La primera advertencia necesaria para quiénes lean estas líneas, es que lejos del debate intelectual-académico-externo a las luchas por tierra y vivienda, la intención de esta respuesta es considerar algunas implicancias teórico-políticas de la caracterización del modo de acumulación de capital, del Estado y de las luchas sociales vigentes.
Viernes 6 de noviembre de 2020 12:12
Ilustración: Equipo Crónica, El Intruso, 1969
No hacerlo, o peor, obviar tales consideraciones contribuye a que lo sucedido en Guernica se asuma como un desliz, una torpeza, un desmanejo del gobierno, un exceso, cuando en realidad es lo que los gobiernos hacen para sostener el statu quo en las sociedades capitalistas.
¿De qué Dolor (es) hablamos?
Svampa comienza su artículo refiriendo a la situación coyuntural, pero en primera persona: al escribir que “nos sentimos consternados y doloridos”, suponemos que apela a la empatía que puede generar -o no- seguir por las redes y otros medios la represión ejercida sobre familias y jóvenes que resistieron el desalojo en Guernica. Lamentablemente la empatía no nos absuelve de practicar otra expropiación: la del dolor, el real, el de los palos, las balas, los gases, el fuego. Podemos empatizar con el sufrimiento de lxs desposeídxs -y es deseable que así sea!- pero sino estuvimos junto a ellxs en el territorio resistiendo la militarización y la violencia del desalojo, lo menos que podemos hacer es reservarles la dignidad del sufrimiento y acompañar su dolor reconociéndolo, no expropiándolo. Todxs reescriben a Guernica, pero en Guernica ya fue todo dicho.
Después de tres líneas dedicadas a Guernica, el planteo gira, y volanteo mediante, Svampa despliega cierta empatía con Doña Dolores: la heredera díscola de los Etchevehere, que en un gesto de “buen” progresismo habría posibilitado el Proyecto Artigas oponiéndose al “núcleo patriarcal del agronegocio argentino”. El sueño de granjas ecológicas franciscanas, en su declaración de buenos principios apela a una reforma agraria lejana -como siempre- y en los hechos se limita a la donación filantrópica de una heredera terrateniente. Ni las granjas ni la reforma alcanzan para desmantelar el monstruo del agribusiness sobre el que se monta la economía argentina.
Ilustración: Equipo Crónica, Guernica, 1971
Nada dice del show montado para desalojar a “lxs gra-boys”, que manifiesto mediante, enseñaron que ellxs sí acatan la orden judicial y sí asumen la derrota, aleccionando a quiénes sí resisten, oponiendo en el mismo día la imagen de que es “así es como se hace”, respetando las instituciones. Tampoco repara en la quirúrgica detención de la Doña, quien luego de anunciar que la iban a tener que sacar muerta, accedió a ser detenida, caminó con tranquilidad hacia el móvil policial, sin resistirse, sin ser esposada y menos aún golpeada, mientras el agente a cargo se preocupaba por mandar a una súbdita a buscar y alcanzarle gentilmente su cartera. La policía sabe de clases, sabe a quién se le pega, y a quien se le alcanza la cartera. Por eso a la policía se la tiene por bien pagada.
De expectativas y decepciones: del Estado como arena de disputa al Estado como mero instrumento
Luego de referir al trauma de Vicentin, la autora despliega una caracterización del gobierno de Fernández en tono de decepción, planteando que “no tiene agenda propia”, que “perdió la iniciativa” y que cede ante los “cuestionamientos de la derecha”. Resulta al menos revisable que en lo que va del gobierno de Fernández la autora encuentre datos fácticos para no caracterizar al gobierno como un gobierno de derecha, que a todas luces comulga con los principios fundamentales capitalistas: desde la defensa acérrima del régimen de propiedad privada a la acumulación de capital en manos de megamineras, fracking, agronegocios, incluyendo los proyectos de factorías chinas y trigo transgénico, que la autora tan acertadamente denuncia y crítica habitualmente. Después del desalojo en Guernica ¿cuáles son las razones reales para considerar a este gobierno como un gobierno progresista que cede ante las presiones de la derecha? El gobierno tiene agenda propia defendiendo la institucionalidad burguesa, le sobra iniciativa al empuñar y habilitar una ola represiva con desalojos de tomas de tierras, y no cede ante la derecha, porque es una transfiguración, una más, de aquel peronismo de derecha macartista y autoritario.
A esta altura, sabemos que el tamaño de las decepciones se mide en relación a las expectativas… El resto es trauma del “buen” progresismo que aporta a la confusión general.
Régimen de propiedad privada capitalista o “dueñidad’
También nos preguntamos por qué si la autora cuestiona la sacralización de la propiedad privada, en el siguiente párrafo vuelve a volantear y la reemplaza por la idea de “dueñidad” puesta en circulación por la antropóloga Rita Segato, -sí, la que dice admirar al presidente Fernández por ser un gran pedagogo, y que acuñó la idea de “Estado maternal” en plena pandemia, complementada por la noción de la “policía del cuidado” de otrxs autorxs, sí, la misma policía que desaloja y desaparece pibes-. Pero volviendo al uso que realiza la autora del concepto de dueñidad, su enunciación es reducida a la idea de que “este es un mundo de dueños”, nada más. Hay que reconocer que es una idea coherente con la posibilidad de pensar la instrumentalización del Estado por parte de estos dueños, pero no dice nada más.
Sin embargo, el Estado ha demostrado ser la forma general de organización de la dominación política de las relaciones sociales de producción capitalistas y, por lo tanto, en su modo de desenvolvimiento se despliegan las propias contradicciones de dichas relaciones bajo la lucha de clases. No es un mero instrumento, aun cuando en diversas situaciones opere a favor de algunos capitalistas individuales, y también deba operar en favor de lxs trabajadorxs, porque debe garantizar la relación social entre capital y trabajo, más allá de las demandas e intereses particulares de lxs sujetxs. Pero, además, reducir estas relaciones a la simple voluntad de los dueños de la tierra, significaría que el capitalismo está comandado por las voluntades subjetivas de los señores y señoras capitalistas, y a esta altura sabemos que la cosa es mucho más compleja. Justamente porque esas relaciones revisten la forma de un proceso anárquico que se desenvuelve a espaldas de lxs sujetxs, incluidxs lxs capitalistas, por eso a Doña Dolores no le alcanzó con la buena voluntad, y por eso a lxs supuestxs propietarixs de las tierras de Guernica no les va alcanzar con el desalojo de esas familias.
Discusión a parte ameritaría la cuestión de la reforma tributaria y el análisis de la desigualdad, pero evitemos redoblar la confusión. Solo vamos a señalar que una postura radicalmente crítica, lejos de apostar a reformas tributarias que redistribuyan el ingreso -cuando la soja transgénica, el gas de lutita o los chanchos chinos generen un excedente qué redistribuir- debería cuestionar las bases de acumulación de capital, de producción de riqueza y no reducirla al problema de su redistribución. Si el problema es el “extractivismo” o los “neoextractivismos” como alega una y otra vez Svampa -no vamos a desplegar aquí las limitaciones de simplificar el modo de acumulación de capital a su carácter histórico extractivo-, ¿por qué derivar la complejidad del asunto a la redistribución del ingreso vía reforma tributaria? ¿Cuál es el punto entonces, la acumulación de capital por despojo -agreguemos y por reproducción ampliada- o la redistribución del excedente en el marco de un “buen” desarrollo?
De análisis y luchas
Las luchas territoriales son formas concretas que adquiere la lucha de clases ante la avanzada del capital. Los modos de intervención estatal van desde la compensación económica -cuando tiene excedente para redistribuir- a la criminalización de quiénes luchan, estigmatizando, judicializando y militarizando los territorios. En el sur, en los territorios denominados patagónicos, sabemos bien de qué se trata desde hace muchos años.
Sin expropiar experiencias de sufrimiento y dolor, sin empatizar con dueñas de estancias, sin victimizar a gobiernos abiertamente autoritarios, tal vez se trate de complejizar el análisis, profundizando la crítica y abriendo líneas de discusión que desborden la mirada de una retina atragantada.
Mariana Giaretto
Cipolletti, Río Negro
1/11/2020
Notas:
[i] El artículo “Dolor, Guernica y dueñidad” de M. Svampa se publicó el 30/10/2020 en Perfil: https://www.perfil.com/noticias/opinion/dolor-guernica-y-duenidad.phtml [Nota de ESCRITOS PARA LA EMANCIPACIÓN]