Un día como hoy de 1981 se iniciaba la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo en la que marcharon por 24 horas seguidas y se transformaría en emblema de la lucha contra los genocidas.
Liliana O. Calo @LilianaOgCa
Sábado 10 de diciembre de 2022 00:00
"Las Marchas de la Resistencia nacieron en 1981 como demostración de enfrentamiento, no de 30 minutos por jueves, sino de 24 horas sin descanso, frente al poder asesino, frente los cómplices, frente a los traidores”. Hebe de Bonafini, 6/12/99.
Antecedentes. Ante un clima de mayor conflictividad social y deterioro económico, la dictadura militar del país ensayaba desde casi un año antes la forma de retomar la iniciativa convocando al llamado “diálogo político”, en búsqueda de respaldo sobre lo actuado en la represión y negociar la “retirada” con los partidos que no habían sido declarados ilegales y habían avalado los objetivos del golpe militar de 1976.
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La inflación y la crisis económica amenazaban deteriorar aún más el apoyo al régimen y entre los trabajadores había muestras de recuperación de la conflictividad obrera. Así en abril de 1979 se había convocado la Jornada Nacional de Protesta con relativo acatamiento y hacia 1981 las manifestaciones y reclamos ganaban mayor impulso. Ese año una importante manifestación sindical de la CGT Brasil a la iglesia de San Cayetano levantaba un reclamo masivo, "Paz, Pan y trabajo”, ganando un claro tono de oposición a la dictadura militar cuando al ingresar a la iglesia los manifestantes comenzaron a gritar: “se va a acabar la dictadura militar”, “que aparezcan los que no están”, “asesinos”, entre otros. El historiador Pablo Pozzi en Oposición obrera a la Dictadura señala al respecto que los diversos síntomas de mayor agitación laboral se convirtieron en una importante preocupación del régimen militar.
Las denuncias de las Madres de Plaza de Mayo y diversos organismos también ganaban otra dimensión después de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, en septiembre de 1979, cuando comenzó a hacerse más público el debate sobre el accionar del régimen militar. Ante el arribo de la Comisión, las Madres habían publicado una solicitada en la que exigían que aparezcan con vida los detenidos-desaparecidos y la derogación de la “Ley de Fallecimiento Presunto”, emitida en septiembre de 1979 por el régimen para enviar una señal frente a aquella "esperada" visita. La Junta Militar cambiaba su discurso, reconocía la existencia de desaparecidos “que estaban muertos”, abonando la idea de abrir un nuevo momento en la sociedad para dejar atrás los enfrentamientos del pasado. El mismo dirigente del radicalismo, Ricardo Balbín, que antes del golpe llamaba a terminar con la "guerrilla fabril” se hacía eco del nuevo giro del gobierno militar declarando, “creo que no hay desaparecidos, creo que están todos muertos…” (Clarín, 24/4/1980), contribuyendo a su manera a dar por cerrado el reclamo de los organismos de derechos humanos.
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Lejos de amortiguar la lucha de los organismos algunos exigen la publicación de la lista de los desaparecidos y el esclarecimiento de su paradero, y especialmente las Madres mantienen su postura de exigir la Aparición con Vida: “¿Dónde están los detenidos desaparecidos?” “Que aparezcan con vida los detenidos desaparecidos”, preguntan y exigen en una solicitada de marzo de 1981 al recién asumido general Roberto Viola, el mismo que como cuenta Miguel Bonasso siendo Jefe de Estado Mayor había sugerido previo al golpe "encubrir" bajo la apariencia de "acciones antisubversivas" el escarmiento, represión y secuestros sobre la vanguardia cordobesa y los trabajadores de la estratégica franja industrial del Gran Rosario hasta San Nicolás.
Pese a la vigencia de restricciones y el terror del régimen, la lucha democrática contra la dictadura no se detuvo. A pesar de su prohibición, el 30 de abril de 1981 se realizó una nueva concentración convocada por las Madres al cumplirse el cuarto aniversario de su primera ronda de 1977, congregando a casi 2000 personas, en la que logran mayor exposición y respaldo internacionales (como el Grupo de Solidaridad y Apoyo a las Madres de Holanda). Su bandera de lucha “Aparición con vida” ganaba las calles. Según relata el periodista Ulises Gorini en La rebelión de las Madres, esa marcha tuvo un adicional, contaron con el reconocimiento de los trabajadores de Mercedes Benz, una de las fábricas emblemáticas de las detenciones, secuestros y desapariciones de delegados y obreros llevadas adelante con la participación de las patronales y la burocracia sindical, cuando precisamente allí en la fábrica a las 15.30 horas de aquel jueves, “el silbido de las serenas marcó el comienzo de un paro de un minuto en solidaridad con el aniversario y en reclamo por la aparición de los dirigentes obreros secuestrados”.
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Al poco tiempo, en julio de 1981, ante el desgaste de la dictadura los partidos patronales conforman finalmente la llamada Multipartidaria, sostén de la transición pactada con los militares que aseguró el desvío de la movilización popular hacia la instauración de la democracia capitalista en el país. Avalada por la UCR, se sumaron el Partido Justicialista, el Partido Intransigente, Partido Demócrata Cristiano y Movimiento de Integración y Desarrollo, promoviendo una convocatoria nacional a todos los sectores bajo el lema del Episcopado Argentino: la reconciliación nacional.
Símbolo de la resistencia. En noviembre de ese año las Madres se entrevistaron con la Multipartidaria a fin de dejar planteada todas sus demandas. En ese marco, convertidas ya, junto a los otros organismos, en un claro actor de oposición política al gobierno militar, convocan a la llamada “Marcha de la Resistencia”. Con el fin de sumar apoyos, deciden realizarla el 10 de diciembre, el mismo día de conmemoración internacional de los Derechos Humanos y trágicamente coincidente con el que en 1977 se había producido la desaparición de la querida Azucena Villaflor, fundadora de Madres.
El nombre elegido para la marcha había generado algunos debates entre los organismos, dudas que señalaban los riesgos de mencionarla como un acto de Resistencia y con ello dar excusas para su prohibición y al mismo tiempo, con tal designación, imponer un límite para ampliar las adhesiones. Finalmente se opta por el nombre original. En palabras de Gorini, por aquellos días las Madres pensaban que había llegado el momento de decir palabras más fuertes, “resistir era resistir a la Junta Militar, a su planes de condicionar el futuro político del país, a echar su manto de olvido sobre los desaparecidos, y a que los partidos y movimientos sociales se transformaran en cómplices de esas maniobras”. Así lo expresaban en el comunicado de la convocatoria, “Convocamos al pueblo, a las Organizaciones Obreras, Estudiantiles, Profesionales, Religiosas y Políticas a concurrir a la Plaza de Mayo el jueves 10 de diciembre a las 15.30 horas, donde sostendremos una marcha, símbolo de resistencia de las Madres, prolongando nuestra permanencia en el lugar, como expresión del reiterado reclamo de verdad y justicia y contra el obstinado silencio que pretende tender un manto de olvido acerca de nuestro drama”, recordando que se extendería por 24 horas. Participaron de toda la jornada más de mil personas de distintos organismos de derechos humanos, movimientos sociales, referentes como Perez Esquivel (premiado en 1980 con el Nobel de la Paz) y corresponsales extranjeros. Al cumplirse el plazo de 24 horas, las Madres se trasladaron por Avenida de Mayo hasta la avenida 9 de Julio, bajo consignas que hablaban el sentido y motor de su lucha, enfrentar el silencio de las Juntas, el reclamo por el esclarecimiento de lo ocurrido y el destino de los desaparecidos. La Marcha se transformó en un emblema de la lucha contra la dictadura genocida y la política de reconciliación e impunidad de la cúpula de la Iglesia y los partidos patronales.
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Liliana O. Calo
Nació en la ciudad de Bs. As. Historiadora.