El 11 de noviembre, el presidente Luis Arce Catacora aseguró en un acto estatal que, “en 10 días resolvería la crisis de la falta de provisión de combustible y la disminución de precios de los productos esenciales de la canasta familiar”. Sin embargo, a solo 2 días del plazo establecido, la situación en el país continúa siendo crítica.
Viernes 22 de noviembre
Tras el levantamiento del bloqueo de 24 días llevado a cabo por campesinos del Trópico vinculados al evismo, las largas filas para abastecerse de diésel y gasolina se han intensificado en todos los surtidores de la región. Camioneros y productores enfrentan serias dificultades para realizar sus actividades diarias, generando un clima de incertidumbre y malestar en los sectores productivos y en la población en general.
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La crisis también se ve reflejada en el aumento y escasez de los precios de productos básicos como el arroz y la carne, y en el desabastecimiento de la harina. En respuesta a esta situación, los panificadores llevaron a cabo un paro de 48 horas debido a la falta de harina subvencionada. Posteriormente, los carniceros decidieron entrar en un paro indefinido por el incremento del precio del kilo-gancho, lo que afecta considerablemente a miles de familias. Por su parte, los productores arroceros han reportado pérdidas significativas debido a la escasez de diésel, esencial para el funcionamiento de sus maquinarias. A pesar de esperar hasta 10 días en filas para abastecerse, muchos no logran obtener el combustible necesario para mantener su producción regular, lo que ha resultado en un desabastecimiento crítico de arroz en el mercado interno elevando los precios por quintal de 180bs a más de 400bs.
Ante esta crisis, la Empresa Pública de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA) ha anunciado que se están evaluando opciones para importar arroz en los próximos meses. Sin embargo, esta medida podría ofrecer solo un alivio temporal y no aborda las causas subyacentes del problema.
El gobierno de Luis Arce Catacora, lejos de representar un cambio estructural, reproduce y confirma lógicas capitalistas en beneficio a las élites económicas del país. Ofrecen combustibles a precios más elevados y sin restricciones a los grandes empresarios, obligando a la clase trabajadora a soportar el peso de la crisis.
Con estas acciones claramente antipopulares el gobierno, al descargar los ajustes en los bolsillos de las familias trabajadoras y de los sectores populares va consolidando la salida a la crisis política, económica y social por derecha. Esta estrategia está dirigida principalmente a la clase media y alta, dejando de lado a la clase trabajadora sin resolver el problema de las subvenciones y con una creciente escasez de productos esenciales en la canasta familiar. La incertidumbre persiste y la población espera respuestas efectivas ante una crisis que parece no tener fin.
Entre otros factores, esta crisis política-económica no se debe soslayar el rol de los sectores productivos privados que, en su tarea de agudizar la crisis de la gestión de gobierno, absolutamente venida a menos, en realidad están afectando y siempre lo han hecho a la clase trabajadora. Varias de las medidas económicas de este sector evidencian sus prioridades de clase y sus intereses anclados en el exterior del país.
La prominencia de las exportaciones y los flujos de la divisa internacional así como la escasez que han producido en concordancia con las políticas neoliberales del gobierno se descargan sobre las mayorías trabajadoras. En ese sentido, es previsible que la importación de diésel por el sector privado dinamice una economía obstruida adrede por estos mismos sectores. Se estima que con la liberación de importación de combustibles por parte de privados el litro de gasolina puede llegar a costar entre 10bs a 15bs, aumentando la presión sobre todos los precios.
Frente a esta situación se hace urgente empezar a discutir cómo recuperar nuestras organizaciones sindicales, campesinas, vecinales y populares para que desde abajo organicemos la resistencia y la defensa de nuestros derechos, preparándonos para impulsar una salida política independiente, de las y los trabajadores del campo y la ciudad, y para que la crisis la paguen quiénes la están provocando: los capitalistas.