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Red Internacional
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Entrevistas. Ana Sánchez: “La historia de los explotados en nuestro país tiene cara de mujer"

Investigadoras y especialistas en estudios de género responden acerca de la historia del feminismo en nuestro país y la actualidad de su movimiento.

Sábado 19 de octubre de 2019 09:00

¿Cómo explicarías a alguien que no es del ambiente académico qué son los estudios de género?

La existencia de estos estudios no es nueva. Tomaron relevancia a partir de la década del 70 con el auge del feminismo y de la historia social, que dio pie a una serie de interrogantes en clave histórica sobre el rol de las mujeres, buscando visibilizar sus experiencias. Existen diferentes enfoques dentro de estos estudios, que presentan variantes que van desde la relación que existe entre la opresión de género con otras formas de opresión (raza, elección sexual, etc.), hasta visiones relacionadas con el psicoanálisis, con el lenguaje o con las construcción de las identidades y los estudios LGTBI.

En nuestro país fue luego de la década del 90/2000 cuando se consolidaron los estudios de género, que coincide con una época a nivel internacional de profunda restauración conservadora, el neoliberalismo. Es un momento especial de la historia que implicó,en el marco de la derrota de los procesos revolucionarios un desvío con ciertas concesiones que dio como resultado la cooptación e integración de una parte del feminismo y del movimiento LGBTI. Estas marcas de época influyeron en las ideas, mientras la perspectiva crítica del feminismo quedaba ubicada sobre todo en los ámbitos de la academia, se fortalecía un feminismo liberal que supuso avances para algunas mujeres, pero para la mayoría de las mujeres trabajadoras y pobres de todo el mundo no significó más que penurias.

Me parece interesante pensar que al calor de las masivas movilizaciones de las mujeres de los últimos años estos debates se pueden revitalizar, salir de los ámbitos cerrados de la academia donde muchas veces quedan refugiados y rediscutirse, en momentos en que el neoliberalismo se evidencia como un régimen en crisis. En ese sentido, vuelve a tomar relevancia una mirada que se posicione desde una perspectiva de estudio y análisis de las condiciones de vida del conjunto de los sectores oprimidos y explotados, apuntando a pensar cómo estas condiciones se perpetúan bajo el sistema capitalista.

Vivimos momentos en que vuelve asomar la discusión acerca del capitalismo y el patriarcado y las ideas del feminismo socialista, por eso creo que es importante reivindicar el marxismo en este debate, una corriente que a lo largo de su existencia ha incorporado la opresión de la mujer a sus elaboraciones, no sin contradicciones, pero intentando aportar una mirada integral de la relación entre la forma en que funciona el capitalismo y la opresión de género, apuntando a consolidar una perspectiva revolucionaria para la emancipación de las mujeres.

¿Qué rol cumplieron las mujeres en la historia de nuestro país?

En las escuelas nunca nos cuentan historias donde las mujeres aparezcan cumpliendo roles destacados, pero eso no quiere decir que a lo largo de la historia no hayan tenido protagonismo. Fueron parte de la guerra de independencia en la lucha contra los españoles, se organizaron para pelear por sus derechos a fines del siglo XIX y principios de siglo XX, existiendo desde aquellos momentos los primeros grupos feministas de nuestro país y su participación continuó en los procesos políticos y de lucha durante todo el siglo, hasta nuestros días.

Las luchas de las mujeres, desde tiempos tempranos, muchas veces se amalgamaron con los reclamos de los sectores más bajos y de la clase obrera. Esto quiere decir, y es lo que quiero rescatar particularmente, que la historia de lucha de los y las explotados en nuestro país tiene cara de mujer. La igualdad salarial, el reconocimiento de los derechos de las mujeres trabajadoras (desde conseguir licencia por maternidad hasta terminar con los acosos sexuales en los ámbitos laborales) fueron reclamos que comenzaron a aparecer hacia fines del siglo XIX. Las mujeres siempre fueron parte de la fuerza de trabajo: se emplearon como lavanderas, servicio doméstico, planchadoras, docentes o enfermeras, pero también trabajaron en fábricas como las fosforeras, textiles, o de la industria de la carne, entre otros sectores. Y fueron protagonistas de muchas luchas y huelgas. Por ejemplo en 1888 se registra una huelga de empleadas domésticas que se oponían al uso de la libreta de conchabo. También se registran conflictos por malos tratos de parte de los jefes, como el caso de las tejedoras de la Empresa Barolo, en 1903 o el de las alpargateras de La Argentina en 1904, que exigían 8 horas de trabajo y mejor trato humano. Las luchas continuaron durante las primeras décadas del siglo, a la par de los varones. Incluso en su rol como amas de casa las mujeres mostraron una fuerza impresionante luchando, por ejemplo, contra el aumento de los alquileres en lo que se conoce como “huelgas de las escobas” en 1907.

Estas experiencias no necesariamente fueron de la mano de la organización de agrupaciones de mujeres o feministas, aunque sí muchas se organizaron entre los grupos anarquistas o socialistas y en gran medida en los sindicatos. Por ejemplo, en las dos últimas décadas del siglo XIX crecieron las organizaciones sindicales formadas por mujeres: las costureras, sombrereras, fosforeras que realizaron huelgas y movilizaciones con demandas propias y del movimiento obrero en su conjunto.

Por aquellos años hubo muchas mujeres que marcaron una época, una de mis favoritas es Carolina Muzzilli, obrera textil, socialista, feminista y periodista. También Julieta Lanteri que en 1910 organizó, junto a otras mujeres, el Congreso Femenino Internacional que tuvo como sede a Buenos Aires, donde discutieron cómo conseguir derechos civiles y políticos para las mujeres, divorcio, educación, cultura, economía, etc. De alguna manera estas personalidades sintetizan la época, los inicios de las luchas contra la opresión y la explotación en nuestro país.

¿Qué opinás de la relación entre género y clase que representa un debate importante en la historia del feminismo?

Género y clase sigue siendo tema de debate para el feminismo, cantidad de teóricas se han referido al tema en sus elaboraciones. Para muchas de ellas implica que se subordinan otras opresiones a la de clase y han buscado distintas salidas: ponderar el género o pensar la unión de todas las opresiones como interseccionalidades, algunas lo hacen dialogando con marxismo, otras debaten en contra.

Bajo el capitalismo son muchos los mecanismos que se activan para perpetuar la desigualdad entre las mujeres; pagarles menos para mantener dividida a la clase trabajadora, intentar controlar sus cuerpos y sostener la maternidad como único destino con el apoyo, por ejemplo, de las Iglesias, reproduciendo a diario una larga cadena de violencias que evidencian la opresión en la que vive la mitad de la humanidad. Por eso, es difícil pensar que se puede ser feminista y no ser anticapitalista, pero, ¿dónde radica el origen de esta opresión? ¿dónde buscar respuestas para pensar en terminar con esta desigualdad?

Para mi se trata de pensar la opresión de género en el marco de las relaciones sociales de producción, como decía Bárbara Foley en un artículo que recientemente publicamos en el semanario Ideas de Izquierda, “afirmar la prioridad de un análisis de clase no significa que una trabajadora sea más importante que un ama de casa, o incluso que la trabajadora primariamente se piense ella misma como trabajadora; de hecho, en base a su propia experiencia con la violencia machista o la brutalidad policial, puede pensarse como una mujer o una persona negra. Se trata más bien de proponer que la forma en la que está organizada la actividad humana productiva –y en una sociedad de clases, empuja a la masa de la población a dividirse en varias categorías para asegurar que la mayoría trabaje para el beneficio de la minoría- (…) ”, es lo que nos permite entender que la división del trabajo moldea la raza y el género en el capitalismo, para poder comprender las raíces de la desigualdad social, el marco explicativo sigue siendo el de la clase.

Esta relación es la que abordó Engels en su clásico “La familia, propiedad privada y el Estado”, donde busca explicar la relación del origen de la opresión de la mujer con el surgimiento de las clases sociales. El patriarcado se fue fortaleciendo a lo largo de los siglos, pero muchas se preguntan por qué sigue en pie la opresión de las mujeres en el modo de producción capitalista, que en principio, pareció disolver la familia tradicional incorporando a mujeres y niños a la producción. Vivimos en un mundo cada vez más tecnificado y con un desarrollo productivo que genera muchísima abundancia que podría, por ejemplo, permitir a las familias (y en particular a las mujeres) liberarse de los quehaceres domésticos y garantizar estas tareas de manera colectiva, en ámbitos públicos. La respuesta está, nuevamente, en el capitalismo. Bajo este sistema, el excedente producido colectivamente es apropiado por un minoría y en el trabajo doméstico no remunerado descansan una gran parte de las ganancias capitalistas, quienes quedan eximidos de pagar a la clase trabajadora por tareas que hacen a la propia reproducción (comer, lavarse la ropa, tener un espacio donde descansar, cuidar de las futuras generaciones, etc.) y que son fundamentales para mantener en pie a la clase social productora en todo el mundo, a los y las trabajadores.

Por eso las feministas socialistas reivindicamos la tradición de la Revolución rusa, porque fue una experiencia que demostró que la esclavitud doméstica en la que aún hoy estamos inmersas las mujeres, puede terminarse si la producción se organiza en función de las mayorías y se toman medidas como, por ejemplo, crear comedores y lugares donde lavar la ropa comunitarios y jardines infantiles para los y las niñas, algo que implementaron los bolcheviques desde los primeros años de su revolución: lo que llamamos socialización de las tareas domésticas, esas que el capitalismo mantiene confinadas al hogar como algo privado.

¿Cómo ves hoy al movimiento de mujeres?

Vienen siendo años muy importantes por el desarrollo que está teniendo el movimiento de mujeres en nuestro país. Hace unos días volvimos a verlo en en acción en La Plata donde miles y miles de mujeres se congregaron en el Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, evento que es único en el mundo.

En tiempos en que la mayorías de las fuerzas políticas llenan sus listas de dinosaurios y algunas, como el kirchnerismo, preferirían unir pañuelos, o dejar para después el reclamo de las mujeres, el movimiento de mujeres está llamado a seguir jugando un rol activo, con el desafío de discutir abiertamente cómo enfrentar el ajuste y la crisis económica que se viene descargando sobre los sectores más pobres y la clase trabajadora, que afecta, mayoritariamente, a las mujeres.

Y esto es así en todo el mundo. El movimiento de mujeres es un fenómeno mundial que pone a las mujeres en la vanguardia de muchas de las luchas en el marco de la crisis del neoliberalismo, que hasta en los países centrales, los más ricos, está mostrando su cara más bestial. Son las nuevas generaciones las que comienzan a identificar que el problema es capitalismo, y por eso se vuelve hablar de las ideas del socialismo.

Por supuesto que cada experiencia trae nuevos debates y por eso es interesante este especial que convoca diferentes miradas para aportar a la reflexión. Para nosotras de lo que se trata es de construir una nueva sociedad basada en las necesidades de las mayorías una sociedad verdaderamente igualitaria: sin explotación y sin ningún tipo de opresión.

"La esclavitud doméstica en la que aún hoy estamos inmersas las mujeres, puede terminarse si la producción se organiza en función de las mayorías"

Acerca de la entrevistada

Ana Sanchez es docente y miembro del PTS. Colaboró con la edición de libros de la colección Mujer en Ediciones IPS y es miembro de la sección de Historia en La Izquierda Diario.