Yo, Daniel Blake, es la última película de Ken Loach, una vuelta a su cine más social, el sello del autor al que esperábamos.
Viernes 4 de noviembre de 2016
Yo, Daniel Blacke recibió la Palma de oro a la mejor película en el pasado Festival de Cannes en lo que fue la 12ª participación en la Sección Oficial de Loach, y lo que algunos ya confirman que será la última. El director británico de 80 años ya había anunciado con su anterior filme Jimmy’s Hall (2014) su retirada pero este año sorprendió con esta nueva cinta. Esta ha sido su segunda Palma de oro a mejor película, en 2006 ya recibió el mismo galardón su película El viento que agita la cebada. En su larga trayectoria el cine de Loach ha recibido un gran reconocimiento por parte de la crítica europea y esta palma de oro lo demuestra.
El heredero del realismo social británico y del cine-denuncia europeo es de los pocos directores que hoy se centran en ficcionar las consecuencias sociales del capitalismo. La vida en los barrios marginales, el paro y la precariedad son el escenario donde construye sus historias.
Yo, Daniel Blacke nos recuerda a las mejores películas de Loach como Felices dieciséis (2002), En un mundo libre (2007), Pan y rosas (2000), Mi nombre es Joe (1998), Riff-Raff (1990), La canción de Carla (1996) o Lloviendo piedras (1993) a la que nos recuerda enormemente esta última película.
Loach vuelve a situarse en los suburbios de Londres. Nos presenta la tragedia de un carpintero al que, tras sufrir un infarto, los médicos le prohiben regresar al trabajo. Al mismo tiempo, la burocracia de los servicios sociales le niega una ayuda y le exige busar un trabajo para poder acceder a algún tipo de subsidio. Una especie de delirio circular ante el que Daniel no solo no desespera sino que además encuentra ánimo para ayudar a Katie, una madre soltera que ha de comenzar una nueva vida sin nada, con solo una ruinosa casa social.
Un filme que también nos acerca enormemente a Lady Bird, Lady Bird (1994) con la que comparte la enorme empatía que causa en el espectador espectador y también la lucha contra un sistema brocrático que excluye al más débil. Loach retrata la burocracia funcionarial británica como una suerte de adoctrinamiento delirante.
El guión de Yo, Daniel Blacke ha sido escrito de nuevo por Paul Laverty, constante compañero de Loach responsable de guiones como El viento que agita la cebada (2006), En un mundo libre (2007), La canción de Carla (1996) o Felices dieciséis (2002) qcuyo guión recibió la palma de oro de Cannes. Un drama que cruza varias historias: las de Daniel y Joahana son las principales, pero no las únicas, algo muy propio de Laverty. Un modo de romper con la história única y de generalizar el discurso. Las consecuencias devastadoras del capitalismo no se limitan a la vida de Daniel sino que su caso es un ejemplo más de este sistema delirante.
La imposibilidad de Daniel para trabajar y la dificultad de Katie para adaptarse a un trabajo y poder comenzar una nueva vida se convierten en motivo de exclusión. El deseo por encontrar un lugar en el sistema y el enorme esfuerzo por cumplir todas sus normas parece no ser suficiente. La imposibilidad de sobrevivir a pesar de cumplir todo los pasos que el capitalismo impone como manual para la supervivencia se convierte en una trágica ironía. Un sistema que excluye y destruye a los que no son productivos.