Se cumplen 95 años del nacimiento de Fidel Castro. Las recientes movilizaciones en la isla volvieron a poner en debate la revolución cubana. En este contexto, intentaremos fundamentar caracterizaciones históricas y revisar su legado para las nuevas generaciones de luchadores.
Facundo Aguirre @facuaguirre1917
Viernes 13 de agosto de 2021
Imagen, Enfoque Rojo.
El Movimiento 26 de Julio y su programa democrático burgués
Los defensores del castrismo se oponen a esta caracterización de Fidel Castro y el M26. Antes del asalto al Moncada en 1953, Fidel Castro era un dirigente estudiantil del Partido Ortodoxo cuyo lema era "vergüenza contra dinero" y su símbolo era una escoba. Es decir, un programa de honestidad en la gestión pública. Así lo describe Ernesto Che Guevara en una carta a Ernesto Sábato: "Fidel Castro era un aspirante a diputado por un partido burgués, tan burgués y tan respetable como podía ser el partido Radical en la Argentina; que seguía las huellas de un líder desaparecido, Eduardo Chibás, de unas características que pudiéramos hallar parecidas a las del mismo Yrigoyen; y nosotros, que lo seguíamos, éramos un grupo de hombres con poca preparación política, solamente una carga de buena voluntad y una ingénita honradez. Así vinimos gritando: ’en el año 56 seremos héroes o mártires’. Un poco antes habíamos gritado o, mejor dicho, había gritado Fidel: ’vergüenza contra dinero’".
El objetivo declarado del M26 fue siempre la restitución de la Constitución de 1940 y poner límites a las pretensiones norteamericanas sobre Cuba. En el transcurso de la lucha, nos relata el Che Guevara, levantarán la reforma agraria ganándose así una base de masas campesinas y de peones rurales.
En 1958 el M26 firma el llamado Pacto de Caracas con las fuerzas de oposición. Lo rubrican Fidel Castro, Movimiento 26 de Julio; Carlos Prío Socarrás, Organización Auténtica; E. Rodríguez Loeche, Directorio Revolucionario; David Salvador, Orlando Blanco, Pascasio Lineras, Lauro Blanco, José M. Aguilera, Ángel Cofiño, Unidad Obrera; Manuel A. de Varona, Partido Cubano Revolucionario (A); Lincoln Rodón, Partido Demócrata; José Puente y Omar Fernández, Federación de Estudiantes de la Universidad; capitán Gabino Rodríguez Villaverde, ex oficial del ejército; Justo Carrillo Hernández, Grupo Montecristo; Ángel María Santos Buch, Movimiento de Resistencia Cívica, y doctor José Miró Cardona, coordinador secretario general.
Entre sus objetivos declarados, el primero es la "estrategia común de lucha para derrocar la tiranía mediante la insurrección armada, reforzando en un plazo mínimo a todos los frentes de combate, armando a los miles de cubanos que están dispuestos a combatir por la libertad. Movilización popular de todas las fuerzas obreras, cívicas, profesionales, económicas para culminar el esfuerzo cívico en una gran huelga general, y el bélico en una acción armada conjuntamente con todo el país. De este empeño común, Cuba surgirá libre y se evitará nueva y dolorosa efusión de sangre de las mejores reservas de la Patria. La victoria será posible siempre, pero más tardía de no coordinarse las actividades de las fuerzas oposicionistas".
Segundo: "Conducir al país, a la caída del tirano, mediante un breve gobierno provisional, a su normalidad, encauzándolo por el procedimiento constitucional del pueblo cubano".
Tercero: "Programa mínimo de gobierno que garantice el castigo a los culpables, el orden, la paz, la libertad y el progreso económico, social e institucional del pueblo cubano". El pliego agregaba además un pedido "al Gobierno de los Estados Unidos que cese toda ayuda bélica y de cualquier orden al dictador, reafirmamos nuestra postura de defensa de la soberanía nacional y la tradición civilista y republicana de Cuba". También incluía un llamado a los militares que se levanten contra Fulgencio Batista: "A los militares decimos que ha llegado el instante de que nieguen su apoyo a la tiranía; que confiamos en ellos, que sabemos que hay hombres dignos en las fuerzas armadas y que si en el pasado centenares de oficiales, clases y soldados han pagado con la vida, la prisión, el destierro o el retiro su amor a la libertad y su oposición a la tiranía, muchos quedan en esa actitud. Esta no es una guerra contra los institutos armados de la República, sino contra Batista, único obstáculo a la paz, que desean, anhelan y necesitan todos los cubanos, civiles y militares".
Este pacto llega a institucionalizarse en el primer gobierno revolucionario encabezado por Manuel Urrutia, quien era ex presidente de la Corte Suprema y José Miró Cardona. Ambos serán expulsados del poder por una movilización de masas en apoyo de Fidel Castro y el Ejército Rebelde y al poco tiempo se pasarán al bando de la contrarrevolución.
La revolución de contragolpe
Esta definición molesta a los defensores del castrismo porque niega que la victoria de la revolución socialista haya sido consecuencia de un plan estratégico y desnuda que fue el producto de circunstancias extraordinarias. Fue el Che Guevara quien acuñó esta definición para explicar que la radicalización de la revolución fue el producto de los golpes y contragolpes con que el imperialismo intentaba quebrar el proceso y las medidas defensivas del gobierno revolucionario, que a su vez se encontraba empujado por el movimiento de masas.
El imperialismo y la burguesía comenzaron a romper con el gobierno revolucionario por dos puntos esencialmente: la reforma agraria, que desató la ocupación masiva de tierras por el campesinado y los tribunales populares que ajusticiaban y fusilaban a los personeros del batistiato.
Recordemos que los guerrilleros de la Sierra Maestra asestaron, junto al movimiento de masas, un golpe mortal a las fuerzas armadas del régimen batistiano en las batallas de las Villas y de Santa Clara. El ejército burgués fue derrotado, quedando como única fuerza armada el Ejército Rebelde, que poco a poco iba adquiriendo el carácter de una milicia de obreros y campesinos. Frente a la invasión en Bahía Cochinos en abril de 1961, se armaron un millón de obreros y campesinos en defensa de la revolución.
Fue esta situación excepcional de oposición violenta del imperialismo (que desde entonces lleva a cabo un bloqueo criminal), de derrota de las fuerzas armadas burguesas y movilización revolucionaria de obreros y campesinos, la que empujó al gobierno revolucionario a tomar medidas de defensa de la Revolución que le dieron un carácter socialista a la misma.
Una dirección pequeñoburguesa
El marxismo exige hacer una definición de clase de los movimientos políticos, para lo cual tiene en cuenta centralmente dos elementos: su dirección y su política.
Fidel Castro y el M26 eran en su origen una dirección pequeñoburguesa, ya que sus objetivos estaban limitados a un programa nacionalista y democrático. Además, porque su política no era organizar de manera independiente al movimiento de masas, sino un Frente Cívico Revolucionario (el Pacto de Caracas), que más allá de la intencionalidad de sus dirigentes era un tipo de Frente Popular de colaboración de clases.
Como se dijo, va a ser la dinámica de los acontecimientos los que empujen al castrismo hacia posiciones socialistas.
El M26 es hijo de una tradición de la pequeñoburguesía cubana radicalizada que se remonta a la experiencia de José Martí y del guiterismo y la Joven Cuba, una organización nacionalista de izquierda que en los años ’30 practicó la lucha armada contra Batista. Una tradición que expresa una tendencia de la pequeñoburguesía a dirimir su conflicto con el Estado mediante la búsqueda de la insurrección armada.
Sin embargo, ya en la época de las revoluciones burguesas, la pequeñoburguesía fue incapaz de llevar adelante un programa propio. Los intentos de levantar un programa intermedio entre la burguesía y la clase obrera han sido demostrados como una imposibilidad absoluta. Una vez que la pequeñoburguesía se hace del poder asume el programa de la burguesía ahogando la revolución o el del proletariado y se transforma rápidamente en bonapartista.
Bonapartismo
La revolución cubana fue una excepcionalidad histórica en América Latina que demuestra esta regla general. Llegada al poder por una insurrección plebeya de obreros y campesinos, tuvo que romper con la burguesía para llevar adelante su programa democrático de reparto de la tierra y conquista de la independencia nacional. Tuvo que tomar medidas socialistas para defender la revolución de los ataques del imperialismo. Y lo hizo transformándose, poco a poco, en bonapartista en detrimento de la organización democrática de obreros y campesinos como base del nuevo estado obrero. Por este motivo, el Estado obrero cubano tuvo un origen deformado desde sus primeros días.
La política del castrismo luego de la movilización revolucionaria que aplasta a la gusanería en Playa Girón, va a ir siendo la de controlar al movimiento de masas y de estrechar la alianza con los estalinistas locales y la URSS. La influencia del Kremlin será decisiva para burocratizar la revolución. Y llevará a un régimen represivo que perseguirá opositores políticos y homosexuales en nombre de una moral burocrática burguesa y patriarcal.
Los sindicatos van a ser puestos bajo el liderazgo de Lázaro Peña que provenía del estalinista PSP (que en la década del ’40 participó dentro del gobierno de Batista), aún contra el rechazo de los obreros que habían votado masivamente a la lista del M26 en contra de los comunistas. De 163 delegados al X Congreso de la Central de Trabajadores Cubanos solo 3 eran del PSP. Fidel, antes de encumbrarlo, solía denunciarlo por su complicidad con Batista: "¿Qué moral tiene, en cambio, el señor Batista para hablar de comunismo si fue candidato presidencial del Partido Comunista en las elecciones de 1940, si sus pasquines electorales se cobijaron bajo la hoz y el martillo, si por ahí andan las fotos junto a Blas Roca y Lázaro Peña, si media docena de sus actuales ministros y colaboradores de confianza fueron miembros destacados del Partido Comunista?".
En 1962 Fidel ordena la disolución de todas las tendencias revolucionarias en el Partido Unido de la Revolución Socialista, que en 1965 se transformara en el Partido Comunista de Cuba. Los trotskistas cubanos son detenidos a partir de 1962 y en 1965 su organización, el POR (T), es obligada a disolverse.
Castrismo y guevarismo
Para muchos el guevarismo constituyó una alternativa revolucionaria al castrismo. Ciertamente el guevarismo fue un ala izquierda clara de la revolución cubana que se opuso a la influencia estalinista en torno a la política económica, el realismo socialista y la coexistencia pacífica.
Sin embargo, Guevara nunca se consideró una tendencia aparte del castrismo, sino soldado del mismo. Como tal, prefirió renunciar a la lucha dentro de Cuba antes que llevar sus diferencias hasta el final, con la esperanza de que la extensión de la revolución diera nuevas fuerzas a la Cuba revolucionaria.
En la política económica, el Che, que ocupó el Ministerio de Industria, era partidario de un plan centralizado por ramas de producción que diera origen aunque sea a una industria que garantizara el consumo básico a la población cubana. Esta orientación fue derrotada y Fidel apoyó el intercambio, que Guevara denunciaba como desigual, de azúcar por petróleo e insumos básicos con los soviéticos. De esta forma, la expropiación de la burguesía que permitió un desarrollo espectacular de la salud, la educación y los recursos humanos, impidió un desarrollo integral de las fuerzas productivas, haciéndolo dependiente del monocultivo de azúcar, causa estructural del atraso cubano.
En el terreno de la coexistencia pacífica, el Che propuso extender la revolución bajo la consigna de "Un, dos, tres, muchos Vietnam" y denunció a los soviéticos por su política conservadora frente a Vietnam y los movimientos antiimperialistas. Bajo la influencia del Che, el castrismo lanzó la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) que buscaba exportar la guerrilla como método revolucionario en el Continente. En este sentido el castro-guevarismo quiso reemplazar el internacionalismo proletario, que busca la organización independiente de obreros y campesinos en una Internacional revolucionaria para derrocar al capital y el imperialismo, por la creación artificial de ejércitos guerrilleros separados de las masas. Esta estrategia condujo a la derrota a Guevara, quien en Bolivia dejó en manos del PCB (Partido Comunista Boliviano) la organización del apoyo obrero y minero a los guerrilleros, siendo traicionados por el mismo.
El problema es que la oposición de Guevara al estalinismo se hizo desde una matriz común con el castrismo, que consideraba el bonapartismo (aunque en clave revolucionaria) y el partido único como condiciones esenciales de la revolución.
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¿La Revolución Cubana fue un rayo en cielo sereno?
Los defensores del castrismo consideran que Fidel no tuvo más alternativas que la alianza con los soviéticos porque Cuba se encontraba sola en el mundo. Sin embargo, la revolución cubana fue el anticipo de un periodo revolucionario más general, que ganó el continente y el mundo a fines de los ’60 y principios de los ’70.
En 1965 hubo un levantamiento popular en República Dominicana que fue sofocado por 40 mil marines enviados por la Casa Blanca. En 1968 tuvo lugar el Mayo francés y la Primavera de Praga, la cual fue condenada por Fidel Castro, que prefirió apoyar la masacre del Ejército Rojo antes que las reivindicaciones de una democracia socialista de los manifestantes. En 1969 se dio el Cordobazo. En 1971 tuvo lugar la Asamblea Popular en Bolivia y la victoria de la Unidad Popular chilena que desarmó a los obreros, campesinos y soldados que se armaban contra la reacción, con el apoyo del castrismo. En 1979 fue la victoria de la revolución sandinista.
Cuba no estaba sola, el castrismo optó por sumarse a la política del Kremlin y por apaciguar los procesos revolucionarios donde tenía influencia. Optó por apoyarse en una burocracia contrarrevolucionaria que oprimía a su pueblo y no por ser un faro para la movilización de las masas.
Defender la revolución
La figura de Fidel Castro está íntimamente asociada con la Revolución Cubana. En este sentido, la crítica histórica y teórica del castrismo constituye un punto nodal para fundamentar una defensa de la Revolución Cubana, que ponga en primer plano una perspectiva anticapitalista, de oposición a la burocracia privilegiada y las políticas restauracionistas, por la libertad de los partidos defensores de las conquistas revolucionarias de 1959 y por el gobierno de los consejos de obreros, campesinos y soldados. Una crítica de esta naturaleza genera el rechazo abierto de los defensores de la burocracia, quienes conciben que en la revolución debe regir un pensamiento único y se debe rendir culto al liderazgo sin generar ningún tipo de fisuras. Es una postura calcada de quienes antes de 1989, sostenían que criticar a los regímenes estalinistas del llamado socialismo real era hacerle el juego a la contrarrevolución. Así, encubrían los monstruosos crímenes de los dirigentes burocráticos contra sus pueblos, sin impedir que esos mismos dirigentes alentaran la restauración dando origen a una nueva oligarquía capitalista. De esta forma, en lugar de defender la revolución, lo que hacen es ahogar todo debate democrático y limitar el papel de las masas a la obediencia ciega a los dirigentes. Se liquida la iniciativa independiente de obreros y campesinos, quienes ven en riesgo sus conquistas por un imperialismo que amenaza ser más agresivo y una burocracia que alienta políticas restauradoras de relaciones capitalistas.
Facundo Aguirre
Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.