Este mediodía el presidente Alberto Fernández encabezó junto a Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof y el rector de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Barbieri, el acto que dio por iniciado oficialmente el Año del Bicentenario de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Luca Bonfante @LucaBonfante98
Viernes 12 de marzo de 2021 16:54
El acto, que tuvo lugar en la Manzana de las Luces, primera sede de la universidad, mostró juntos a Fernández, Larreta y Kicillof, tres graduados de la Universidad de Buenos Aires.
Luego de que algunos estudiantes, profesores, graduados y no docentes contaran qué significa para ellos la UBA, los dirigentes tomaron la palabra. Los principios y valores de la “masividad”, el prestigio a nivel internacional y la calidad educativa, entre otras cualidades atribuidas a la universidad abundaron durante todo el evento y el discurso del presidente. De lo que no se habló es de la otra realidad de la UBA: las consecuencias que tuvo la virtualidad sobre la educación superior, el aumento de la precarización laboral docente, la falta de conexión y dispositivos, los serios problemas con las inscripciones a las carreras especialmente para los ingresantes del CBC que se vienen organizando por su derecho al acceso a la educación superior, la falta de presupuesto y un plan de vacunación a toda la docencia y trabajadores de la universidad.
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“La UBA es igualdad. La posibilidad que todos tenemos de entrar a un centro inmenso sin que nos discriminen. En la UBA no saben cómo pensamos los que entramos ni de qué familia venimos. Ahí adentro recibimos el mismo trato. Todos nos respetamos y podemos progresar. No hay manera de que una sociedad progrese sin educación”, planteaba Alberto Fernández.
Si bien el rectorado de la Universidad de Buenos Aires no hizo público un balance estadístico del impacto que tuvo la virtualidad en la educación superior, las consecuencias están a la vista de todos. Se desconocen los números de deserción, pero algunos cálculos no oficiales basados en entrevistas al rector Barbieri y notas del diario La Nación indican que para mayo del 2020 ya habían abandonado sus estudios 40.000 estudiantes. También son muchas las denuncias de los gremios docentes sobre el aumento de la precarización laboral, la falta de insumos básicos como conectividad de calidad y computadoras. Si "la UBA es igualdad" como sostiene el presidente, podríamos decir que algunos son más iguales que otros.
Por su lado, el rector Barbieri afirmó que la UBA, cuna de cinco premios nobel y de 16 presidentes argentinos, “demuestra en el mundo, día a día, que calidad y masividad no son ideas contrapuestas, y es un ejemplo para muchos lugares de América latina y en el mundo”.
Para el año 2017 el presupuesto para la UBA del macrismo era de solamente 13.000 millones de pesos, luego de tres años y una inflación total acumulada de 217%, en el 2020 fue de 21.000 millones. Es decir que en términos reales el presupuesto para la UBA se redujo en un 50%, la mitad. No quedan dudas, si la Universidad de Buenos Aires sigue ocupando los rankings internacionales no es gracias al interés del Estado en aumentar los recursos a la educación pública sino por el inmenso esfuerzo de lxs trabajadorxs docentes, no docentes y estudiantes que se ponen al hombro cotidianamente la educación, investigación y funcionamiento de alto nivel que posee la universidad.
Al mismo tiempo, en su intervención Axel Kicillof subrayaba que “el papel que tiene que fortalecer la UBA desde su autonomía es el de convertirse en un resorte en un motor de la transformación de la Argentina, que se comprometa con el desarrollo, con una patria más libre y soberana”. Suena difícil comprender a la UBA como un resorte hacia la soberanía del país, sobretodo luego de ver los avances que tuvo la Universidad de Buenos Aires en poner en pie convenios con multinacionales, como el que ocurrió el año pasado entre La Facultad de Exactas y la petrolera contaminante Shell.
Las frases hechas no pueden ocultar la realidad, los 200 años de la UBA vienen acompañados con niveles históricos de deserción, más precarización y menos presupuesto, en este punto, tanto en radicales como peronistas, no existe grieta alguna. La pelea por una educación pública y de calidad tiene que venir acompañada por una discusión sobre dónde ubicar las prioridades de la economía y hacia dónde destinar los recursos. La modalidad virtual en curso también pone como centro del debate el rol de las empresas de telecomunicaciones privatizadas que amasan fortunas y que hoy podrían liberar los datos necesarios para la conectividad y facilitar las conexiones correspondientes.
Frente a esta realidad, el silencio y pasividad de las actuales conducciones de los centros de estudiantes en manos de la Franja Morada, el peronismo y el kirchnerismo abre la pregunta sobre cuál es el rol que deberían jugar en este momento de crisis.