El triunfo talibán es otro hecho que marca la decadencia relativa de Estados Unidos como potencia hegemónica mundial. Pero además, las cifras de la catástrofe social, demuestran que el discurso imperialista de la defensa de la democracia, los derechos humanos y el bienestar de la población afgana, ha sido una completa falacia.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Lunes 16 de agosto de 2021 21:00
Niños y niñas en Afganistán | Getty Images
Afganistán es un país del sur de Asia que tiene una superficie de 652.860 Km2 y una población de 38.928.341 de personas, según el Banco Mundial.
Tras la retirada de las tropas norteamericanas del territorio, este lunes, los talibanes entraron a la capital afgana Kabul y clamaron "victoria" desde el palacio de gobierno, horas después que el presidente Ashraf Ghani huyera al extranjero. Así, el grupo islámico recuperó el poder tras 20 años de ocupación por parte de Estados Unidos, tras una ofensiva relámpago insurgente de apenas tres meses.
La invasión de Afganistán por parte del imperialismo yanqui, ocurrió después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 a las torres gemelas. Fue apoyada por aliados cercanos de Estados Unidos que habían comenzado su supuesta “Guerra contra el Terrorismo” y la expansión de la democracia.
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El triunfo talibán es otro hecho histórico que marca la decadencia relativa de Estados Unidos como potencia hegemónica mundial. Pero además, las cifras de la catástrofe social que padece la población en Afganistán, demuestran que el discurso imperialista de la defensa de la democracia, los derechos humanos y el bienestar de la población afgana, ha sido una completa falacia. Tal como reconoció Joe Biden este lunes, la intervención estadounidense en el país asiático nunca tuvo el objetivo de "construir una nación".
Pobreza y hambre
De acuerdo a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), a principios de la pandemia, Afganistán ya se enfrentaba a una de las crisis alimentarias más graves del mundo. A fines de 2020 16,9 millones de personas - el 42 % de la población - enfrentaba una “crisis” o niveles de “emergencia” de inseguridad alimentaria.
Según el Banco Mundial, en 2020 el desempleo alcanzaba el 11,7 %
En un informe titulado “Apoyando el crecimiento inclusivo en Afganistán” de noviembre de 2020, el Banco Mundial estimaba que la economía del país se contraería entre un 5,5 % y un 7,4 % debido al COVID-19. La actividad económica se desplomó en el primer semestre del año pasado. En el documento sostenía que la tasa de pobreza aumentaría hasta un 72 % en 2020.
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Según las Naciones Unidas, casi 12 millones de ciudadanos afganos enfrentan inseguridad alimentaria aguda y carecen de acceso a empleos e ingresos estables.
Según el sitio Datosmacro.com el PIB per cápita de Afganistán en 2019, fue de 524 euros. Está en el puesto 185 de 196 países que componen el ranking. Sus habitantes tienen un bajísimo nivel de vida.
El Índice de Desarrollo Humano o IDH, que elabora las Naciones Unidas indica que los afganos están entre los que peor calidad de vida tienen del mundo.
Según manifestó Shubham Chaudhuri, ex director del Banco Mundial en Afganistán al sitio DW.com en 2019, las estimaciones indicaban que en Afganistán una persona necesitaba un dólar por día para cubrir las necesidades básicas. Sin embargo, más de la mitad de la población no alcanzaba a eso.
Según datos del Banco Mundial el empleo se concentra en la agricultura de baja productividad. El 44 % de la fuerza laboral total trabaja en la agricultura y el 60 % de los hogares obtiene algunos ingresos de la agricultura. La debilidad de la competitividad genera un déficit comercial estructural, equivalente a alrededor del 30 % del PIB, financiado casi en su totalidad con subvenciones. Las donaciones continúan financiando alrededor del 75 % del gasto público.
“La disponibilidad de recursos humanitarios está cayendo drásticamente. El llamamiento de ACNUR para financiar la situación de Afganistán (incluidas las operaciones de asistencia a refugiados afganos en Pakistán y en Irán) sólo ha recibido el 43 % de los 337 millones de dólares necesarios y hace falta más apoyo”, publicó la ACNUR en julio.
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En junio, el sitio de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) informó que aproximadamente 18,4 millones de afganos – casi la mitad de la población – necesitan ayuda humanitaria según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). La respuesta humanitaria para 2021 sigue sub-financiada en un porcentaje del 13 % con la primera mitad del año ya transcurrida.
Según el Banco Mundial los flujos de ayuda disminuyeron de alrededor del 100 % del PIB en 2009 al 42,9 % del PIB en 2020.
Población desplazada y refugiada
Desde enero de 2021, unos 270.000 afganos se han visto forzados a desplazarse dentro del país. Así, la cifra de población desarraigada alcanzó los 3,5 millones de personas.
Durante el primer trimestre de este año, la cifra de víctimas mortales entre la población civil se incrementó en un 29 % respecto a 2020, conforme a la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán.
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Desde principios de año, unas 400.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, uniéndose a otros 2,9 millones de afganos que siguen desplazados en el interior del país. También desde inicios de 2021, casi 120.000 afganos han huido desde zonas rurales y de diversas ciudades hacia la provincia de Kabul.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, en 2020 fueron desplazadas alrededor de 327.000 personas, el 80 % de las cuales eran mujeres y menores de edad.
Irán y Pakistán acogen a casi el 90 % de la población afgana desplazada, con un total de más de 2 millones de refugiados afganos registrados.
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De acuerdo a lo informado por la OIM, solamente entre enero y mayo de 2021 más de 490.000 afganos indocumentados retornaron desde los países a los que habían migrado. Esto implicó un aumento del 42 % en comparación con el mismo período de 2020. Más de la mitad de esas personas habían sido deportadas.
Mortalidad, malnutrición y trabajo infantil
En 2009, Unicef llegó a calificar a Afganistán como “el peor lugar del mundo para nacer”. En 2018, seguía considerando al país de esa manera, junto con Pakistán y la República Centroafricana.
Se estima que este año, casi la mitad de todas las niñas y niños menores de cinco años corren riesgo de desnutrición aguda, según la ACNUR.
Afganistán es el tercer país del mundo con la tasa más alta de mortalidad infantil entre los menores de cinco años, con 161 muertes por cada 1.000 nacidos según el sitio El Ágora. La misma fuente indica que el 54 % de los niños entre 6 y 48 meses presenta un alarmante retraso del crecimiento y más del 67 % presenta síntomas de malnutrición.
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Más de la mitad de los niños de entre 5 y 7 años realizan algún tipo de trabajo infantil en Afganistán, según informaba la OIM en junio.
Según el sitio Humanium alrededor del 20 % de los niños están obligados a trabajar para satisfacer sus necesidades y las de sus familiares. Vendedores ambulantes, portadores de agua, recolectores de cartón, limpiabotas, ayudantes de taxistas, empleados del hogar o auxiliares dependientes de comercio son las actividades ejercidas por niños y niñas de Afganistán. La misma organización indica que el 35 % de los recién nacidos pesan muy poco al nacer.
Humanium sostiene que alrededor del 60 % de los niños afganos están escolarizados. Entre los adultos, solo el 28 % de la población está alfabetizada.
Según DatosMacro.com en 2018 la esperanza de vida en Afganistán subió hasta llegar a 64,49 años. El país ocupa el puesto 157 en el ranking de 192 países que releva el sitio, lo cual indica que sus habitantes están entre los que menor esperanza de vida tienen del mundo.
Los datos de Monitoreo de Protección de la OIM muestran que los retornados indocumentados recurrieron con mucha frecuencia al trabajo infantil para poder sostenerse durante el transcurso del año pasado (del 19 % registrado en el período de mayo a julio de 2020 a un 35 % en enero de 2021).
Acceso al agua
Según Unicef sólo el 23 % de la población tiene acceso al agua potable y el 12 % a sistemas de saneamiento. En algunas zonas la escasez es casi total.
El sitio El Ágora denuncia que según el Índice de Desarrollo Humano del país, más de la mitad de la población, es decir 16,8 millones de personas, no acceden al agua potable. En la capital, Kabul, se estima que el 70 % de la población de seis millones de habitantes, carece de un acceso seguro al agua en sus hogares y hace uso de pozos perforados sin ningún control sanitario.
El 23 % de los casos de mortalidad infantil está ligado al agua contaminada y a la falta de un saneamiento eficiente.
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Afganistán está viviendo en 2021 una de las peores sequías que se recuerdan, que se suma a otros dos períodos de carestía de agua en los cuatro últimos años. La última de estas crisis, en 2018, también produjo desplazamientos de población ante la falta de recursos y posibilidades de subsistencia.