El gobierno del presidente peruano, Martín Vizcarra, mantuvo la posición de su predecesor de no invitar a la Cumbre de las Américas a Maduro, en la línea del gobierno de Trump y la derecha continental.
La Izquierda Diario Venezuela @LaIzqDiario_VE
Miércoles 4 de abril de 2018 00:03
Era de esperarse. El gobierno del presidente peruano, Martín Vizcarra, mantuvo este martes la posición de su predecesor de no invitar a la Cumbre de las Américas a Maduro. En tal sentido el nuevo mandatario no se aparta de la política de Pedro Pablo Kuczynski, en la línea del gobierno de Trump y toda la derecha continental.
El gobierno de Maduro llegó a ver una “luz” con la caída de Kuczynski, celebrando por los cuatro vientos la caída de éste, a la espera de un cambio con respecto a su invitación a la Cumbre de las Américas. Por lo que en ningún momento dijo una sola palabra sobre que su sustituto, Martín Vizcarra sobre el que también pesan fuertes acusaciones de corrupción, es tan corrupto como el que recién ha sido destituido. Si llegó a existir algún atisbo de algún cambio en el que se basara Maduro, el imperialismo estuvo prestes al disciplinamiento. Pero nada parecía indicar ese cambio en política exterior en quien había sido compañero de fórmula de Kuczynski.
Hasta hace pocos días el ahora presidente Vizcarra se encontraba en una suerte de exilio como embajador de Canadá, pero no precisamente por ser algún adalid de la “democracia” en el país andino. Vizcarra, había llegado a la vicepresidencia de la mano de Kuczynski pero tuvo que ser enviado como embajador al país de Norteamérica, a pocos meses de haber asumido, tras hacerse público que había ofrecido dinero del Estado a una empresa constructora que tenía a su cargo las obras del aeropuerto de Cuzco. La oposición parlamentaria mayoritaria, que fue la que estuvo a la cabeza de pedir el desplazamiento de Vizcarra en ese momento, es la que aceptó ahora que se haga cargo de la presidencia tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
Como sabemos, la invitación a Maduro, para asistir a la VIII Cumbre de las Américas en Lima el 13 y 14 de abril, fue retirada según declaraba la canciller de Perú en ese momento, Cayetana Aljovín, en nombre del recién destituido Pedro Pablo Kuczynski. La decisión peruana fue incluida en la declaración del Grupo de Lima que fue emitida el 13 de febrero, y vuelta a ratificar a comienzos de marzo.
El nuevo presidente Vizcarra tuvo que lidiar obviamente con esta nueva agenda, y era muy poco probable que se apartara de la línea de Estados Unidos. Es que la renuncia de Kuczynski también tuvo implicancias para la política de Estados Unidos hacia la región y en particular hacia Venezuela. El grupo Lima, compuesto por una docena de países latinoamericanos alineados con la política injerencista de Estados Unidos, ya venían haciendo lobby para evitar la presencia de Maduro en la Cumbre de las Américas que se va a realizar en la capital peruana. Así se había comprometido también Kuczynski con el exsecretario de estado de EEUU, Rex Tillerson, en su reciente visita al país.
Menos se iba a apartar de la línea imperialista de Donal Trump, justo cuando Estados Unidos se prepara para una mayor arremetida en su injerencia de la mano de todo el derechismo continental en dicha cumbre, siendo que “ampliar” la respuesta regional frente a Venezuela serán las grandes prioridades del presidente estadounidense, aprovechando la próxima Cumbre de las Américas. Ésta “es una oportunidad para hacer frente a la crisis humanitaria, quizá mediante nuevas respuestas regionales, y para mejorar los apoyos para lograr más acciones en la OEA (Organización de Estados Americanos)" y que "movilizaremos el potencial de nuestro continente haciendo compromisos concretos…", de acuerdo a declaraciones del Departamento de Estado.
El embajador de Perú en Estados Unidos, Carlos Pareja, ya había adelantado que Donald Trump planea asistir el 13 de abril a la Cumbre Empresarial de las Américas, que reunirá a empresarios de todo el continente en Lima como previa al encuentro de todos los presidentes de la región, y que viajará acompañado de "una robusta delegación de altos funcionarios" estadounidenses.
En los últimos años, los países del continente gobernados por la derecha continental, de la mano de Estados Unidos, han venido fracasando en imponer medidas sobre Venezuela, intentos hechos a través de la OEA, pero que no han llevado al término deseado sobre todo por la política de algunos países caribeños junto a Bolivia, Nicaragua y Ecuador, junto a la abstención de otros. Pero esta vez, de acuerdo a los funcionarios de la Casa Blanca, Trump confía en "lograr el apoyo" de más naciones de esa región para "una acción más concertada en la organización política continental”.
Era de esperarse entonces que el presidente Vizcarra mantuviese así la posición sobre Venezuela del anterior Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció tras acusaciones de corrupción y un escándalo por denuncias por compra de votos en el Congreso para rechazar su destitución. Por eso al acercase la fechas, y al asumir su cargo, el nuevo canciller peruano, Néstor Popolizio, sostuvo que la decisión de no invitar a Maduro a la Cumbre es firme y no se está revisando.
Ampliando, Popilizio en un discurso en la cancillería ante diplomáticos locales y extranjeros, que "la acción del Grupo de Lima y las que se coordinan conjuntamente en la OEA (Organización de Estados Americanos) buscan una salida democrática a la grave crisis política y humanitaria que Venezuela padece". Es la soga hablando en casa del ahorcado, pues justamente Perú atraviesa una de las mayores crisis políticas y se aventura a una situación de ingobernalidad, por lo que no se sabe aún el futuro del propio gobierno. El nuevo presidente se ha visto obligado a montar un gobierno con características de “unidad nacional” al incorporar como primer ministro a y jefe de gabinete a César Villanueva, uno de los promotores de la moción para destituir a Kuczynski.
El argumento tanto del imperialismo para avanzar en su injerencia en Venezuela es el de la “crisis humanitaria” y sobre la “democracia”. Pero el uso de las calamidades que sufre el pueblo por parte de los países imperialistas, bajo el nombre de “crisis humanitaria”, no es más que una utilización política, y lejos están de interesarles los padecimientos y el drama que se viene sufriendo en el país. La salida a la crisis política y la catastrófica situación económica que vivimos en Venezuela no puede ser resuelta por medio de la intromisión extranjera, menos la de Estados Unidos o de las otras potencias imperialistas acompañados de la derecha continental, donde solo los trabajadores y el pueblo pobre sabrá hacer frente al gobierno de Maduro y a las políticas de la oposición derechista que solo buscan más sumisión.
El verdadero contenido de estas preocupaciones “humanitarias” no es otro que encubrir los aprestos intervencionistas y legitimarlas ante la opinión pública internacional, mientras hacen preparativos para un eventual agravamiento de la situación interna en el país que, por ejemplo, pudiera detonar una mayor migración o un colapso interno. Pretendiendo recuperar la influencia política del imperialismo sobre el país a través de un gobierno títere y volver a hacer grandes negocios a costa del pueblo trabajador.
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