Las voces de las protagonistas de esta vuelta a la presencialidad lo dice todo: tenemos que organizarnos entre nosotras. El Estado y los patrones no dejan de mostrarnos que nuestras vidas y las de nuestras familias no valen nada. ¿Qué esperan las conducciones sindicales para romper su pasividad?
Jueves 25 de febrero de 2021 10:57
“Seño no lo voy a llevar porque no pude comprarle las cosas aún”.
“Seño no puedo llevarlo esta semana porque no tengo quién me lo lleve en ese horario yo trabajo”.
“Profe yo no voy a poder ir porque vivo con mis abuelos de riesgo que aún no recibieron vacunación”.
“No sé cómo hacer para organizarme con mi bebé, no me dan dispensa para seguir trabajando desde casa y me dicen que tengo que venir al cole”.
“Vivo con mis papás de riesgo, los cuidé toda la pandemia y ahora me dicen que venga a dar clases de Educación física con todas las burbujas del colegio. Voy a tener que renunciar al cargo”.
“Las trabajadoras de la cocina ya no vamos a servir la merienda ni cocinar para los chicos, nos recortaron a la mitad el sueldo”.
“No sé cómo voy a hacer para llevar a la burbuja a mi hijo si a esa hora todavía estoy limpiando el cole”.
En la puerta de las escuelas, en sus aulas, en la entrada, son enorme mayoría las mujeres que sostenemos la educación. Nadie pensó en nosotras y las miles de tareas de cuidados que realizamos además de nuestros trabajos. La precarización de nuestras vidas aumenta junto con el aumento de la apertura de actividades que los gobiernos junto a las patronales empujan, sin recursos para cuidarnos.
Mientras el año de pandemia dejó al desnudo que el Estado nunca destinó un peso a presupuesto para prevenir la violencia de género mientras nos decían “quédense en sus casas”, este año nos dice “vayan a trabajar” sin recursos, ni atendiendo la realidad de miles de mujeres que somos sostén de hogar.
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En línea a la política electoralista de Larreta y la Ministra de Educación de la Ciudad Soledad Acuña, el ministro Trotta avala una presencialidad sin recursos en todo el país, se sentó junto a los burócratas que conducen los sindicatos docentes que por cierto, eran el 99% varones, para negociar a espaldas de las miles de maestras su salario. La UTE sigue sin convocar a instancias de deliberación abiertas junto al resto de los sindicatos y no se propone ninguna medida de lucha, mientras nosotras sentimos cada vez más la sobrecarga de trabajar sin condiciones y haciendo malabares con les hijes.
El jefe sindical de los auxiliares en CABA, y amigo del gobierno porteño, Amadeo Genta recibió su vacuna de privilegio, mientras las y los auxiliares que están limpiando en las escuelas no sólo no recibieron vacunas sino que su salario y condiciones de trabajo empeoran día a día. La conducción de los y las trabajadoras de cocina del gremio gastronómico permitió el recorte de salario, debido a la baja de actividad en el gremio, compuesto mayoritariamente por compañeras también. Ni hablar de las miles de mujeres precarizadas que trabajan en negro, como muchas de las mamás de nuestros chicos, que directamente ni representación tienen para pelear por sus derechos. ¿Acaso algunos de estos señores que viven con los privilegios de los poderosos puede tener algún interés común con nosotras?
Tenemos que organizarnos para exigir que las conducciones sindicales convoquen a medidas e instancias deliberativas para pelear en unidad, imponer nuestras demandas y que salgan de sus cómodos sillones.
Por eso hacia este 8M queremos ganar las calles. En las escuelas desde la 9 de Abril/ Pan y Rosas estamos impulsando la organización de familias, docentes, estudiantes, auxiliares, trabajadoras de cocina en comisiones de seguridad e higiene que controlen las escuelas, que decidan cómo y en qué condiciones se abren, que exijan al Estado lo que falta, que debatan cómo conquistamos la fuerza que necesitamos para demostrar que nuestras vidas y nuestras familias, importan y vamos a pelear por ellas.
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Los femicidios que causan repulsión a la gran mayoría de la sociedad, son el último eslabón letal de una larga cadena de violencias que son menos advertidas, porque forman parte de lo que está normalizado, es cotidiano, se invisibiliza. Este 8M queremos gritar #NiUnaMenos por Úrsula y por todas y también visibilizar la precarización de nuestras vidas y denunciar que mientras faltan recursos para salud, educación, salario, políticas de prevención de la violencia de género, ellos los gobiernos y empresarios, siguen aumentando sus ganancias y garantizando millones de dólares al FMI.
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