Tosco fue uno de los dirigentes más reconocidos de la clase obrera argentina. Conocido como el “Gringo”, es uno de los personajes que la historia de los 70 supo destacar por la influencia que alcanzó en el sindicalismo combativo tanto en su Córdoba natal como en el resto del país. Su influencia traspasó los límites gremiales.
Claudia Ferri @clau.ferriok
Jueves 5 de noviembre de 2020
Con él se abrieron una serie de polémicas y debates en función de su ubicación política con respecto al peronismo, al Partido Comunista y a la independencia de clase. Repasaremos su vida, militancia y analizaremos particularmente su participación en el Plenario del Villa Constitución de abril de 1974.
De delegado de fábrica a dirigente del Cordobazo
Hijo de inmigrantes italianos, Agustín Tosco nació en Coronel Moldes, a 80 km de Río Cuarto en la provincia de Córdoba en 1930, rodeado de un paisaje rural. Desde chiquito abrazó la lectura, tiempo después conoció el marxismo leyendo, entre otros, a José Ingenieros. Fue enviado como interno a una escuela de artes y oficios que se encontraba en la ciudad capital. En ella fue elegido presidente del centro de estudiantes y logró ganarse el apoyo de sus compañeros cuando cuestionó el funcionamiento de la institución, en lo que fueron sus primeros años de formación teórica y política.
Con 19 años ingresó a la empresa de energía que pertenecía al Servicio Provincial de Energía de Córdoba (ex SPEC, actual EPEC) como ayudante de electricista en un taller electromecánico, iniciando también su experiencia dentro del gremio de Luz y Fuerza ya que, un año después, fue elegido y votado como delegado de sus compañeros. Por esos años la influencia del primer gobierno de Perón hizo mella en Tosco a pesar de que nunca se definió a sí mismo como peronista (tampoco como antiperonista). La consigna antiimperialista “Perón o Braden” ganó su simpatía por algunas políticas del gobierno, sobre todo las vinculadas a la “justicia social”.
En 1954 ya se había convertido en el Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza con apenas 24 años de edad, aunque tiempo después fue intervenido por la dictadura y expulsado del mismo, hasta que tiempo después volvió a ser dirigente del gremio.
Ya desde ese momento Tosco empezó su largo recorrido como dirigente, encabezando la CGT de los Argentinos (1968) surgida para enfrentar a la CGT vandorista (Azopardo) y a su política abstencionista frente al gobierno militar de Onganía. La mesa coordinadora de la CGTA estaba integrada, además, por Raimundo Ongaro y Jorge Di Pascuale. Perón había apoyado en un primero momento su formación porque era antivandorista, pero luego se reconcilió con éste y su ala sindical; y volvió a volcar su apoyo en la central oficial.
Mientras tanto, surgía un nuevo fenómeno que recorría las fábricas: miles de jóvenes trabajadores comenzaron a enfrentarse a sus direcciones, que venían perdiendo legitimidad por adaptarse a las condiciones que el gobierno militar les brindaba. A la par crecían las industrias, particularmente automotrices, a costa de capitales extranjeros sobre todo en Córdoba.
La provincia mediterránea se caracterizó por ser un semillero de activistas y militantes -no sólo obreros sino también estudiantes- que expresaron su unidad en mayo de 1969 durante el Cordobazo, cuando se abrió en el país una etapa de ascenso revolucionario de las masas. Y la clase trabajadora jugó un rol central logrando desestabilizar al gobierno militar de Onganía y llegando incluso a provocar su renuncia.
Uno de los sectores que se puso a la cabeza del Cordobazo fue el dirigido por Tosco. Reuniendo columnas de miles de trabajadores junto con el SMATA y la UTA de Atilio López. Su activa participación llevó a que el gobierno militar lo encarcelara en Rawson por más de 6 meses junto con Ongaro y otros dirigentes y activistas políticos prisioneros por luchar y enfrentarse a la dictadura. Esto ocurrió tanto en 1969 como, posteriormente, entre 1971 y 1972. Cuando recuperó la libertad, volvió a su cargo como Secretario general del Gremio.
Mientras tanto la burguesía imperialista intentaba por todos los medios desviar este estallido y la salida a esta crisis fue el regreso de Perón del exilio y la convocatoria a elecciones, eliminando la proscripción peronista. Surgía así en 1973 la tercera presidencia peronista, la del Pacto Social.
La clave para el Sindicalismo de la liberación impulsado por Tosco era mantener buenas relaciones con el peronismo de izquierda (Montoneros y su militancia trabajadora, la JTP). Esta alianza lo llevó a rechazar el ofrecimiento de partidos políticos como el Partido Socialista de Trabajadores (PST) y el Partido Revolucionario de Trabajadores (PRT) de encabezar una lista que se enfrente al propio Perón en las elecciones presidenciales de 1973 y presentar una alternativa de independencia política de los trabajadores.
La consigna votada en los plenarios del PST era: “Tosco debe ser candidato” (1). Incluso el Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS) le hizo la misma propuesta. Pero para Tosco ir en contra de Perón era ir en contra de los trabajadores y aunque no llamó a votar a Cámpora si votó por la fórmula peronista para la gobernación de Córdoba (Obregón Cano-Atilio López). El dirigente de Luz y Fuerza no pertenecía orgánicamente al PC pero esta concepción frentepopulista que impulsaba desde el Sindicalismo de liberación, demostró su rechazo a romper formalmente con este partido.
La experiencia del Villazo y la intervención de Tosco
Desde comienzo del año 1974 Villa Constitución se transformó en el centro neurálgico del clasismo combativo con la lucha histórica que dieron los metalúrgicos frente a la burocracia de la UOM de Lorenzo Miguel. La formación de una lista opositora llamada Lista Marrón, que comenzó a disputarle la dirección de la seccional al sindicato que históricamente se reivindicaba peronista. fue un duro golpe para la burocracia sindical de conjunto.
Los trabajadores metalúrgicos de Acindar, Metcom, Marathon y Villber se enfrentaron a la intervención de la seccional y como respuesta oficial recibieron la expulsión de toda la Comisión Interna de Acindar junto con otros delegados combativos. Así estalló, el 8 de marzo, una huelga histórica en la que participaron más de 2.500 obreros que utilizaron métodos de lucha radicales como la toma de fábricas con rehenes, rememorando la experiencia del SITRAC-SITRAM cordobés en 1971. El Villazo fue la primera oposición fuerte a la política del Pacto Social y eso despertó la preocupación de la UOM, la CGT y hasta la de Perón.
Para el 16 de marzo la huelga histórica triunfó con la participación de más de 12 mil personas festejando en la Plaza Central de Villa. La acumulación de las experiencias del Cordobazo y del SITRAC-SITRAM en Córdoba, rindieron sus frutos en esta importante zona industrial. La seccional pasó a ser dirigida por las Comisiones Internas combativas, clasistas y antiburocráticas.
Para darle mayor fuerza al triunfo, la conducción del Villazo llamó a un gran plenario antiburocrático que se realizó el 20 de abril en el Club Riberas del Paraná. En él participaron los principales dirigentes obreros entre ellos estaban el local Alberto Piccinini, René Salamanca (SMATA Córdoba), Ferraresi de Farmacia, Jaime de la CGT de Salta y, por supuesto, Agustín Tosco. Junto a ellos hubo una importante presencia el PST y el PRT con miles de trabajadores de todo el país.
El gran ausente fue la JTP-Montoneros que faltó a la cita porque no querían votar en contra de Perón. Frente a esta situación quienes dirigían el plenario rechazaron la propuesta presentada por el PST y otras organizaciones de formar una Coordinadora Nacional de lucha que cuestionara y se enfrente al Pacto Social, argumentando que el objetivo del plenario era únicamente “apoyar el proceso en Villa”. Lo cierto es que los montoneros no querían romper con Perón y Tosco no quería romper con los Montoneros. Planteó impulsar instancias de coordinación provinciales pero nunca se llevaron a cabo.
La falta de coordinación entre las organizaciones impidió la oportunidad histórica de impulsar un Frente Unico obrero que se opusiera y enfrentara al Pacto Social, a los ataques de la Triple A y a las políticas de la burocracia sindical. Por todo esto, el proceso del Villazo quedó aislado.
Un balance necesario
En febrero de 1974 el gobierno de Perón había pegado un volantazo a derecha muy grande. En Córdoba se produjo un levantamiento policial conocido como el Navarrazo que intervinó la provincia destituyendo al gobernador Obregón Cano y su vice Atilio López con el visto bueno del presidente.
El objetivo del golpe era exterminar la vanguardia obrera surgida a instancias del Cordobazo. Y como pasó en Villa Constitución, el movimiento obrero cordobés no formó una coordinadora que ponga en pie organizaciones de combate contra la Triple A y su versión cordobesa, el Comando Libertadores de América. Tosco, Salamanca entre otros dirigentes decidieron no enfrentar políticamente a Perón en su provincia levantando una politica independiente que rompiera con la idea de conciliación entre capital y trabajo que levantaba el peronismo y termiara con la política del Pacto Social.
Entonces el plenario de Villa Constitución no se daba en cualquier momento y por eso era muy importante tener una política coordinada. Si bien la oposición combativa ganó las elecciones locales de la UOM en noviembre de 1974, el avance de la derecha y la ausencia del Frente Único llevaron a que un importante sector de delegados y obreros combativos sean perseguidos y asesinados durante el año siguiente por bandas fascistas coordinadas por la UOM y el gobierno.
Tosco fue uno de los primero amenazados por la Triple A. Su nombre apareció en la primera lista negra publicada por la banda parapolicial el 29 de enero de 1974 donde establecía que las personas allí nombradas serían ejecutadas inmediatamente donde se las encuentre. Cuando en octubre de ese mismo año el sindicato cordobés de Luz y Fuerza fue intervenido la situación era insostenible para el dirigente cordobés que tuvo que pasar a la clandestinidad. El 5 de noviembre de 1975 murió producto de una enfermedad que no pudo ser tratada por su situación mientras se profundizaba la crisis en el país a meses del golpe militar. A pesar del despliegue de las fuerzas policiales concurrieron al velorio más de 20 mil personas a despedirlo.
1. Avanzada Socalista 72, 23 al 29 de agosto de 1973.
Claudia Ferri
Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.