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Red Internacional
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Entrevistas. [video] Trigo HB4: "Que sea un desarrollo nacional no lo hace necesariamente positivo"

Dialogamos con el doctor en Química Frank Sznaider de #BastadeVenenos y con el ingeniero agrónonomo, investigador y militante socioambiental Fernando Frank sobre las consecuencias de la reciente aprobación del paquete tecnológico HB4.

Viernes 20 de mayo de 2022

Producción y realización audivisual @piter_scrouch

La reciente aprobación del paquete tecnológico de trigo HB4 implica entre otros grandes perjuicios el uso del peligroso herbicida glufosinato de amonio, la extensión de la frontera agrícola y el peligro de contaminación genética. La decisión de la cartera de Julián Domínguez pasa por encima de las voces de colectivos y comunidades que gritan: #BastadeVenenos, #connuestropanno en beneficio de la "nacional" Bioceres de Hugo Sigman y Gustavo Grobocopatel. ¿Pueden ir de la mano los intereses de una multinacional como Bioceres con los de las grandes mayorías? La disputa por la renta agraria de los sectores empresarios y del agropower nunca acompañan las necesidades de los sectores populares, ni siquiera de pequeños productores. Charlamos con Fernando Frank, ingeniero agrónomo de la Secretaría de agricultura familiar campesina indígena, coautor de varios trabajos entre ellos del completo informe El pan en manos de las corporaciones. Trigo Transgénico HB4 en Argentina y con el doctor en química orgánica y profesor de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Frank Sznaider, militante del colectivo #BastadeVenenos y de la organización Gesta Colectiva.

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1. ¿Qué es el trigo HB4 recientemente aprobado por el ministerio de agricultura?

Frank: El trigo HB4 es otro evento transgénico de los 64 que tenemos en el país. Hubo intentos de aprobación en otros países que fracasaron, así que somos el primer país en aprobar un trigo transgénico, algo sumamente grave. El trigo HB4 tiene dos genes exógenos al trigo que le otorgarían la supuesta resistencia a la sequía (del girasol) y otro la resistencia al glufosinato de amonio, herbicida pariente del glifosato. La resistencia a la sequía (habría que ver qué tan así es) permitiría expandir aún más la frontera agrícola, pues podría ser plantado en lugares más secos y con menos lluvias.

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Fernando: La empresa dice tener información sobre la supuesta tolerancia al stress hídrico, pero las experiencias productivas han demostrado que no es así. Los rendimientos de los trigos cultivados el año pasado fueron por debajo de los valores promedio de las zonas trigueras del país. El glufosinato de amonio al cual presenta tolerancia es un agrotóxico cuya molécula es similar al glifosato pero con una toxicidad varias veces mayor. Esta segunda característica la empresa la omite.

2. ¿Qué sectores lo impulsan?

Frank: Los sectores involucrados son Bioceres, investigadores de Conicet y la Universidad Nacional del Litoral. También una gran parte de la Sociedad Rural, la cadena de comercialización de trigo en nuestro país y en otros países como Brasil que no están de acuerdo con esto, no por un conciencia ambiental o sanitaria sino porque piensan que puede perjudicar sus propios intereses. Por lo tanto, no existe un gran consenso sobre la incorporación de este trigo, lo cual me parece importante destacar. Las empresas detrás de esto se benefician de la utilización de estos insumos y de que los productores se vuelvan dependientes de comprar la semilla modificada para luego, campaña a campaña, poder sembrarlas y cultivarlas como pasa con la soja y con el maíz.

Fernando: Lo presentan como un desarrollo nacional como si eso fuera necesariamente positivo. Muchas voces que nos oponemos a este trigo transgénico planteamos que viene de la mano de una empresa que busca la privatización de las semillas con una tecnología que ha ido históricamente en función de la concentración empresarial, tanto en la producción como en el comercio. A su vez, es resistido por un grupo mucho más amplio y diverso de voces también desde la ciencia crítica que denuncian las consecuencias negativas de difundir un transgénico de estas características en los campos, en los ambientes y en los alimentos.Nos cuesta entender qué es lo que pretende el gobierno con esta aprobación. Sí está claro lo que pretende la empresa: vender un producto, ampliar un mercado y valorizar sus acciones en la bolsa. Desde el gobierno se hacen declaraciones en abstracto en favor de la ciencia de la industria nacional y a favor de ganar más dólares sin decir cómo va a ser ese mecanismo. Si hubiera un aumento en la producción podrían entrar más dólares, pero el aumento en la producción es una pregunta. Los datos que muestra el Estado es que el trigo HB4 rinde mucho menos.

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3. ¿Cuáles son los peligros, daños socioambientales e impacto sobre nuestra alimentación que implican su aprobación?

Frank: La evidencia toxicológica hasta el momento muestra que el glufosinato es aún más tóxico que el glifosato. La aprobación de este trigo en nuestro país recuerda lo que pasó en el ‘96 con la soja RR [RoundUp Ready] resistente al glifosato. En ese momento se trató del primer evento transgénico aprobado en Argentina antes que en el resto del mundo. A diferencia de otros cultivos transgénicos como el de maíz o de soja que son más de exportación, el trigo es un cereal que comemos directamente en un montón de productos. La introducción de glufosinato de amonio en un cultivo como el trigo, aumentaría la cantidad de fumigaciones en invierno, sumándose al estimado de 500 millones de toneladas anuales de las campañas de maíz, soja, etcétera. Por otro lado, no hay razón para pensar que el glufosinato no llegará a la mesa. El transgénico quita independencia a los productores y a la libertad de circulación de la semilla, porque también van por la modificación de la ley de semillas.

Fernando: Tanto Bioceres como el ministro Domínguez están planteando la necesidad de modificar la ley de semillas para proteger la propiedad intelectual de las empresas. Ese camino es muy peligroso, implica un avance en la privatización de las semillas en función de los monocultivos y la concentración empresaria. En la Argentina han habido en los últimos años distintos intentos de avanzar en este tipo de leyes de semillas que han sido resistidos, pero aparentemente entramos en otro ciclo de defensa de las semillas ante este riesgo. Por otro lado, una vez liberados esos transgénicos a los campos, a los ambientes, a los mercados, potencialmente pueden cruzarse con los trigos no transgénicos (que son todos) y se pierde el control. Una vez que la contaminación genética ya este difundida va a ser muy difícil sino imposible revertirla. Es un proceso que puede ser más lento o más rápido pero puede ser irreversible. Esto tiene varias implicancias, por un lado las comerciales, que es la que han resaltado los sectores empresarios de perder destinos comerciales, pero por otro lado la cuestión del derecho a la información de consumidores y consumidoras que elijan consumir productos no transgénicos. Va a ser muy difícil distinguirlos a futuro.

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Hay un antecedente de un productor de Estados Unidos llamado Percy Schmeiser, que encontró en su campo semillas de canola transgénicas que no había sembrado. Fue demandado por la empresa por robar una tecnología, siendo que había sido Percy quien había sufrido el daño por la contaminación genética. Vemos entonces cómo por una parte se habilitan mecanismos de extorsión y de denuncia cuando se aprueban leyes en contra de los intereses de las mayorías, como las leyes de propiedad intelectual aplicadas a los seres vivos. Por otra parte, las semillas tienen miles de años de historia: generaciones seleccionándolas para que ahora una empresa quiera apropiarse de ese valor histórico. Por eso en otros países no está permitido. Si se modificara la ley de semillas en función de Bioceres y de lo que ha anunciado públicamente el ministro Domínguez sería un riesgo muy concreto que no es sólo para el trigo o la soja, sino para todas las especies de cultivos. Un riesgo muy grande vinculado al derecho a la alimentación.

4. Uno de los principales argumentos de los sectores que impulsan el paquete de trigo HB4 está asociado al aumento de la productividad y del ingreso de divisas. ¿Qué tenés para decir al respecto? ¿Que alternativas hay?

Frank: Es notable la falta de crítica e información de parte de la comunidad científica. Vivimos en 2022 y año a año en nuestro país y en el mundo se sigue fomentando el cultivo de alimentos con venenos y la liberación de millones de toneladas de compuestos sumamente dañinos para el ambiente y nuestra salud. La agroecología más que una alternativa es una realidad de producir alimentos de otra manera, donde no se utilizan estos venenos. La agroecología como disciplina científica es la conjunción de las ciencias agronómicas y la ecología. Se pueden tener intercultivos es decir, cultivos que se cuiden unos a otros. Sembrar varias plantas en la misma parcela, evitar que proliferen las malezas o plagas que en general se deben a malas prácticas agrícolas.

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La utilización de distintos cultivos y bioinsumos permite tener ecosistemas más saludables, una tierra más rica que se fortalezca año a año, resistente a cambios climáticos externos como las sequías y con rendimientos similares a los sistemas tradicionales. Se utilizan mucho menos insumos, con lo cual el beneficio para los productores es mucho mayor. Se trata de un modelo disruptivo en términos de independencia de insumos externos, que va en contra de la dependencia de estos insumos externos (semillas transgénicas, agrotóxicos, etcétera). Todo esto ya existe, cada vez hay más miles de hectáreas en el país de cultivos agroecológicos. Esa es la buena en todo esto. Desde Gesta Colectiva intentamos aportar desde distintas disciplinas de la ciencia y construir con las comunidades herramientas que permitan evaluar su estado de salud, creamos una encuesta de salud para aplicar en pueblos y pequeñas ciudades que están rodeadas de campos fumigados, todo a pulmón.

Fernando: Trato de entender el contexto económico y las ideas que hay en torno a la deuda, los dólares y las exportaciones. Creo que habría formas mucho más concretas de aumentar los ingresos de dólares en relación a transparentar el mercado (el sector de agronegocios que vende mucho en negro). Por otro lado, hay que recuperar los puertos que están concedidos desde la última dictadura militar a empresas transnacionales, una locura. A partir del conflicto de los puertos y del río Paraná (mal llamada “hidrovía”) hemos escuchado que en muchos casos ni se pesan los camiones, muchos puntos oscuros que de transparentarse sería mucho más efectivo que avanzar con un trigo transgénico para incrementar la recaudación del Estado.

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El trigo se da muy bien en los manejos de agricultura y ganadería mixtos, típicos de la historia larga de la agricultura y la ganadería en la pampa húmeda. Hay mucha experiencia de trigo agroecológico en otras zonas también y es importante decirlo. De hecho la judicialización que se hace en la provincia de Buenos Aires contra el trigo transgénico la hace la organización Naturaleza de Derechos en representación de productores y productoras agroecológicos/as que elaboran harinas, cultivan, cosechan y procesan trigo. A diferencia de algunos sectores a los que hemos escuchado decir barbaridades y cosas alejadas de la realidad en los medios sin haber estado nunca cerca de una sembradora, de una cosechadora o de un tractor. La demostración de que se puede producir trigo sin transgénico está a la vista en la historia de este país hasta ahora y en todos los países del mundo. No es una tecnologia que hayan reclamado los productores y productoras, ni siquiera los empresarios más concentrados, sino que surgió al revés, a través de una empresa que pretende tener una solución a un problema real, pero que no ha demostrado ser tal. La tolerancia a la sequía, desde un punto de vista agronómico está ligada a la fertilidad de los suelos. En la medida en la que se recuperen los suelos degradados y la fertilidad química, física y biológica, los suelos vivos son más productivos y responden mejor ante todo tipo de inclemencias de los lugares. Eso es lo bueno de esta cuestión, no es esto o la nada.


Rosario Escobar

Oriunda de Temperley, es profesora de física egresada de la UBA y doctora en el área de la didáctica de las ciencias naturales (UNICEN). Milita en la agrupación Docentes e Investigadores de Izquierda y forma parte de la redacción de ciencia y tecnología de La Izquierda Diario.

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