Despidos y vaciamiento en el PAMI, el Hospital Bonaparte y en los Sitios de Memoria; despidos discriminatorios en empresas Shell y Pilkington; amenaza de congelamiento salarial por la paritarias. La conducción peronista de la central saca comunicados, pero no mueve un dedo. Solo si nos coordinamos y luchamos con fuerza podremos imponerles que rompan la tregua.
Miércoles 22 de enero 13:25
Si uno revisa su cuenta de X (Twitter), la CGT parece bastante activa. Un posteo prácticamente cada día, sobre multiplicidad de cosas, denunciado, incluso, las políticas de ajuste del Gobierno nacional. Sin embargo, entre las palabras y los hechos, sigue habiendo una distancia más que considerable.
No faltan hechos ante los que responder. El Gobierno está avanzando en el ajuste sobre la salud con despidos en distintos sectores. Como en el PAMI, donde se registran ya más de 250 cesantías que incluyen a médicos, anestesistas, trabajadoras y trabajadores sociales, además de psicólogas y psicólogos. Las consecuencias ya se están viendo: suspensión de cirugías, falta de atención y de cobertura. Es decir, un maltrato todavía más brutal hacia las jubiladas y jubilados. Allí, en respuesta al ataque, empezaron las asambleas y la organización en cada oficina.
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Ese ataque también se ve en el Hospital Bonaparte, que resiste más de 200 despidos, algo que implica un vaciamiento. “Sin trabajadores no hay salud mental”, denuncian quienes bancan el funcionamiento de ese centro de salud. Vienen de hacer un masivo abrazo al nosocomio, donde contaron el apoyo de pacientes, vecinos, organizaciones sociales, sindicales, de derechos humanos y diputados nacionales y provinciales, entre otros y otras.
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El gobierno negacionista viene vaciando, despidiendo e intentando cerrar los Sitios de la Memoria. Quieren borrar la memoria del genocidio ocurrido en 1976-1983, que les permitió a los grandes empresarios amasar fortunas mientras aplastaban a una generación de luchadores obreros y populares. En esta pelea, que también viene de importantes hechos de lucha, también resuena otra consigna: “Sin trabajadores no hay memoria”.
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Los ataques no ocurren solo en el Estado. En el sector privado las patronales vienen avanzando con cierres, despidos y congelamiento salarial. Hay, además, despidos claramente persecutorios.
Como los que tienen lugar en Shell, la multinacional petrolera que ya echó a varios trabajadores de manera discriminatoria: se trata, esencialmente, de quienes denuncian las condiciones laborales dentro de la empresa. Ahí también se resiste: este viernes por la tarde tendrá lugar una concentración frente a la refinería en Dock Sud.
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O los que tienen lugar en la multinacional japonesa Pilkington, donde se despidió a trabajadores en medio de sus vacaciones. Se trata de un claro ataque a quienes se organizan y denuncian las condiciones deplorables de trabajo, que llevan a enfermedades y un constante daño físico a los operarios.
Los ataques también son al salario. El Gobierno intenta avanzar con una agenda hacia las paritarias que las congele. Un esquema de “paritaria cero” que implique consolidar la pérdida salarial que el conjunto de las y los asalariados tuvo desde que llegó Milei al poder.
Eso se evidencia, ya mismo, en la negociación con los trabajadores ferroviarios. El miserable ofrecimiento patronal empujó a La Fraternidad (maquinistas) a convocar a un paro nacional para este 28 de enero. Será entre las 9h y las 15h y podría haber nuevas medidas de lucha si no hay acercamiento de posiciones.
Estos no son los únicos ataques. Tanto el Gobierno como las patronales quieren avanzar aún más contra la clase trabajadora y los sectores populares. Y ante todo eso, la CGT sigue en tregua, con un sector enorme de la conducción sindical peronista negociando con la gestión Milei.
Es preciso imponerles que rompan esa tregua. Por abajo hay resistencia: lo muestran las acciones de protesta en el Hospital Bonaparte, en los Sitios de Memoria y en otros lugares. Lo muestran también las acciones de protesta contra los despidos discriminatorios en Shell y Pilkington. Es preciso fortalecer esa resistencia, apostando a la coordinación entre las distintas peleas, sumando a las asambleas barriales, las organizaciones sociales, sindicales, de derechos humanos y buscando el apoyo de los sectores políticos que enfrentan el ajuste o dicen rechazarlo. El Frente de Izquierda, como siempre, está en primera línea de cada medida de lucha y resistencia.
Solo con la organización desde abajo se puede imponerles a las conducciones burocráticas de la CGT y otros gremios romper la tregua.
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