, emulando al presidente Macri, a través de decretazos, “Mariú” se cargó a los trabajadores bonaerense. A fines de marzo firmó el decreto 230, que allanó el camino para los despidos masivos y los traslados de personal, volviendo a utilizar las figuras de jubilación anticipada y retiros voluntarios.
En tanto, con el decreto 618, firmado hace unos días, suspendió las designaciones de personal en las plantas permanente y temporaria, y dispuso el congelamiento de vacantes por un año.
Y por si fuera poco para los seis meses que lleva en el gobierno, la Legislatura de la Provincia le aprobó la ley de Emergencia Administrativa que, bajo el discurso de la eficiencia y modernización del Estado, flexibiliza el sistema de contratación de empleados públicos.
Si a Vidal le cierran los números es a costa de las condiciones laborales del empleo público, de las paritarias a la baja que logró firmar con los sindicatos, de las escuelas con problemas de infraestructura, de los comedores con fideos con aceite, de las y los estudiantes con hambre y frío, de los hospitales sin insumos ni profesionales y con enfermeras y enfermeros mal pagos.
Mientras la mayoría de los bonaerenses hacen cuentas para llegar a fin de mes, el gobierno de Cambiemos festeja el éxito del sinceramiento y la racionalización.